27.2.14

6 años de Sucumbíos

El asesino Álvaro Uribe al menos podía argumentar que estaba en guerra contra las FARC. Lo que no tiene justificación posible, ni nombre, es la embestida de los comentócratas mexicanos que aplaudieron el ataque criminal perpetrado por las fuerzas militares colombianas contra un campamento de la guerrilla en el vecino Ecuador, en el que murieron los jóvenes Juan González Castillo, Verónica Natalia Velázquez Ramírez, Fernando Franco Delgado y Soren Ulises Avilés Ángeles, y fue herida Lucía Andrea Morett Álvarez.
Además de festejar los asesinatos de Sucumbíos, esos exponentes del servilismo a las versiones oficiales –ya ni siquiera las de México, sino las de Colombia– atizaron el linchamiento social y jurídico contra la única sobreviviente del grupo y emprendieron una campaña de calumnias en contra de la Máxima Casa de Estudios, a la que acusaron de servir de refugio a guerrilleros y terroristas.
Por esos días particularmente amargos del calderonato, El Chamuco publicó estas coplas alusivas.


“Nido de guerrilleros”

Con muy poco rigor, sin documentos,
hallaron los plumíferos comprados
–mercenarios del verbo y los teclados–
un dato que los tiene descontentos:
que el campus de la UNAM es semillero
de un grupo terrorista y guerrillero.
Que Bin Laden despacha en Rectoría,
que Hizbollah dirige Arquitectura,
ETA está en Difusión de la Cultura,
las FARC manejan la cafetería
y Corea del Norte, que se sepa,
diseña los programas de la Prepa.

En Contabilidad, se da por hecho
que se estudian manuales subversivos;
en Trabajo Social hay explosivos
y armas antiaéreas; en Derecho,
y en Química (la nota es objetiva),
armas de destrucción cruel y masiva.

Lo escrito por tamañas eminencias
es una información verificada;
viene de buena fuente: fue filtrada
en el CISEN y en otras dependencias;
la confirma un discurso que suscribe
el narcopresidente Álvaro Uribe.

Por si faltara un hecho fehaciente,
el lema de la UNAM se ha revelado
como un mensaje turbio y encriptado
y lo que dice verdaderamente
es horrible, vulgar y subversivo:
“Por mi Raza hablará el cuerno de chivo”.

Ay, desinformadores, es muy fea
la forma en que con ese desatino,
al régimen corrupto y asesino
de Uribe facilitan la tarea
y el modo en que a tal sátrapa extranjero
le vendieron la pluma y el trasero.

Cuatro jóvenes muertos, mexicanos,
a ustedes les importan un pepino.
Conceden la razón al asesino
y le limpian la sangre de las manos
pensando que su mancha es muy distinta:
que en las manos de ustedes sólo hay tinta.

Podría ser el clásico dilema:
el que publica un hecho deformado
obra por idiotez o por malvado.
Pero ustedes cambiaron el esquema:
ya pueden contemplarse, en sus espejos,
malos al mismo tiempo que pendejos.


La vacunoia: causas y curso


“¡Los maravillosos efectos de la nueva inoculación!”, viñeta satírica de 1802, obra de James Gillray, aparecida en las Publications of the Anti-Vaccine Society, que muestra a Edward Jenner administrando vacunas contra el virus de la viruela bovina. El temor popular era que la vacuna provocaría el crecimiento de “apéndices vacunos” en los pacientes. Biblioteca del Congreso, Washington, EU


Todo medicamento, desde la aspirina hasta los compuestos de la quimioterapia, pueden tener efectos secundarios perniciosos. Ninguna vacuna garantiza al 100 por ciento la inmunización del paciente y algunas de ellas, mal aplicadas, tal vez hayan acabado con algunas vidas: sea porque se excedió la dosis, porque la sustancia provocó una reacción alérgica severa, porque el lote había caducado, porque hubo una falla criminal en la fabricación o porque el idiota que la inyectó lo hizo tan mal que causó una trombosis a su víctima. Dicho lo anterior, en su historia más o menos reciente, las vacunas (al igual que los antibióticos) han salvado una cantidad de vidas millones de veces superior que el número de accidentes como los señalados. De hecho, a esa dupla de inventos le debemos, en buena medida, la explosión demográfica ocurrida en el siglo XX tras la dramática caída en las tasas de mortalidad infantil y adulta y la extinción de la viruela y la contención efectiva del sarampión y otros padecimientos.

En esta perspectiva, las alarmas de los vacunoia (paranoia de las vacunas) me parecen tan irresponsables como el sistemático sabotaje del Vaticano en contra de las campañas de contención del sida. Desde la década antepasada, en efecto, los jerarcas católicos han proferido toda suerte de tonteras acerca del uso del condón: desde que el VIH es tan pequeño que puede atravesar el “material poroso” (¿será que Sus Eminencias usan condones de encaje?) hasta que la distribución de ese adminículo en África “aumenta el problema”, como rebuznó Joseph Ratzinger en marzo de 2009 durante una visita a Camerún.

