31.12.12

Saludo


La vuelta al Sol no es cima, no es abismo
ni es especial la forma en que amanece
esta primera luz de 2013
y su primer café sabe a lo mismo.

Se habrá de decidir si este guarismo
en una inercia estéril permanece
o si es fértil pulsión en la que crece,
amoroso y vital, el optimismo.

Decide tú, decide por tu vida
si continuar la senda de la norma
por otros y de antaño definida

o si mirar las cosas de otra forma
y sigues, y le das la bienvenida
al impulso que cambia y que transforma.


26.12.12

Piedad inanimada


Pensándolo bien, los seres más desamparados de este mundo son los objetos. Pobrecitos, carajo. De verdad, pobrecitos.

24.12.12

Felicitación navideña
desde el Reclusorio

Doctor Miguel Ángel Mancera Espinosa,
jefe de Gobierno del Distrito Federal:

Muy buen día tenga usted, doctor; el motivo de esta carta es para desearle una feliz Navidad y, claro, un próspero año nuevo, que disfrute de la deliciosa cena en compañía de toda su familia en un marco de felicidad, bondad, alegría y respeto.

Sé que usted tendría los mismos deseos hacia mi persona, pero desafortunadamente yo no podré disfrutar de todo lo que le deseo, ya que me encuentro preso en el Reclusorio Varonil Norte. Supongo que usted debe conocer mi caso y el de mis 12 compañeros y, claro, mi compañera Rita, pero para qué recordarle e incomodarlo con historias que no van de acuerdo con esta temporada navideña (como el plantón de la CNTE que hace ver fea su majestuosa pista de hielo en el Zócalo), para qué atormentarle de cómo sufrí la bestialidad de los cuerpos policiacos; la altanería, abusos e incompetencia de la PGJDF, y de la forma arbitraria con la que fui conducido a este reclusorio.

Dejemos esos malos recuerdos, dignos de pasar al libro de la historia penosa de México, ya que en esta Navidad mi familia tratará de pasar una Nochebuena, aunque para serle sincero, todas nuestras familias continuarán en el infierno de tener a un ser querido en el reclusorio de forma injusta, ya que la verdadera justicia sólo es para la gente rica y poderosa, como usted debe saber. Pese a todo esto, de corazón, Dios lo bendiga. 

Sandino Jaramillo R.


23.12.12

Cuando miro
las palmas
de tus manos


me vienen ganas de quedarme quieto,
sin hacer otra cosa que verlas,
por unos años.

Siento el impulso de olfatearlas
para conocer la raíz
de tu perfume y de tu agrura.

Quiero sobrevolarlas
en un vuelo rasante y despacioso
con las yemas de los dedos
a milímetros de distancia
y dejar que se posen
con la suavidad de los globos.

Cuando veo las palmas de tus manos
querría poseer las aptitudes
del geógrafo y del geómetra,
para volverlas mapa,
para estudiar sus formas.

Llega también, es cierto,
el afán de besarlas
con un roce de labios
y luego, aterrizar la boca entera,
lamerlas, succionarlas,
como se aferra el náufrago
del mar o del desierto
a la primera fruta de su supervivencia.

Al contemplar las palmas de tus manos
las querría posadas en mis sienes;
tapándome los ojos,
como un antifaz de carne;
imagino que se deslizan
entre los botones de tu blusa
y activan los botones de tu pecho,
ya despojado de la blusa;
que viajan a tu sexo y al mío,
que son dos invitadas amorosas
en el espacio genital,
un par de extrañas que se suman
y que son bievenidas
y que fusionan humedades
y que corren por ellas
tus líquidos, mi semen, nuestras lágrimas.

Pero la más intensa
de las cosas que pienso,
la más cachonda fantasía
que me viene a la mente
cuando miro las palmas de tus manos,
es convertirme en surco,
en un pliegue pequeño en tu epidermis
junto a tu línea de la vida, ser un signo
en la piel de las palmas de tus manos.


18.12.12

Mancera y los 14


En México hay inocentes encarcelados y muchos más delincuentes libres. De entre los primeros destacan 14 que fueron detenidos durante la cacería de ciudadanos emprendida en el centro de la ciudad por la policía capitalina el 1 de diciembre luego de los enfrentamientos provocados alrededor de San Lázaro. La cosecha de las fuerzas del orden fue de más de un centenar de personas, de las cuales 27 fueron liberadas horas después, 69 fueron consignadas y de éstas 56 fueron puestas en libertad por la jueza María del Carmen Patricia Mora Brito, la cual dejó en prisión, en forma aleatoria, según los elementos disponibles, a otras 14. Para entonces ya estaba documentado que los efectivos policiales del Distrito Federal habían recibido la orden de capturar a la mayor cantidad de gente posible, sin importar que no hubieran tenido participación en el vandalismo y los destrozos.

