30.11.11

Promesas de Calderón


El pasado 14 de octubre, Felipe Calderón le prometió protección a Nepomuceno Moreno Núñez (de espaldas, en la foto) ante las amenazas de muerte que éste había recibido por buscar a su hijo, secuestrado por policías.

El lunes pasado, en Hermosillo, mataron a Nepomuceno. Y Calderón, como Johnnie Walker, sigue tan campante.




29.11.11

Carta abierta


Señor Felipe de Jesús Calderón Hinojosa:

Pienso que en su momento usted habría debido iniciar un procedimiento legal verosímil para esclarecer las maniobras oscuras realizadas con dinero público por Manuel y Jorge Bribiesca Sahagún; que debió iniciar una averiguación previa contra Francisco Ramírez Acuña por su presunta responsabilidad en casos de tortura (Guadalajara, mayo de 2004); que usted habría debido iniciar querellas contra Eduardo Medina Mora, Wilfrido Robledo Madrid, Enrique Peña Nieto y Miguel Ángel Yunes, entre otros, por las violaciones cometidas por policías federales y estatales contra activistas y/o simples ciudadanos de San Salvador Atenco; y que debió actuar contra Juan Camilo Mouriño, quien, como presidente de la Comisión de Energía de la Cámara de Diputados, y luego como coordinador de asesores en la Secretaría de Energía, intervino en la firma de contratos entre el gobierno federal y empresas de su propia familia; y que habría debido imputar por presunto encubrimiento a su ex secretario de Comunicaciones y Transportes, Luis Téllez Kuenzler, pues éste dijo saber que Salinas de Gortari se robó, en el tiempo en el que ejerció la jefatura del poder ejecutivo, la mitad de la partida secreta; y que usted tenía la obligación de hacer algo legal contra Genaro García Luna, quien contravino de manera pública y flagrante una prohibición contenida en el artículo 37 constitucional.

Creo también que el conjunto de las fuerzas policiales y militares comandadas por usted habrían debido capturar y presentar ante los tribunales correspondientes a Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, y a otros presuntos cabecillas de organizaciones dedicadas al narcotráfico y a otros delitos; que usted ya se tardó en pedir la extradición de los funcionarios estadunidenses que urdieron, autorizaron y ejecutaron el operativo de contrabando de armas destinado a grupos de narcotraficantes mexicanos denominado “Rápido y furioso”; asimismo, que usted estaba obligado a presentar cargos por evasión fiscal contra los empresarios que, según lo reveló usted, mismo, no pagan los impuestos que les corresponden.

Pero no. En vez de procurar justicia en los casos arriba referidos y en muchas otras muestras de flagrante impunidad, usted, señor Calderón, amenaza con proceder legalmente contra quienes firmamos una petición para que usted, varios de sus colaboradores y diversos presuntos narcotraficantes sean sometidos a juicio en la Corte Penal internacional. Somos 23 mil los signatarios, y muchos más –cientos de miles, posiblemente millones de ciudadanos– lo que hemos expresado que la estrategia ideada y aplicada por usted para, supuestamente, combatir la criminalidad y restablecer el estado de derecho, ha tenido por consecuencia un auge mayor de la criminalidad, un quebranto generalizado del estado de derecho y, por añadidura, un entorno de violencia sin precedente y una gravísima epidemia de violaciones a los derechos humanos.

Si va usted a proceder contra nosotros, sea congruente y hágalo contra todos los que, en palabras oficiales de Los Pinos, “afectan terriblemente (sic) el buen nombre de México”. Presente imputaciones legales, por ejemplo, contra Strategic Forecasting, Inc. (Stratfor), firma de análisis de inteligencia que sostiene (Mexican drug war 2011, abril de 2011) que el actual gobierno federal permite que el cártel de Sinaloa someta a las bandas más débiles y que hay una coincidencia de propósitos entre ese grupo delictivo y la administración en curso. Finque usted cargos contra el ex embajador de Estados Unidos, Carlos Pascual, quien envió a Washington informes según los cuales Arturo Chávez Chávez, el hombre a quien usted hizo procurador, había ofrecido, años antes, “una mano de ayuda a ciertas figuras de un cártel”. Demande usted a Human Rights Watch (HRW), que en un informe reciente sostiene: “En vez de reducir la violencia, la guerra contra el narco (anunciada e impuesta por usted, aunque lo niegue) ha provocado “un incremento dramático en la cantidad de asesinatos, torturas y otros terribles abusos por parte de las fuerzas de seguridad, que sólo contribuyen a agravar el clima de descontrol y temor que predomina en muchas partes del país”. Y a Amnistía Internacional (AI), la cual informa que el año pasado “las fuerzas policiales y militares desplegadas para combatir a las bandas fueron responsables de violaciones graves de derechos humanos”, que “en los casos de violaciones de derechos humanos, la impunidad fue la norma” y que sólo en 18 meses ocurrió “un centenar de homicidios” cometidos por las Fuerzas Armadas”.