Como las creencias –las del ex Papa o las de los vacunoicos– no pueden ser desactivadas mediante ninguna clase de argumento racional, me abstengo de debatir el fondo del asunto y me limito a contarles, por si no lo sabían, que el pánico militante contra las vacunas no es, como podría pensarse, una cosa nueva, impulsada por Internet y el naturismo, sino una postura que data –en Occidente, al menos–, del siglo XVIII, cuando muchas personas reaccionaron con horror a los primeros ensayos controlados de inoculación preventiva con virus, como los que realizaron Zabdiel Boylston y Cotton Mather durante la epidemia de viruela que asoló Boston en 1721. Mather fue insultado por las masas y su casa fue atacada con explosivos, a pesar de que la tasa de fallecimientos entre los inoculados (3 por ciento) fue sustancialmente menor que la de los no inoculados (14 por ciento).



Seis décadas más tarde, cuando Inglaterra se encontraba azotada por una epidemia de la misma enfermedad, el médico rural Edward Jenner observó que las lecheras solían enfermar de viruela bovina por el continuo contacto con las vacas y que, tras reponerse, quedaban inmunes a la viruela humana. Jenner tomó muestras de una pústula e inyectó el fluido en el brazo de un niño. El pequeño paciente enfermó de viruela bovina, se recuperó en 48 horas y luego el galeno le inoculó virus de viruela humana, y el menor no resultó afectado.

Desde luego, la práctica de inyectar pus de organismos enfermos (humanos o animales) en el torrente sanguíneo de individuos sanos tuvo que resultar chocante para el sentido común de las masas, pese a que tales prácticas se empleaban en Asia desde 200 años antes de nuestra era: los médicos chinos almacenaban las costras de las pústulas de infectados con variedades leves de viruela y las molían hasta convertirlas en un polvo que luego hacían aspirar por la nariz a quienes se proponían inmunizar.

Además de repugnancia, la inoculación generó una cantidad de críticas con argumentos religiosos, pseudo científicos y políticos: desde que la vacuna era “anticristiana” porque provenía de un animal hasta que no servía para nada porque la viruela, se decía, no era causada por virus sino por material en descomposición en la atmósfera: una creencia medieval hoy reencarnada en la leyenda de los chemtrails.



El problema es que no todo quedó en discusiones. A mediados del siglo antepasado diversos gobiernos empezaron a realizar, con un espíritu manifiestamente totalitario, vacunaciones obligatorias. Se dijo entonces, con razón, que la práctica atentaba contra la libertad individual. Tras la promulgación de leyes de vacunación obligatoria en 1853 y 1867 surgieron dos organizaciones opositoras: la Liga Antivacunación y la Liga contra la Vacunación Obligatoria. En 1885 tuvo lugar, en Leicester, una manifestación de entre 80 mil y 100 mil personas que exigían la derogación de la vacunación obligatoria. En 1898 ésta fue modificada para incluir la figura del “objetor de conciencia” que permitía obtener certificados de exención.

Entre 1876 y 1885 surgieron en Estados Unidos tres grupos contrarios a la vacunación obligatoria que se desempeñaron principalmente en el terreno de los tribunales. En 1905 llegó hasta la Suprema Corte el caso de Henning Jacobson, un residente de Massachusetts que se negaba a vacunarse. El máximo tribunal refrendó los fallos previos, consideró constitucionales las leyes estatales para proteger la salud de la población en casos de enfermedades contagiosas y obligó al tipo a inocularse contra la viruela.

En los años setenta del siglo pasado las campañas de vacunación DTP (difteria, tétanos y tosferina) provocaron reacciones furibundas, basadas principalmente en un informe parcial que hablaba de 36 casos de problemas neurológicos entre niños vacunados en un hospital de Londres. Se ordenó un exhaustivo análisis de cada uno de los casos y a relación entre la inoculación y las encefalopatías no pudo ser demostrado en ninguno de ellos.



Aunque la administración de vacunas ha dejado de ser estrictamente obligatoria en la mayor parte del mundo, en tiempos recientes han surgido corrientes de opinión en contra de las vacunas contra el sarampión, paperas y rubéola (MMR) y el virus del papiloma humano (gardasil). También se ha denunciado el uso del conservante timerosal, un compuesto que contiene mercurio, en la fabricación de vacunas, con el argumento de que esta sustancia favorece el desarrollo de autismo. No se ha demostrado la veracidad de tal aserto pero existe el consenso de que “el timerosal debe reducirse o eliminarse en las vacunas como una medida de precaución”.

El doctor Juan Gérvas, de la universidad de Madrid, es un crítico radical del uso indiscriminado de vacunas. Si quieren más información sobre la vacunoia y, en particular, sobre los efectos, limitaciones y riesgos de la vacuna contra el VPH, les recomiendo consultar rationalwiki.