Algunos de los 14 aún presos habían acudido en actitud pacífica a las movilizaciones de protesta por la consumación del proceso electoral fraudulento de este año. Otros fueron a indagar por la situación de amigos o compañeros que ya habían sido detenidos en forma no menos arbitraria. En un par de casos, los ahora imputados se limitaban a tomar fotos y video de los disturbios escenificados por la policía y los provocadores. Uno más estaba en su sitio habitual de trabajo cuando fue capturado. Ellos son Rita Emilia Nery Moctezuma, Enrique Rosales Rojas, Jorge Dionisio Barrera Jiménez, Daniel García Vázquez, Stylianos García Vackimes, Roberto Fabián Duarte Grcía, Carlo Miguel Ángel García Rojas, Obed Palagot Echavarría, Alejandro Lugo Morán, Sandino Jaramillo Rojas, César Llaguno Romero, Eduardo Daniel Columna Muñiz, Osvaldo Rigel Barrueta Herrera y Bryan Reyes Rodríguez. Un quinceavo, el periodista rumano Mircea Ioan Topoleanu, fue arrestado cuando tomaba fotos del enfrentamiento. Los policías le robaron la cámara fotográfica y luego fue entregado, en forma injustificada y arbitraria, al Instituto Nacional de Migración.

Cuando Miguel Ángel Mancera asumió la jefatura del gobierno del Distrito Federal el 6 de diciembre, tenía ante sí tres deberes coyunturales y perentorios: identificar, capturar y consignar a los verdaderos autores materiales e intelectuales de la violencia y los destrozos cometidos seis días antes; presentar ante la justicia a los responsables materiales e intelectuales de las graves violaciones a los derechos humanos perpetradas por la policía, y girar instrucciones a la procuraduría capitalina para que se desistiera de las acusaciones contra los presos, no sólo porque hay pruebas de su inocencia sino porque fueron detenidos en forma irregular y en el marco de un operativo policial ilegal.

Hasta ahora Mancera no ha hecho ninguna de las tres cosas y, en el caso de los encarcelados, ha preferido lavarse las manos y pasar la papa caliente al Poder Judicial. Ya sea que obedezca a la pusilanimidad, a una mentalidad autoritaria o a un afán de congraciarse con Enrique Peña Nieto –el principal interesado en llevar a sus límites un escarmiento contra el movimiento #YoSoy132 y contra las resistencias en general a su presidencia comprada–, la actitud del jefe de gobierno es insostenible. Mancera parece no darse cuenta que el mantener en la cárcel a personas cuya inocencia está documentada resulta un agravio para el electorado que lo puso en el cargo.

Muy pocas personas en esta ciudad capital desean el caos, la violencia y la impunidad. Por ello, el repudio al vandalismo perpetrado el 1 de diciembre ha sido casi unánime. Sin embargo, de allí a enviar a prisión a personas inocentes hay mucha distancia. La mayoría de los votantes capitalinos desea para su demarcación justicia efectiva, no justicia simulada; sometimiento de los agentes del orden a la legalidad, respeto a los derechos humanos y, sobre todo, atención y no criminalización para los jóvenes. Si la ciudadanía defeña hubiese querido una autoridad represiva, arbitraria y policial, de esas que fabrican culpables para lucirse ante la opinión pública, hoy la jefatura de gobierno no estaría en manos de Mancera, sino en las de Isabel Miranda de Wallace; y si hubiera querido seguir sufriendo las artes priístas de la provocación, le habría entregado el Ayuntamiento a Beatriz Paredes. O sea que, de inicio, el actual jefe de gobierno está faltando a su mandato.

En el ámbito federal Peña no le debe la Presidencia a la voluntad popular sino a Televisa y a las tarjetas Monex y Soriana. El DF es distinto: aquí la autoridad representa a los votantes y si el jefe de gobierno persiste en desconocer el sentido de su encargo la ciudadanía se lo va a demandar.

13.12.12

¿Y cómo viene
el fin del mundo?