En suma, señor Calderón, pienso que quienes “afectan terriblemente el buen nombre de México” son usted, sus principales colaboradores y los jefes de la delincuencia formal, y no quienes enumeramos las barbaries en curso –la oficial y la otra– y apelamos a una instancia internacional, en forma pública, transparente y legítima, en un intento de ponerle freno.

Por último, creo percibir, en el ominoso mensaje emitido por su oficina el pasado 27 de noviembre, mucho miedo en usted y en sus colaboradores. Proceda legalmente en contra nuestra, si eso lo reconforta, pero no nos tema a nosotros, los 23 mil denunciantes de su régimen, pues actuamos –estamos dando prueba incontestable de ello– por los cauces pacíficos, legales e institucionales. Témale más bien a la furia latente de un país defraudado, empobrecido, saqueado, ensangrentado, escarnecido y humillado por ustedes, los demandados el 25 de noviembre ante la Corte Penal Internacional.



24.11.11

Golpe de soberanía




Como se ha expuesto en entregas anteriores, la despenalización de los estupefacientes ahora ilícitos obligaría a un proceso de pacificación negociada con las organizaciones del narcotráfico más poderosas, y la desaparición total o parcial de las monumentales recursos que esta actividad inyecta en las finanzas mundiales impulsaría una nueva crisis económica o –depende de cómo se vea– empeoraría la ya existente. Los gobiernos involucrados no serán tan ingenuos o tan ignorantes como para desconocer esta perspectiva, y es probable que el temor a desatar una nueva crisis sea una de las consideraciones –además de moralinas medievales y de complicidades con el negocio– que los llevan a mantener, contra viento y marea, una estrategia antidrogas que no tiene la menor posibilidad de éxito y que, si bien

¿La paz bien vale una crisis? No, seguramente, a juicio de las industrias de la guerra y anexas: la de armamento, pero también la de servicios de seguridad e inteligencia, la de infraestructura (por aquello de ulteriores reconstrucciones de países previamente destruidos) y otras que también hacen pingües negocios en los conflictos bélicos: la farmacéutica, la de alimentos, la textil...  El problema es que al amparo de las guerras actuales se realizan monumentales traslados de riqueza pública a unas cuantas corporaciones (como lo demuestra el enorme boquete que dejó George W. Bush en el Tesoro de Estados Unidos para pagar las facturas de sus socios y amigos que le brindaron bienes y servicios para la invasión y destrucción de Irak) y que eso, lejos de reactivar economías, termina por hundirlas más en circunstancias recesivas que, a su vez, suelen ser provisionalmente superadas mediante una nueva confrontación armada. En esta lógica, es probable que México y Centroamérica hayan sido escogidos como el siguiente eslabón del ciclo, una vez agotados los conflictos en Irak y en Afganistán.

A lo que puede verse, no hay la menor disposición, entre la clase política estadunidense, para abandonar el círculo vicioso, pero Washington podría verse forzado a ello por una iniciativa audaz por parte de un gobierno mexicano dispuesto a atacar de raíz el problema del narcotráfico.
Suele argumentarse que la despenalización, además de improcedente y peligrosa por razones de salud y de seguridad públicas (ya examinadas anteriormente), sería imposible, dada la oposición estadunidense. Si ese argumento fuera tan indiscutible y aplastante como parece, no habría habido Revolución Rusa, Lázaro Cárdenas no habría podido expropiar el petróleo, Vietnam no habría ganado la guerra y François Mtterrand no habría llegado nunca al Palacio del Eliseo, entre otros muchísimos sucesos que ocurrieron contra la voluntad de Estados Unidos.