Como lo demostró el rebrote de sarampión registrado en Europa recientemente, la vacunoia es mucho más peligrosa que la práctica terapéutica preventiva a la que combate. Y, por definición y por desgracia, contra la vacunoia no hay vacuna posible.


24.2.14

Vivir en las cloacas


La foto resultó ser algo más que humor involuntario: dos efectivos de la Secretaría de Marina levantaban los registros de los albañales de Culiacán y se asomaban a las oquedades, tratando de vislumbrar en ellas al Mayo Zambada. Eso se dijo la semana pasada. Días después se supo que en realidad el operativo no iba en contra del Mayo sino del Chapo, y al ratificar en conferencia de prensa la captura del segundo –oficializada horas antes por medios informativos de Estados Unidos–, el procurador Jesús Murillo Karam confirmó que el capo utilizaba una red de túneles, conectados al drenaje, para evadir la acción de la justicia.

Al igual que muchos aspectos de esa captura, lo de las alcantarillas resulta poco verosímil por la simple razón de que, como es universalmente sabido, Joaquín Guzmán Loera no necesitaba esconderse en ellas ni en ningún otro lado: llevaba una vida pública que las autoridades se empeñaban en ignorar.

Dos ejemplos de ese secreto a voces son las declaraciones formuladas en abril de 2009 por el arzobispo de Durango, Héctor González Martínez, quien señaló con pelos y señales el que por ese entonces era el lugar de residencia del narcotraficante. Años más tarde, ya en el primer año de la administración de Peña Nieto, Jorge Carrillo Olea dijo en entrevista que los gobiernos de México y de Estados Unidos (éste, con sus laberínticos sistemas de espionaje e inteligencia) “no quieren o no pueden capturar al Chapo”. El general sabe de lo que habla: fue quien, el 11 de junio de 1993, recibió al capo, en nombre del gobierno mexicano, de manos de las autoridades guatemaltecas en un punto cercano a la frontera entre ambos países.

Guiado por el gobierno de Washington, el gobierno de Felipe Calderón se dedicó a capturar o a matar –a matar, de preferencia– a todos los rivales importantes de Guzmán Loera (llegó a ser tan escandalosa la conducta gubernamental que el propio Calderón se vio orillado a negar públicamente que su administración brindaba protección al Chapo). Y mientras el régimen mexicano perdía credibilidad a pasos agigantados, la dependencia de Washington encargada del control del alcohol, el tabaco y las armas de fuego (ATF) emprendía las operaciones Receptor abierto y Rápido y furioso para proveer de armamento al Cártel del Pacífico y la DEA lavaba dinero para esa organización criminal y le compraba miles de kilos de cocaína. Por su parte, respetables corporaciones financieras como Wells Fargo, Bank of America, Citigroup, American Express, Western Unión y HSBC se dedicaban a dejar ciertas utilidades tan blancas como el polvo ilícito del que procedían.

La cereza del pastel (para tomar prestada la célebre expresión del comisionado para Michoacán Alfredo Castillo) de estos datos es la declaración de Phil Jordan, ex director del Centro de Inteligencia de El Paso, Texas, quien se mostró sorprendido por la captura del capo porque, según dijo en entrevista a Univisión, el narcotraficante sinaloense “metió mucho dinero a la campaña de Peña Nieto”, según “está documentado en inteligencia de Estados Unidos”. “No sé qué es lo que pasó, por qué lo arrestaron cuando les estaba pagando millones de dólares para que no lo tocaran, como pagó millones de dólares para que lo dejaran salir” (cuando se fugó de Puente Grande, a inicios de la presidencia de Fox), agregó. A pregunta expresa de su El Chapo pudo haber sobornado a agentes federales de la DEA y del Servicio de Aduanas de Estados Unidos, Jordan respondió: “con el dinero que tiene todo es posible, la corrupción no nomás existe en México, también existe en Estados Unidos”.

¿Para qué dice Jordan esas cosas, a estas alturas? Quién sabe. Tal vez sea un mensaje de las altas cloacas estadunidenses para sus homólogas mexicanas o acaso fue un mero acceso temporal de indiscreción . Lo cierto es que el ex funcionario suele ser claridoso y lo mismo fue capaz, recientemente, de echar de cabeza a la CIA y de señalarla como responsable de haber organizado el asesinato de la DEA Enrique Camarena Salazar en 1985, un delito por el cual estuvo preso desde entonces Rafael Caro Quintero. Cosas de la vida, éste fue puesto en libertad, sin mucho escándalo, poco después de que Jordan y otros dos ex agentes de inteligencia testimoniaron que Camarena fue asesinado porque descubrió que el gobierno de su propio país (Estados Unidos) estaba involucrado en el tráfico de drogas en México.

Lo cierto es que lo dicho por Jordan hace pensar que tal vez el IFE, el Tribunal Electoral y la Procuraduría General de la República actuaron con extremada ligereza cuando, a mediados de julio de 2012, se apresuraron a desechar los señalamientos de Andrés Manuel López Obrador en el sentido de que la campaña presidencial de su rival priísta había sido financiada con recursos de procedencia ilícita.