Bueno, los astrónomos y los astrofísicos contemporáneos dicen que será gradual: conforme al Sol se le agote el hidrógeno del tanque y se hinche y se ponga colorado, la Tierra se secará, perderá su atmósfera y, ya convertida en un pedrusco chamuscado, terminará siendo engullida por la bola de fuego monstruosa y agonizante en que se habrá convertido el disco solar antes de colapsar sobre sí mismo y transformarse en una enana blanca de esas que parece que no matan a una mosca. Eso, suponiendo que no ocurra antes una colisión con algún asteroide grandulón. Pero no hay razón para preocuparse ante tal perspectiva porque no se concretará antes de cinco mil millones de años y para entonces no quedarán ni fósiles de los seres humanos. Es decir, entre este diciembre de 2012 y el fin del planeta nos separa un lapso siete millones de veces mayor que el que hay entre nosotros y los dinosaurios, que es nomás de 65 millones de añitos.

Esta cultura o esta incultura nuestra ha resultado escatológica en sus dos acepciones: por una parte, al cristianismo le encantan las fantasías masoquistas sobre éskhatos, es decir, sobre “lo último” (juicios finales, infiernos, colapsos de la civilización, fines del mundo) y de allí las profecías de temporada, que igual pueden ser atribuidas a Nostradamus que a unos sacerdotes mayas; por la otra, adora hurgar en la caca (skatós), como puede colegirse de la proliferación de publicaciones sensacionalistas, reality shows y chismarajos espumeantes acerca de los usos y costumbres privados de las personas célebres. En una puntualización divertida y escandalizada, el difunto Leonardo Castellani, sj, señalaba:

“Hay dos palabras morfológicamente parecidas en español: ‘escatológico”, que significa pornográfico –de skatós, término griego que significa ‘excremento’–  y ‘esjatológico’, que significa ‘noticia de lo último’ –de éskhaton, ‘lo último’–  las cuales son confundidas hoy día, por descuido o posdescuido o ignorancia o periodismo, incluso en los diccionarios (Espasa, Julio Casares); de modo que, risueñamente, el apóstol San Juan resulta un escritor ¡pornográfico o excremental!”

Tal vez la homonimia no sea tal, si se considera la metáfora “esjatológica” (para darle gusto al buen Castellani) de un mundo que se va a la mierda o que se hace ídem por efecto del cambio climático o de la hinchazón final del Sol, por previsión del alucinadote de Juan de Patmos, presunto autor del Apocalipsis bíblico, o por programación de unos sabios mesoamericanos un tanto hipotéticos que, cuando ordenaron esculpir no sé qué fecha en una estela, seguramente estaban pensando en algo muy distinto al fin del mundo. No tiene mucha importancia. El caso es que ahí vamos otra vez con la misma cantilena, y como ahora no había cometas ni asteroides al alcance de la mano, ni error del año 2000 (el ahora olvidado Y2K), ni un verso fumado en las Centurias de Michel de Nôtre Dame, alguien se fijó en la estela 6 de Tortuguero, sitio arqueológico situado en Macuspana, Tabasco, para inventarse el apocalipsis en ciernes. En ella se fijó el final del 13 Bak’tun para el 4 ahau 3 kankin (que cae el 21 o el 22 de diciembre próximo) y, con él, el fin de la quinta cuenta larga (poco más de cinco mil años). Me parece que no tenemos la menor idea de para qué querían unidades de tiempo tan dilatadas los mayas del periodo clásico.

En años recientes hemos presenciado tantas profecías sobre el inminente fin del mundo (fallidas, claro, porque si hubiera parque no estaría Ud. aquí) que el embuste del  13 Bak’tun ha sido explotado más bien a partir de explicaciones tranquilizadoras y “racionales”: no, qué barbaridad, cómo creen: en realidad los mayas no quisieron decir eso que se les atribuye sino, más bien, que el 21 (o el 22) comenzará una etapa de cambios trascendentales, o una renovación, o una transición hacia algo, o el surgimiento de una energía cósmica positiva propicia para la transformación; es recomendable, en consecuencia, que abras tu espíritu a los cambios, expulses de ti las vibras negativas y afines tu percepción para captar las ondas que anuncian la nueva era. No faltan, de paso, quienes aprovechan para vender viajes a sitios con alto contenido energético (puede ser el Tíbet o Teotihuacán), terapias zodiacales, inmersiones en el flujo celeste y proyecciones de psicomagia en la frecuencia de la esoteria de fusión, en la que los aromas del budismo zen armonizan (¡claro!) con los baños de temazcal y con las ensaladas de flores de Bach, ricas en fibra. Uf, mejor sería quedarse con los delirios de Juan de Patmos, que por lo menos chorrean truculencia y no se andan con pretensiones de buena vibra.

