27.4.04

General Hertling


El general de brigada Mark Hertling, subcomandante de la primera división blindada de Estados Unidos, saltó a la fama literaria en octubre del año pasado, cuando anunció la captura de un supuesto ciudadano sirio que pretendía detonar una bomba en Bagdad, como parte de una cruenta serie de explosiones, y atribuyó la violencia en el Irak ocupado a “combatientes extranjeros”. El supuesto sirio detenido no volvió a ser mencionado jamás, pero las declaraciones del oficial estadunidense fueron comentadas por Rami Khouri, editor ejecutivo del Daily Star de Beirut, en un artículo que dio la vuelta al mundo: “Sí, general Hertling, los combatientes extranjeros son el verdadero problema en Irak”, apuntó el analista, quien señaló además que el militar ocupante hablaba “como si fuera un hijo emérito de Tikrit, criado bajo palmeras de dátiles y en el estudio de las memorias de Harún Al Rashid”.

Dudo que el oficial de la primera división blindada haya leído a su detractor árabe. En momentos en que Washington se esforzaba por atribuir los actos de la resistencia a remanentes del régimen de Saddam y de su ejército, Hertling descalificaba en estos términos los ataques en Bagdad: “Esto no es profesional; de hecho, es un tanto aficionado”. Un día antes de los bombazos a los que el general hacía referencia, la resistencia atacó con cohetes un hotel fortificado en el que se hospedaba el subsecretario de Estado, Paul Wolfowitz, y dejó un saldo de un soldado ocupante muerto y 17 heridos cuya filiación no fue especificada.

A mediados del mes siguiente, Hertling compuso otro poema. Estaba reciente el derribo de dos helicópteros Black Hawk en Mosul, incidente en el que perdieron la vida 17 invasores, y el general anunció que, en lo sucesivo, los helicópteros de estados Unidos adoptarían nuevas tácticas de vuelo: “Cambiarán rutas en cada ocasión y volarán muy bajo y muy rápido”. Admitió que esas medidas resultarían agresivas para la población civil, “pero tendremos que seguirlas en tanto no estemos convencidos de una mejora en la seguridad”. El oficial sigue sin poder establecer el vínculo entre la molestia de los iraquíes y la seguridad de los estadunidenses.

En diciembre Hertling volvió a abrir la boca. Lo que quedaba de Saddam Hussein había sido detenido y el oficial estadunidense apostó que el ex dictador revelaría a sus captores información sobre las “armas químicas, biológicas y nucleares” que poseía, según la Casa Blanca, el régimen de Bagdad. Además, el general aseguró que Saddam había delatado a los líderes de la resistencia y que ello permitiría, en breve, restablecer la paz en el país invadido. De hecho, aseguró que en Bagdad los ataques contra sus hombres se habían reducido en forma significativa desde la detención del ex gobernante. Unos días más tarde, la muerte de dos ocupantes en la capital iraquí elevó a 200 las bajas mortales invasoras desde que Bush declarara, el primero de mayo, el fin de las operaciones principales. Para entonces, la cifra de los heridos ascendía a 2 mil 200, un promedio de 10 al día entre mayo y diciembre.

En marzo Mark Hertling reveló una teoría audaz: en Irak los días más peligrosos para los ocupantes eran los domingos y los lunes, y ese dato indicaba que los ataques de la insurgencia se planeaban en las mezquitas durante la oración del viernes. “No está claro si el general brigadier dispone de inteligencia específica y análisis para respaldar sus asertos o si simplemente estaba divulgando una corazonada”, comentó entonces Colin Freeman, de The Scotsman.

La más reciente: Hertling anunció ayer la disposición de la primera división blindada de meterse a Najaf para sacar de allí, vivo o muerto, al clérigo chiíta rebelde Muqtada Sadr. Para lograrlo, “iremos probablemente al centro de la ciudad; ¿interferiremos con las instituciones religiosas? Absolutamente, no”. A renglón seguido, el militar estadunidense advirtió que Sadr verá a muchos de sus milicianos muertos, “a menos que les ordene deponer las armas, formar un partido político y luchar con ideas”.

Pues sí. Como tiene tantas, Hertling podría darse el lujo de “luchar con ideas”. De esa forma, la totalidad de los efectivos de la sufrida primera división blindada podrían volver a casa.

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