Y en conjunto, los hechos aquí referidos llevan a concluir que, efectivamente, todos estos años El Chapo Guzmán ha estado escondido en las cloacas, pero no en las de alguna ciudad sinalonese sino en las del sistema político. No está claro por qué o para qué decidieron ahora sacarlo de allí. No hay que descartar de antemano ninguna posibilidad pero es poco probable que lo hayan hecho por un deseo súbito de cumplir con la ley.





21.2.14

Venezuela entre las redes

Impresionante, no es Irak, es San Cristóbal”, tuitea @ANGEL_WICCANO

Claro que conmueve la entrega con la que miles de muchachas y muchachos salen a las calles para exigir un cambio. Y más conmueven las imágenes de golpeados, heridos y muertos en el curso de una manifestación. E indignan las fotos de brutalidad policial. En las redes sociales y en medios formales tan respetables como la cadena CNN y el diario ABC hay una catarata de escenas terribles y el primer impulso consiste en pedir sensatez y mesura a los gobernantes y un alto a la represión.

Poco a poco, sin embargo, se empieza a conocer que la foto de una muchacha arrastrada y pateada por efectivos antimotines, difundida en el sitio web de ABC y con la que se ilustra la barbarie del gobierno de Nicolás Maduro, no fue tomada en Caracas sino en El Cairo; que un joven con la cara reventada, exhibido por CNN como prueba de la ferocidad policial venezolana, fue agredido en realidad el año pasado, y no por policías, sino por simpatizantes del entonces candidato presidencial opositor Henrique Capriles; que la imagen de unos cadáveres ensangrentados en una morgue no viene de Maracay sino de Alepo, Siria; que el cartel con las imágenes de un hombre antes y después de una golpiza, profusamente distribuido entre los manifestantes del país sudamericano, toma su elemento principal de un testimonio de tortura en el país vasco que data de hace ocho años; que un estudiante llevado a rastras del pescuezo por un par de uniformados no corresponde a los enfrentamientos de este mes en Caracas sino a las marchas estudiantiles reprimidas en 2011 en Santiago de Chile.

La miseria que acompaña a los venezolanos desde que nacen es ilustrada con una foto en la que unos bebés duermen en cajas de cartón. Lástima que haya sido tomada en Honduras y lástima, también, que los recién nacidos finlandeses de las últimas seis décadas también han dormido en cajas reglamentarias, entregadas gratuitamente por el Estado. Gracias a la magia del copiar & pegar, un enorme grupo de manifestantes catalanes aparece de pronto en Táchira, a miles de kilómetros de su lugar de residencia. Los agentes del orden de Venezuela capturan a un hombre y deciden súbitamente replicar con él, pixel por pixel, una escena de abuso sexual tomada de una página porno. Escenas de represión ocurridas en Brasilia, Atenas, Sofía, Singapur y Buenos Aires se repiten en Caracas con los mismos personajes, las mismas ropas, la misma hora del día y hasta el mismo fotógrafo. Enormes peregrinaciones religiosas son convertidas –mediante una simple intervención en el pie de foto– en multitudinarias marchas opositoras. ¿Desmentidos, disculpas, aclaraciones? Ni una sola. Para qué.

Otra: bajo el encabezado “No es Irak; es San Cristóbal”, una foto muestra en panorámica cómo arde completa la ciudad de San Cristóbal (capital de Táchira) y uno se queda con el corazón arrugado a la espera de noticias sobre decenas de miles de muertos y miles de millones de dólares en daños. Pero las tales noticias no llegan nunca por la razón simple de que San Cristóbal nunca estuvo en llamas. Poco importa: en cuestión de minutos la imagen ha sido retuiteada cientos de veces. Curiosamente, ésta no genera una angustia masiva de personas interesadas en conocer el destino último de los sancristobalenses fallecidos en la hecatombe, pero sí una nueva oleada de indignación contra el régimen. Es cierto: al día siguiente los medios opositores van desde que la ciudad “amaneció paralizada y con comercios cerrados” hasta que “varias protestas se desarrollan en avenidas y calles” y que “las barricadas de basura quemada impidieron el paso de vehículos”. Los oficialistas afirman que los opositores atacaron la subestación eléctrica para dejar sin luz a la ciudad. Afortunadamente, la urbe no ha sido reducida a cenizas –no, al menos, por ahora– y los tuiteros más enardecidos se quedarán con las ganas de agregar “Nerón” a la larga retahíla de calificativos –criminal, fascista, dictador– que asocian con toda naturalidad al apellido Maduro. Estamos ante lo que Geovanna Campos ha llamado “la primavera del Photoshop”.

En Carúpano entra en pánico un automovilista idiota que se encontraba bloqueado por una manifestación nocturna, arrolla a la multitud, hiere a varios y horas más tarde un chico muere a consecuencia de las lesiones. El resultado: la consigna “Maduro, asesino de estudiantes”, difundida a mares dentro y fuera de Venezuela.