Por supuesto, al mundo le importa un comino su pretendido fin, la supuesta transición hacia algo o el inicio de una era de sutiles mutaciones metagalácticas y todos los días, o más bien a cada hora, inaugura ciclos cortos y largos de cambios, transformaciones, transiciones y también, por qué no decirlo, regresiones y caídas a las peores oscuridades. Ni los adivinos mayas de esta fábula ni Ugo Buoncompagni, mejor conocido como Gregorio XIII, y a cuyo apodo de Papa debe su nombre el calendario que hoy se usa en la mayor parte del planeta, tenían razones para interesarse por algo tan remoto y sin sentido como nuestra época, y hay motivos para dudar que el Cosmos tenga alguna noción de las menudencias calendáricas que nos desvelan o que, al menos, nos hacen caer en garras de mercaderes inescrupulosos.

Habría que agregar, de paso, y sin ningún afán peyorativo, que los conocimientos cronológicos desarrollados por la cultura maya, admirables sin duda, eran un instrumento indispensable de cualquier civilización de la antigüedad basada primordialmente en la agricultura, y que la asiria, la caldea, la egipcia y la china, entre muchas otras, realizaron codificaciones y mediciones cronológias de precisión comparable a los sistemas calendáricos mesoamericanos.

En suma, aquí no pasa nada adicional a lo que ya está pasando. Pero entre que son peras o que son manzanas, ustedes pónganse cómodos, preparen palomitas para observar el espectáculo (no puede haber un juicio final decoroso sin fuegos artificiales) y no se rían, que la risa es diabólica y ofensiva al Señor, como lo estipularon en su momento  Juan Crisóstomo, patriarca de Constantinopla, y Agustín de Hipona, Padre de la Iglesia. Ya viene el fin del mundo y andaremos con un gran ajetreo, así que nos vemos después. Y si se topan con algún vendedor de apocalipsis en cualquiera de sus versiones, sorrájenle esto:

Este juicio final sobrevendido,
este último momento cacareado,
es causa de jolgorio y no de enfado
para el mundo prosaico y descreído.
Así será por siempre y así ha sido:
mercachifle no falta que, avispado,
nos presente como hecho comprobado
algún apocalipsis, y haga ruido.
Hoy ocurre lo mismo: la quiniela
del partido final está sin falla
esculpida en la piedra de una estela.
Embaucador infame, mal te vaya;
vé a contarle más cuentos a tu abuela
y caiga en ti la maldición del maya.





Va por l@s pres@s


11.12.12

1-D: Vandalismo
de Estado


Una chava de 16 años, herida por una bala de goma el 1 de diciembre (http://www.radiozapote.org)

En los diez días transcurridos desde el 1 de diciembre han aparecido muchos documentos sobre la violencia de ese día en las calles de la capital y de otras ciudades del país en el marco de la toma de posesión de Peña Nieto. Por ejemplo, el video que muestra a individuos embozados y armados con cadenas y palos que se mueven tranquilamente, entre los uniformados, atrás de la primera línea del cerco de la Policía Federal al palacio de San Lázaro; o el que vincula de manera inequívoca un disparo de arma de fuego, efectuado tras las vallas instaladas por esa corporación, con la grave lesión sufrida por el profesor Juan Francisco Kuy Kendall; o las fotos de los federales provistos de fusiles de asalto, divulgadas desde días antes de que el secretario de Gobernación, Miguel Ángel Osorio Chong, jurara ante los medios que en el operativo de ese día no se les permitió portar “cualquier tipo de arma que pudiera dañar a cualquier ciudadano” (sic).

O los videos que exhiben la impunidad con la que pequeños grupos de vándalos causaron destrozos por medio centro histórico y agredieron tranquilamente a la policía capitalina, documentos con los cuales los medios electrónicos fabricaron una suerte de flagrancia virtual para justificar la detención de cualquier persona; o las grabaciones de los arrestos de personas que no habían cometido delito alguno y que muestran en forma fehaciente lo que días más tarde confesó un policía anónimo al columnista de este diario Julio Hernández López: que lo perpetrado por las fuerzas del orden del Distrito Federal fue una cacería de inocentes.

De 69 personas que fueron consignadas por “alterar la paz pública”, 56 salieron libres por falta de pruebas y a otros 14 ciudadanos se les inició causas penales por delitos menores, aunque tampoco haya pruebas contra ellos y sí, en algunos casos, documentos que prueban su palmaria inocencia.

