21.3.13

Palabras del General
y otras palabras



Un diálogo con palabras reales e históricas: las que decía el general Efraín Ríos Montt (ERM), presidente-dictador de Guatemala entre el 23 de marzo de 1982 y el 8 de agosto de 1983 (y quien hace un par de días se convirtió en procesado por genocidio), las que consignó la Comisión para el Esclarecimiento Histórico de la ONU (CEH) establecida el 23 de junio de 1994 en el marco del Acuerdo de Oslo, y que concluyó su tarea con un informe titulado Guatemala: memoria del silencio, y algún caso mencionado en el documento Guatemala: nunca más elaborado por el Proyecto Interdiocesano de Recuperación de la Memoria Histórica (REMHI). Los fragmentos de ERM están tomados de Los discursos de domingo de Efraín Ríos Montt: ¿Un Discurso Evangélico? (Virginia Garrard-Burnett, Instituto de Estudios Latinoamericanos, Universidad de Texas. Los que siguen son, por supuesto, sólo unos poquísimos ejemplos de las palabras y de los actos.

ERM: Amnistía quiere decir perdón, la nación en aras de la unidad de la familia pretende perdonar, quiere perdonar, está extendiendo su mano, la patria su abrazo, su regazo para que vuelvan a ella sus hijos, los hogares esperan la presencia de sus familiares [...] el que perdona se ennoblece, el que acepta el perdón es una persona noble, hagamos de nuestra patria algo noble. (29/05/1982)

CEH: Manuel Toll Canil murió después de cuatro machetazos. Antonio Castro Osorio fue mache­teado seis veces; en una de las tandas intervino incluso un familiar; pero como tarda­ba en morir, un soldado le dijo al teniente: '¿Qué vamos a hacer? Éste no se muere.' El teniente ordenó que le partieran la cabeza. Entonces, el soldado le quitó la cabeza. (Caso Ilustrativo 53, San José Sinaché, Zacualpa, Quiché, 05/1982)


ERM: Óiganme bien, guatemaltecos: vamos a combatir la subversión por los medios que quieran, totalmente justos, a la vez con energía y rigor. Estamos dispuestos a cambiar Guatemala, estamos dispuestos a que reine la honestad y la justicia; paz y respeto para aquellos que son pacíficos y respetan la ley. (30/06/1982)

CEH: Pedro Ramírez Ajmac, su esposa e hijos y su hermano Tomás salieron de Chacagex hacia la aldea Chuahoj, cuando vieron que por el camino se acercaba un grupo de patrulleros de San Sebastián. Al verlos, Tomás huyó de inmediato pero Pedro salió corriendo después y le dieron alcance, lo ataron de un pie al vehículo y se lo llevaron arrastrándolo aproximada­mente dos kilómetros hasta llegar a la sede de la patrulla de San Sebastián. Llegó en un estado terrible; aparecía con graves heridas, en especial, en el rostro; su esposa e hijos corrían detrás de él gritando y llorando por lo que le estaban haciendo. Pedro pidió agua a los patrulleros y el jefe de las PAC le ofreció orina. Después los demás patrulleros hicieron una hoguera, lo quemaron, abrieron una fosa y lo enterraron. (Caso 16016, Sacapulas, Quiché, 06/1982)

ERM: Somos una nación sin identidad, nuestras raíces no las conocemos [...] la identidad de una nacionalidad está precisamente en la comprensión y la interrelación entre historia, entre abuelo y nieto, y ese enlace que es papá y mamá. (13/06/1982)



REMHI: Llegó un pelotón de soldados, guiados por Fernando Jom Cojoc (patrullero civil de ese lugar), que dijo: 'Ellos son guerrilleros y ahí está la prueba, las hojas de los tamales que han quedado, ya que ellos alimentan a la guerrilla'. Y los soldados, sin hacer pregunta alguna, los amarraron a todos dentro de la vivienda, rociaron con gasolina la casa y le prendieron fuego. Todos murieron quemados. Entre ellos un niño de aproximadamente 2 años de edad. (Caso 3164, Aldea Najtilabaj, San Cris­tóbal Verapaz, Alta Vera­paz, 1982)

ERM: En usted y en su casa hay entendimiento de lo que es la patria; patria es amor, patria es el sentimiento de nación, nación es resultado de Estado y de país a la política tiene que ser raíz de tierra nuestra. (18/07/1982)

CEH: En Santa Marta el Ejército capturó a tres refugiados y luego los llevó al desta­camento en Ixquisis. Allí los pusieron en un horno de cardamomo donde los quemaban cada día poco a poco, a fuego lento. Esto duró unos tres días. Las víctimas estaban en muy mala condición, con muchas quema­du­ras. El cuarto día obligaron al hijo a matar a su propio padre con un machete. Después de esto, los soldados mataron al hijo con sus armas de fuego”.(Caso 5296. Barillas, Huehuete­nango, San Mateo Ixtatán, 07/1982).


ERM: Guatemala es una gran nación y le explico por qué: por la excelencia de su alma y porque usted, como hombre o como mujer, sabe cumplir con su deber de esposo, de esposa, de hijo, de hija, por eso es grande y es fuerte, porque fuerte es usted, que da el ejemplo, que teme a Dios y que da a su Patria toda su alma, todo su amor. (22/08/1982)

CEH: Pusieron a los cuatro hombres, dos de ellos muchachos, en una pila de agua durante ocho días. Durante estos días los cuatro no recibieron comida y fueron pateados y golpeados duramente. Después de los ocho días, los pusieron en la secadora de café del dueño de la finca. Echaron fuego a la secadora y durante tres días calentaron a las cuatro personas, quienes poco a poco se murieron de calor y sed. (Caso 6176. San Mateo Ixtatán, Huehuetenango, 08/1982).