Otra: el martes 18 un grupo de pistoleros en moto dispara contra una marcha no autorizada de opositores en Valencia, estado de Carabobo, y deja varios lesionados, entre ellos Génesis Carmona una modelo de 21 años que fallece horas después. La avalancha antigubernamental no se hace esperar. Se omite, desde luego, que el gobernador estatal, Francisco Ameliach –del gobernante Partido Socialista Unificado de venezuela, PSUV– estuvo emitiendo desde días antes, tanto en los medios tradicionales como en las redes, la advertencia de que los opositores querían un muerto en el estado. “Grupos violentos de la MUD (Mesa de la Unidad, oposición) quieren un estudiante muerto. Medios de comunicación colaboren con la Paz”, había tuiteado el 14 de febrero, jornada en la que supuestos manifestantes incendiaron vehículos –incluido un camión revolvedor de asfalto que no estalló de milagro– y señaló como instigadores del vandalismo al político opositor Vicencio Scarano, y al funcionario de la Universidad de Carabobo Pablo Aure. Tras la muerte de Carmona, Ameliach explicó que si su oficina no autorizó la manifestación fue porque “es peligroso que esas marchas entren al centro de Valencia porque allí hay puntos planificados, con logística, con armamento, para arremeter contra los estudiantes”.

Dato inquietante: las imágenes –reales– de los grupos de provocadores encapuchados que acompañan a las manifestaciones y que se encargan de atacar a las fuerzas policiales (y a los manifestantes) se parecen mucho a las de los provocadores que han actuado en recientes ocasiones en el centro de la Ciudad de México con motivo de genuinas movilizaciones ciudadanas.

Es un hecho que la contención y la prudencia no abundan mucho que digamos en las redes sociales pero en ellas son igualmente infrecuentes las fugas generalizadas del sentido común como las que acompañan al conflicto en la patria de Bolívar, Chávez, Maduro y Capriles. Es cierto también que en ambas clases de cobertura de un punto caliente –la profesional y la tuitera– se corre el riesgo de que se nos cuele una falsificación. Ante el alud de mentiras contra el oficialismo se detecta una sola distorsión que tal vea proceda de las filas de los simpatizantes del gobierno. Es sarcástica: una flamante camioneta Hummer a la que se se ha pintado en el medallón la consigna “Maduro nos mata de hambre”.

Pero en el caso del actual conflicto venezolano la distorsión de los hechos en perjuicio del gobierno no es excepción sino regla y muestra, independientemente de la buena fe de muchos que contribuyen a difundirla, un afán deliberado por construir una percepción falsa de lo que realmente ocurre y de las causas y cauces de la crisis.

Otro asunto es el de los numerosos indicios que refieren una grosera intervención orquestada para desestabilizar al país sudamericano, en la que participan desde ultraderechistas serbios hasta figuras destacadas del partido de Mariano Rajoy. Pero, por hoy, el espacio ya se acabó.

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CRÓNICA DE UNA MUERTE ANUNCIADA:
GÉNESIS CARMONA Y EL
MODUS OPERANDI DEL GOLPISMO

(Clic para ampliar)

18.2.14

Felipe Calderón, una
vergüenza para México



La mala entraña que el michoacano le tiene al gobierno de Venezuela viene de tiempo atrás. Meses antes de ser impuesto en Los Pinos por una coalición de poderes fácticos, Calderón ya azuzaba a los representantes de Washington en contra de Hugo Chávez, como lo documentan los cables del Departamento de Estado filtrados por WikiLeaks. Ya puesto en el cargo, tuvo que tragarse su antichavismo por la simple razón de que no podía darse el lujo de sumar al lastre de su ilegitimidad el de los conflictos bilaterales que le heredó Vicente Fox, entre ellos uno, muy grave, con Venezuela. Sin llegar a tanto como reparar la relación entre ambos gobiernos, Calderón se contentó con la normalización mínima indispensable para remontar el estado cercano a la ruptura en que la había dejado su antecesor.

Concluida la usurpación, el individuo bajó de perfil en los reflectores y se ausentó del país, no tanto por razones de “seguridad”, como se dijo, sino por el repudio social de que es objeto, y se dejó contratar por Harvard. Pero, a menos de un año de haber dejado el cargo, el 21 de octubre del año pasado, cometió un extraño dislate: giró instrucciones al secretario de Relaciones Exteriores de Peña, José Antonio Meade, de que transmitiera (no dijo a quién) “mi más enérgica protesta” por el espionaje que la Agencia Nacional de Seguridad de Estados Unidos (NSA) mantuvo sobre la cuenta de correo electrónico de la Presidencia en los tiempos en que él la ostentaba de manera ilegítima.

Se entiende el berrinche porque el fisgoneo no tenía justificación, toda vez que el propio Calderón, por conducto de García Luna, dio manga ancha a los servicios de inteligencia del país vecino para que se enteraran de cuanto quisieran y supervisaran a placer las tripas del gobierno federal. Mucho menos comprensible, sin embargo, resultó la abrupta irrupción del ex en las atribuciones de su sucesor, el sedicente constitucional en turno, único responsable de dar órdenes a la Cancillería y a su titular.