Los elementos disponibles hasta ahora indican, pues, que lo ocurrido el 1 de diciembre fue vandalismo de Estado y que fueron las autoridades las que detonaron la violencia y las que propiciaron la destrucción material, cifrada en casi mil millones de pesos por el cálculo hiperbólico de un membrete de comerciantes de esos siempre dispuestos a dar munición al discurso oficial. En esa misma lógica, en su canto de cisne como gobernante capitalino y como político progresista Marcelo Ebrard dijo no sé qué contra la violencia. Mientras tanto, Peña y los miembros de su camarilla pleistocena se frotaban las manos de gusto por haber matado varios pájaros de un tiro, aunque el saldo incluyera también a varios humanos lesionados de gravedad: habían logrado erigirse en gobierno federal, habían desacreditado a #YoSoy132 y a otros movimientos sociales como bárbaros y violentos y habían conseguido, además, uncir al gobierno capitalino a las lógicas represivas que han acompañado al PRI desde siempre.

En pocos días, sin embargo, la verdad ha ido saliendo a la luz. Lo que hubo el 1 de diciembre fue un acto de provocación montado desde las cúpulas del poder público federal, el cual lanzó a grupos de choque a causar destrozos con el fin de tener un pretexto para emprender una represión de gran calado que terminara de una vez con la repulsión social que causa el ver a Peña Nieto con una banda presidencial comprada. No lo lograron: sin duda, mucha gente se asustó –y con razón– ante la brutalidad policial exhibida; mucha más se creyó la prédica de los loros del régimen –“la culpa es de AMLO y de #YoSoy132”–; hay heridos de gravedad, cerca de un centenar de personas conocieron el horror de una privación ilegal de la libertad a manos de las fuerzas policiales y 14 de ellas siguen en la cárcel. Aunque en un primer momento esos saldos parecieron acelerar el reflujo en que se encuentran los movimientos antirrégimen en general, pero no los desbandaron: por el contrario, les dieron la razón y confirmaron la justeza de su causa.

En cambio, Peña, Manuel Mondragón y Kalb y Miguel Ángel Osorio Chong están en un predicamento: son ellos los jefes de quienes le abrieron la cabeza a Kuy Kendall y le sacaron un ojo a Uriel Sandoval y aunque el procurador Jesús Murillo Karam mire hacia otro lado, ha de exigirse el esclarecimiento pleno de esos delitos es ineludible. Otro tanto ocurre con los atropellos perpetrados por la policía capitalina: Ebrard le debe muchas explicaciones a la sociedad que lo hizo jefe de gobierno y su sucesor, Miguel Ángel Mancera, no podrá seguir escurriendo el bulto ante la responsabilidad de su antecesor en el cargo.

Se equivocaron. 2012 no es 2006, el Centro Histórico no es Atenco y el vandalismo de Estado es ya inocultable, repugnante e inadmisible para la mayor parte de la sociedad.

10.12.12

Retorno a
viejas lecturas

Dibujo de Melecio Galván

México, D. F., 1 de diciembre de 2012.- Qué iba yo a imaginar, a mediados de los setenta del siglo pasado, que a la vuelta de las décadas volvería sobre las páginas de este librito de Víctor Lvovich Kibalchich, más conocido como Victor Serge, Lo que todo revolucionario debe saber sobre la represión. Va un fragmento y el enlace al texto completo:

“En 1917, la autocracia se derrumbó sin que las legiones de soplones, de provocadores, de gendarmes, de verdugos, de guardias municipales, de cosacos, de jueces, de generales, de popes, pudieran desviar el curso inflexible de la historia. Los informes de la “Ojrana” redactados por el general Globachev constatan la proximidad de la revolución y prodigan al zar advertencias inútiles. Lo mismo que los más sabios médicos llamados para asistir a un moribundo no pueden sino constatar, minuto a minuto, los progresos de la enfermedad, los omniscientes policías del imperio veían impotentes cómo el mundo zarista se precipitaba al abismo.”

Lo que todo revolucionario
debe saber sobre la represión

Versión en PDF descargable

9.12.12

El secretario mentiroso



“De parte de la autoridad federal se cuidó hasta el último que pudieran traer algún tipo de arma, no sólo las balas de goma (sino) cualquier tipo de arma que pudiera dañar a cualquier ciudadano”.

Miguel Ángel Osorio Chong, secretario de Gobernación, sobre las lesiones graves sufridas por varios manifestantes el 1 de diciembre de 2012, en las inmediaciones del Palacio Legislativo de San Lázaro)
(La Jornada, 7 de diciembre de 2012, p. 5)


(Fotos: Reforma, 7 de diciembre de 2012)