La soberanía se defiende ejerciéndola. El paso audaz tendría que partir de un presidente de México, sin que importe su ideología. Habría podido darlo Vicente Fox, por ejemplo, si hubiese tenido mínima madera de estadista, o Miguel de la Madrid, si no hubiera desempeñado el cargo en forma tan pusilánime. Un presidente, pues, pide la comunicación telefónica con la Casa Blanca y le dice a boca de jarro a su contraparte:

–Señor presidente, vamos a despenalizar las drogas.

Tras aguantar el silencio incómodo y estupefacto del otro lado, y luego una retahíla de amenazas poco veladas, el mandatario mexicano tednrá que exponer con comedimiento, pero con firmeza:

–Haga usted lo que considere conveniente. Yo me limitaré a resumirle las posibilidades: o nos invaden, o rompen relaciones diplomáticas y comerciales con nosotros, y nos someten a embargos, bloqueos y sanciones económicas, o se resignan a colaborar con nosotros para minimizar la crisis económica que se nos viene encima.

El gobierno de Estados Unidos, por más que exhiba una adicción –un poco real y un poco ficticia– a las guerras, no puede invadir México. No es que se lo prohiba una pulsión ética o legal, sino que, simplemente, carece de las condiciones estratégicas y logísticas para emprender semejante aventura. El control militar de Irak resultó un espejismo inalcanzable y nuestro país tiene el cuádruple de población y casi cinco veces más territorio que esa nación árabe. Lo que sí podría hacer Washington sería desestabilizar (tiene vasta experiencia en ello), propiciar enfrentamientos internos e imponer a un gobierno pelele. Pero, un momento: es eso exactamente lo que ha venido haciendo desde 2006, hasta el punto de que México ya está desestabilizado, las autoridades nacionales operan en función de los intereses del gobierno vecino y el país está sumido en la guerra. Así que piensen en otra respuesta.

Estados Unidos tampoco puede romper relaciones comerciales y cerrar la frontera común porque, con ello, colapsaría de inmediato su propia economía: imagínense los alteros de exportaciones gringas que se quedarían en el lado norte de la demarcación, por no hablar de los incontables productos estadunidenses, “ensamblados en México”, que permanecerían de este lado. Sólo por decir algo.

Es probable que La Casa Blanca y el Capitolio hicieran el berrinche de su vida, pero éste es uno de los pocos terrenos en los que no podrían hacer mucho más que eso.

Hasta ahora, el narcotráfico ha sido una debilidad y una desventaja para México, que en su combate pierde decenas de miles de vidas, centenares de pueblos y decenas de instituciones, y una fortaleza para Washington, que con esa coartada puede ampliar sus márgenes de ingerencia, hacer grandes negocios y dotar a sus circuitos financieros con un flujo casi inagotable de recursos monetarios. La despenalización unilateral implicaría invertir bruscamente esa desigualdad e impulsar una medida análoga en Estados Unidos.

Al carajo con la hipocresía: la única explicación posible al hecho de que la guerra en torno al narcotráfico no se ha extendido a territorio estadunidense es que allá no se persigue tal actividad, aunque se jure y se aparente lo contrario. Una de las cosas más cínicas de cuantas han sido dichas en el actual contexto por las autoridades de Estados Unidos es que los narcos les temen, y que por eso “se portan bien” al norte del Río Bravo, y procuran no derramar sangre. El corolario inevitable es que las policías estadunidenses los dejan en paz, en premio a su buen comportamiento, y les permiten dedicarse a su negocio principal.

Si México despenaliza, coloca a Washington ante la disyuntiva de despenalizar, a su vez, o atestiguar el traslado, a su territorio, de la guerra que se ha venido librando en el nuestro. Pero la regla de oro es que los conflictos armados son oportunidad para grandes negocios, a condición de que se desarrollen en otros países.

Para terminar: ¿se acabaría la delincuencia con la despenalización de las drogas? Por supuesto que no. La delincuencia no se va a acabar con nada. El propósito de abolir el prohibicionismo es eliminar el narcotráfico, restituir el estado de derecho y acabar con organizaciones que están derrotando al Estado y a sus instituciones. Sin ellas, la delincuencia se reducirá a un problema de seguridad pública, dejará de ser guerra, y volverá a ser un problema policial.