Pero no fue un episodio aislado y, a lo que puede verse, Calderón no quedó satisfecho con haber sido una vergüenza para México a lo largo de seis años y pretende seguir siéndolo: a menos de cuatro meses de ese episodio, vuelve a las andadas y, justo en momentos en que el Ministerio venezolano del Exterior afirma que las protestas en contra de Nicolás Maduro fueron fraguadas en México, el michoacano lanzó una andanada tuitera –con munición propia y municiones retuiteadas– en contra del gobierno de Maduro. Lo de menos es el descaro con el que un individuo que alentó una masacre sin precedentes en el México contemporáneo se atreva a censurar los encuentros violentos en la nación sudamericana. Colmo de los colmos, el responsable máximo de las masivas violaciones a los derechos humanos entre 2006 y 2012, el artífice de la degradación sufrida por las fuerzas armadas mexicanas a raíz de su utilización estúpida en la “guerra” calderonista, difunde los decires de otro señor acerca de “la brutalidad de las fuerzas armadas venezolanas”.

Patetismos aparte, en la circunstancia actual el posicionamiento público de Calderón (además de lo que ande haciendo en lo oscurito, que eso también le encanta) ante la crisis política venezolana representa una provocación y un factor de tensión insoslayable en las relaciones bilaterales. Es imposible saber, por ahora, si actúa en sintonía secreta con Peña (al PRIAN siempre le resulta fácil ponerse en sintonía consigo mismo, como lo hizo con motivo de los fraudes de 2006 y 2012) o si se ha propuesto tripular post mortem (en el sentido sexenal) la política exterior mexicana como parte de sus sumisiones a Washington, en el marco de algún negocito privado o, simplemente, por mandato de sus estructuras mentales reaccionarias, entreguistas, antipopulares y violentas. A ver qué hace el peñato con eso.

Ojalá, por el bien de México, de Venezuela y de las relaciones entre los dos gobiernos y los dos pueblos, que Calderón no logre su propósito.


16.2.14

Fracasos literarios



Por ejemplo: una vez traté de escribir una novela de terror pero antes de llegar a la página 12 ya estaba tan cagado de susto como Moctezuma con el Mastelejo. No es que mi engendro fuera bueno sino que, malos o buenos,  los relatos de miedo me dan miedo. Le pedí a la que era mi novia que se fuera a sentar conmigo para no estar solito mientras tecleaba y ella se decepcionó tanto que me dejó, por chambón y por culero. Me quedé con el ego lastimado, sin novia y sin novela. El susto me duró un poco más.

13.2.14

Autodefendámonos


Disculparán la simplificación: en décadas recientes el Estado, conducido por operadores al servicio de los grandes capitales, ha ido abandonando sus obligaciones legales en casi todos los ámbitos. Pero como la iniciativa privada no puede llenar todas las ausencias, porque no tiene la suficiente masa crítica financiera, o bien no quiere, porque se trata de invertir en actividades poco rentables, se redescubrió, por ahí de los años setenta del siglo pasado, el “tercer sector”, que es una propuesta para cubrir la orfandad por medio de una voluntad ciudadana organizada y solidaria. Causó furor el libro de Johan Van Lengen Cantos del arquitecto descalzo y la divisa “sin afán de lucro” se convirtió en patente de honestidad y de buena onda. Había nacido el oenegenismo moderno, que tantos resultados positivos ha tenido en la promoción de derechos humanos, causas de género, visibilización de los invisibles, protección a grupos vulnerables, desarrollo sustentable, luchas ambientales y comercio justo, y que ha hecho posible, también, la realización de pingües negocios al amparo de actividades “no lucrativas”.

En México, los gobiernos neoliberales han transferido toda suerte de potestades antaño reservadas a las instituciones públicas a empresas privadas. La seguridad, por ejemplo. Hasta hace unas décadas las únicas corporaciones privadas con armas eran las que se encargaban del traslado de efectivo (y que tienen un historial negro en materia de abusos, prepotencia y autoasaltos) y las hordas de guaruras, generalmente irregulares, encargadas de cuidar a picudos de la política, las finanzas y el espectáculo. Hoy no hay edificio de oficinas, condominio horizontal o fábrica que no tenga a sus puertas a varios elementos de alguna empresa de protección con algún logotipo que recuerda al del FBI.