ERM: Entre nosotros hay miseria, nuestra pobreza es de valores, de respeto, de honra a los demás, de falta de servicio, de ausencia de honestidad, de falta de amor, de ignorancia. [La] pobreza es de hombres, hace falta en Guatemala hombres íntegros, decentes, honestos, verdaderos, honrados, dignos de su hombría, una hombría que se fabrica en base a una cosa muy sencilla: cumplir la ley, hacerla cumplir”. (05/09/1982)

CEH: El 15 de septiembre de 1982 regresábamos con mi padre del mercado de Rabinal. Nos detuvieron los soldados cerca del destacamento y nos encerraron por separado. Me quitaron la ropa a tirones, todos se subieron, el capitán primero, ocho soldados más [...] los demás me tocaban, me trataban muy mal y entre ellos decían al que estaba encima que se apurara, a mí me decían que me moviera y me pegaban para que me moviera. De pronto vi que entraban con mi papá, estaba muy golpeado, lo sostenían entre dos. Yo estaba desnuda sobre una mesa, y el capitán le dijo a mi padre que si él no hablaba lo iba a pasar mal. Entonces hizo que los hombres que tenía ahí comenzaran a violarme otra vez. Mi padre miraba y lloraba, los hombres le decían cosas, él no hablaba, yo estaba cansada, ya no gritaba, creo que también me desmayé, pensé que me iba a morir, no entendía nada. Yo no creo que mi papá fuera guerrillero, no sé qué querían. De pronto el capitán pidió un machete y le cortó el miembro a mi papá y me lo metió a mí entre las piernas. Mi padre se desangraba, sufrió mucho, después se lo llevaron. A mí me dieron otra ropa y me dijeron que me fuera. Le conté a mi marido lo que pasó, él me contestó que el Ejército tenía el poder, que no se podía reclamar, que si yo no hubiese ido al mercado nada me habría pasado. Un mes después mataron a mi marido. (Caso 9364, Rabinal, Baja Verapaz, 09/1982)


ERM: Una actitud mística, una actitud creadora, una legitimidad nacional cuyo fundamento se encuentra en el cumplimiento de la ley, respeto a la justicia, la veneración a lo sagrado, la admiración a nuestro paisaje, fe en la verdad, orgullo de nuestra cultura, y práctica del bien en beneficio de nuestros conciudadanos. (21/11/1982)

CEH: En El Naranjo Roberto Castillo Manzanero fue capturado en la noche. Lo torturaron cortándole los dedos de los pies y las manos, luego los pies y manos, y así prosiguieron poco a poco hasta que sólo quedó el torso y la cabeza, y murió desangrado. (Caso 10195, La Libertad, Petén, 11/1982)

ERM: Tenemos que darnos cuenta que la identidad nacional es otro de los propósitos del Gobierno: la identidad nacional es conjugar nuestra nacionalidad, que es fruto de país y de pueblo; [debemos] conjugar esa nacionalidad y dar una proyección, dar un carácter, dar una imagen de Guatemala al mundo que somos un país diferente. (12/12/1982)

CEH: Los militares reunieron a 150 hombres en el cementerio del pueblo. Allí, un “guía” (delator encapu­chado), después de ser fuertemente presionado y amenazado por el oficial, señaló como guerrillero a Diego Nato, un patrullero joven, y éste señaló entonces a Santos López Tipaz, también patrullero. 'Sólo yo soy guerrillero, yo no voy a entregar a ninguno, si me matan me matan a mí, pero a balazos, no quiero que me amarren y me torturen', exclamó Santos López, y, en un intento desesperado por escapar, salió corriendo. Fue acribillado a tiros por el teniente. Acto seguido, comenzaron a torturar a Diego Nato. Estaba en el piso, lo golpea­ron, lo patearon, le sacaban pelos a montones. Nato dio los nombres de otros patrulleros, que fueron detenidos (...). 'Hay que sacar los que están podridos, para que no pudran a los demás (...)', reprendió el oficial. A continuación ordenó a los patrulleros que pasaran, uno por uno, y que cortaran el cuello de sus compañeros (los recién nombrados por Nato bajo tortura), hasta matarlos. Un testigo presencial afirma que debieron hacerlo 'hasta quitarles la cabeza; tam­bién tuvimos que darles con piedras y palos.' De esta manera el Ejército obligó a los hombres de Cucabaj a matar a sus vecinos Santos López López, Tomás Ventura González, Tomás López Tiño y Diego Ventura López. Diego Nato también señaló a Tomás Lux, Juan González y Miguel Lux Tiño. Estos, junto con quien los había delatado, fueron llevados detenidos por los militares, que reanu­daron las torturas para obtener más nombres de gue­rri­lleros de la comunidad. (Caso Ilustrativo 43, Cucabaj, Santa Cruz, Quiché, 12/1982).


“La mayoría o casi la totalidad de adultos esta vendado de ojos pero los niños y niñas, no. Pareciera que los militares querían que fueran testigos de lo que allí pasaba. En una de las fosas se encontró a 43 niños, 15 mujeres y dos o tres hombres ancianos”.


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