Los servicios de seguridad privada son caros, es decir, el contratarlos queda fuera de las posibilidades económicas de la gran mayoría de la población. Sin embargo, el auge delictivo consustancial a la imposición del modelo neoliberal (por estos días, Salinas de Gortari se pavonea sin ningún pudor mientras se jacta de haberlo implantado) afectó, más temprano que tarde, a todas las personas, independientemente de su posición económica. Hace 15 o 20 años sólo se consideraba secuestrable quien tuviera una cuenta corriente bien abastecida y una abundancia de posesiones e hiciera ostentación de ellas. Ya en el sexenio de Fox el secuestro afectaba a profesionistas y a pequeños empresarios y a sus familiares, y las sumas del rescate exigidas podían ser de 20 mil pesos. Hoy, la gran masa de candidatos a la privación ilegal de la libertad no está conformada por magnates sino por individuos en extrema indefensión: migrantes, menores de familias de escasos recursos, habitantes de barrios marginales. El “secuestro express”, la extorsión y el tráfico de personas han “democratizado” la victimología de la delincuencia y han llevado a la criminalidad a incursionar en la práctica capitalista de la economía de escala. Un componente fundamental de este fenómeno es la creciente descomposición de las corporaciones policiales –federales, estatales y municipales–, entre las cuales es frecuente encontrar cómplices o ejecutores directos de agresiones delictivas contra ciudadanos de todas las clases sociales.

Felipe Calderón intentó encauzar la angustia social provocada por el auge delictivo con una de las propuestas más perversas fraguadas durante su desgobierno: la “corresponsabilidad” de la ciudadanía en la recuperación de la seguridad pública, ya perdida para entonces en buena parte del territorio nacional. La parte medular de esta idea era convertir a los ciudadanos en general en soplones de la policía, dada la incapacidad de ésta para realizar una mínima tarea de inteligencia que le permitiera derrotar a los grupos delictivos. Así considerada, era una propuesta peligrosa, no sólo porque, ante la infilitración de las instituciones policiales por la delincuencia existía el riesgo de que los delatores fueran delatados a su vez ante sus acusados –y descuartizados a la brevedad, como ocurrió en innumerables casos–, sino también por el riesgo de que cualquier persona poco escrupulosa convirtiera una rencilla personal en un motivo de denuncia anónima.



Pero lo más grave es que el disparate de Calderón era abiertamente contrario a la Constitución, la cual señala de manera inequívoca, en su artículo 21, que “la investigación de los delitos corresponde al Ministerio Público y a las policías” y que “la seguridad pública es una función a cargo de la Federación, el Distrito Federal, los estados y los
municipios”. El precepto de la Carta Magna refleja, a su manera, el principio bien conocido de que el monopolio de la fuerza y de la procuración e impartición de justicia debe recaer en el Estado. La ciudadanía no tiene porqué andarse cuidando de los delincuentes: para eso paga impuestos a una autoridad que se encarga de hacerlo. Por lo demás, una sociedad organizada en hordas de individuos armados deja de serlo y se convierte, muy pronto, en un escenario característico de la caída de una civilización (Mad Max).

Pero los gobiernos neoliberales han incumplido en forma sistemática sus obligaciones en materia de seguridad (además de que han degradado el tejido social y han orillado a cientos de miles o millones de personas a integrarse a alguna de las modalidades de la delincuencia) y han dejado regiones enteras al arbitrio de los cárteles. Como resultado de ello, hoy el “Tercer Sector” empieza a ocuparse también del tema. Si hubiera que describir de alguna forma a las autodefensas michoacanas, habría que concebirlas como una suerte de institución de asistencia privada (iap) en armas, en contraposición a los Caballeros Templarios, definidos (y bien definidos) por uno de sus cabecillas como “empresa”: una empresa que ocupó el espacio dejado por el gobierno en plena retirada neoliberal.

Las innumerables declaraciones del doctor Juan José Mireles, de Estanislao Beltrán, Papá Pitufo, y de Hipólito Mora, rezuman olor a honestidad. Es posible también que las acusaciones en contra de Juan José Farías, El Abuelo, sean una de esas fabricaciones con testigos protegidos fraguadas durante el calderonato y su productor televisivo Genaro García Luna (y si fuera el caso, es una pena que el comisionado federal Alfredo Castillo Cervantes, en vez de contar con la información pertinente, se escude en su inocencia angelical para justificar su encuentro de días pasados con ese pretendido operador del cártel de Los Valencia). Quién sabe si las autodefensas michoacanas surgieron por acción encubierta (del gobierno, de grupos delictivos, de empresas mineras) o por mera omisión evidente del gobierno. El problema es que, independientemente de la buena o mala voluntad de sus líderes e integrantes, son un fenómeno ominoso y difícilmente controlable. Un ejemplo: desde que entraron en Apatzingán se acumulan los testimonios sobre cateos, allanamientos y capturas ilegales y sobre golpizas a individuos detenidos de manera conjunta por los civiles armados y la Policía Federal.

Lo peor de todo es que el ejemplo cunde y que hoy se multiplica el llamado: “autodefendámonos”.



11.2.14

El enorme poder
de la palabra


Matar es caro y la mafia, que es una empresa en busca de rentabilidad, como cualquier otra, rara vez asesina sin motivo. La ejecución de un periodista casi siempre recae en alguna de las piezas de la red mafiosa: la central, la sucursal, la subcontratada, la aliada, la distribuidora, la representante, la que encubre, la que omite, la que distrae, la que tolera la impunidad.

Y cuando la mafia –cualquiera de sus tentáculos– hace su cálculo costo/beneficio y decide matar a un informador a pesar de la previsible indignación que causará el crimen, es porque el trabajo de la víctima causa un perjuicio severísimo a los intereses de los homicidas (aquí siempre hay que hablar en plural, pues no cabe la tesis del asesino solitario).

¿Por qué mata la mafia –alguna de sus partes– a un periodista? Porque teme al enorme poder de la palabra.

Del encuentro Farías-Castillo



“El juzgado segundo federal concedió al Ministerio Público Federal, dentro del expediente 118/2009, un arraigo de 40 días contra Juan José Farías Álvarez, El Abuelo, quien fue detenido por elementos del Ejército en días pasados. Farías Álvarez es identificado como lugarteniente del cártel de Los Valencia, que opera principalmente en Michoacán, además de que lidera esa organización en Tepalcatepec. Según la PGR, al momento de ser detenido en el municipio de Buenavista Tomatlán, Michoacán, El Abuelo portaba una pistola y un paquete de mariguana.”

“Cuando entré a la bodega, a mí se me acercó una persona y me dijo: ‘Oiga, quiero decirle que yo soy fulanito de tal’. Yo no ubiqué el nombre ni ubiqué a la persona; yo ni sabía (…) Ahí estaban el jefe de la Policía Federal, estaba el jefe de la Zona Militar de ahí, y en ningún momento nadie me hizo señalamientos sobre esta persona”.
Comisionado federal en Michoacán, AlfredoCastillo Cervantes.

“Los últimos 10 años he estado relacionado con el trato con delincuentes, aprendes a distinguir quién es un delincuente y quién actuó en una circunstancia.”
Comisionado federal en Michoacán, Alfredo Castillo Cervantes.

“Son gentes que se cuelan, es muy difícil el cuidarse de quienes están por ahí presentes… son reuniones un tanto abiertas, el día que fuimos a Tepalcatepec, había alrededor de 400 gentes es decir, ¿Qué se hace?”
Fausto Vallejo Figueroa, gobernador de Michocán.

‘‘Alguna razón debe haber habido (para el encuentro) y no necesariamente una mala razón; puede ser incluso una buena razón.”
Jesús Murillo Karam, procurador general de la República.

–Tengo entendido que el señor Farías no sólo asistió a una reunión con el comisionado Castillo, sino que está con ustedes desde antes que las autodefensas salieran a la luz.
–Es de los iniciadores de la lucha. Ha estado al pendiente (...) y no tiene mala reputación. Es alguien que genera empleos, que tiene su ganado.
Estanislao Beltrán Torres, Papá Pitufo, líder de autodefensas, en declaraciones a Arturo Cano.

–Presentan el asunto como si se hubiera colado en una reunión privada, pero no es así.
–¿Cómo es?
–Desde meses antes del surgimiento de las autodefensas, el gobierno se comenzó a reunir con la gente de Tepalcatepec. Las reuniones, a las que acudían militares, se hacían en un salón de fiestas que es de Farías, el cual está en la salida a Coalcomán.
“En Tepalcatepec el mero mero es El Abuelo, no el doctor Mireles”.
Integrantes de autodefensas, en declaraciones a Arturo Cano.

“Tuve conocimiento de este encuentro ya cuando se estaba realizando, pero yo me reservo la opinión, no quisiera opinar, está difícil la situación”.
Guillermo Valencia, alcalde (en el exilio) de Tepalcatepec, sobre la reunión Farías-Castillo.

El Abuelo es de Tepalcatepec y es un hombre serio, respetado y de palabra que defiende a su pueblo (…) Yo estuve en la reunión allá en Tepalcatepec y yo nunca vi a Juan ahí, yo nunca lo vi, yo no lo vi platicando con él… con Alfredo Castillo. Yo sé que estuvo en la cárcel por una pistola que le agarraron (…) No sabía de esas otras cosas de que se le está acusando. Estoy sorprendido”.
Hipólito Mora, jefe de autodefensas, en entrevista con Carmen Aristegui.

“Que el gobierno federal se encargue de esa investigación y se limpie lo que se tenga que limpiar... que limpie (a las autodefensas), yo siempre he querido estar del lado de la ley esto nació precisamente para limpiar a Michoacán de criminales, que el gobierno federal investigue”.
Hipólito Mora, jefe de autodefensas, a Reforma.

‘‘En Michoacán el que está actuando es el Estado, el gobierno.’’
Jesús Murillo Karam, procurador general de la República..

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Agregado del 12/02/2014:

“Aquí en México eres culpable hasta que demuestres lo contrario. Y al final se demostró. Me absolvieron de delincuencia organizada tras dos años y diez meses de proceso. Pero me dijeron: 'por el arma te van tres años”.
Juan José Farías Álvarez, El Abuelo