Con esto terminan las notas dedicadas aquí, desde el pasado 20 de octubre, a explorar esa perspectiva de solución al conflicto del narcotráfico.

22.11.11

Los dos Krauzes


En julio de 2006 impresionado por la facilidad de Enrique Krauze para darse la vuelta en sus posturas políticas, publiqué en este blog la entrada “Los dos Krauzes”. No está de más refrescarla con nuevas citas y recordar, de paso, que el socio de Televisa, ahora hipercrítico de Salinas, en 1988 fabricaba argumentos para justificar el fraude electoral –citando fuera de contexto a Alexis de Tocqueville, y así– que impuso al chupacabras en la Presidencia. Ahora, al recordar aquella inmundicia, se siente indignado. Con tres días de diferencia, su juicio sobre Ebrard cambió de manera radical. Será que hay que dar muchas volteretas para mantenerse siempre al servicio del poder, sea cual sea, y que las posturas estorban.

“El historiador Enrique Krauze afirmó que México debe transitar a un gobierno de izquierda pero bajo un esquema similar al implantado por Luiz Inácio Lula da Silva en Brasil y que, entre la izquierda mexicana, está mejor representada por Marcelo Ebrard que por su contrincante, Andrés Manuel López Obrador.”
(Enrike Krauze, en entrevista con Carmen Aristegui. Nota de Proceso del 27 de octubre de 2011)

“Marcelo Ebrard tampoco es parecido a Lula. Ni de lejos. Compararlos es una blasfemia: Lula creció políticamente al amparo de la lucha sindical metalúrgica en Brasil. Ebrard, paralelo a la dictadura política priista. Mientras Lula luchaba contra la injusticia social en su país, Marcelo operaba el fraude electoral salinista de 1988. Lula tiene entraña demócrata. Ebrard es de corazón y formación priista. Lula es demócrata de izquierda. Ebrard es falso izquierdista.”
(Enrique Krauze, en entrevista a Excélsior, 1 de noviembre de 2011)

Asunto de familia


Felipe Calderón está que no lo calienta el sol tras la derrota (electoral, digamos) que sufrió su familia en Michoacán a manos de otra familia. En plena conmemoración del 20 de Noviembre, el hermano de la candidata masticaba su rencor y clamaba por “demócratas que actúen contra “la intromisión de criminales en la determinación del voto libre de los ciudadanos”. Si se le hubiera ocurrido lo mismo en 2006, hasta él estaría mejor con López Obrador, pero eso es otra historia.

El punto es que el domingo antepasado los priístas y otros, de peor fama pública, perpetraron allí algo muy semejante a lo que en 2006 hicieron Vicente Fox, el Consejo Coordinador Empresarial, Elba Esther Gordillo, Televisa y algunos más para asegurar que el propio Calderón lograra meterse al despacho presidencial. El pleito entre el desgobernante PAN y el rampante PRI se ha enconado con la vuelta de tuerca michoacana. Ante el recurso del tricolor a coaliciones de esas que no están consideradas en la ley electoral, el presupuesto federal no alcanzó para imponer en el terruño a la hermana desconsolada.

Puede ser que la reacción del calderonato no tarde mucho. Alejandro Poiré ya adelantó su disposición a meter la nariz en los asuntos electorales –normados por el IFE, se supone–, en cosas de la delincuencia organizada –que le tocarían a la PGR, si existiera– y en el subconjunto que se forme entre ambos. No se necesita mucha sagacidad para entender que el destinatario del mensaje es el PRI. El de Peña Nieto, el de Manlio o ambos.

Pero así como es razonable suponer que el calderonato tiene bajo la suela algunas colas priístas, no se debe olvidar que el tricolor está entre los acreedores varios de Calderón, porque fue justamente ese partido el que le abrió la puerta trasera de San Lázaro para que se colara al poder. Por lo demás, la mutua capacidad de extorsión es consecuencia, y no causa, de la alianza fáctica que el PRI y el PAN han ido construyendo, con altibajos y retrocesos, desde tiempos del salinato, y que responde a la necesidad de administrar el poder público a favor de un puñado de actores corporativos locales y foráneos que lo mismo pueden estar inscritos en la legalidad formal que en el ámbito de la delincuencia. Esa confluencia de intereses empresariales, políticos, mediáticos y criminales es la que da cohesión a la auténtica y reinante familia. Lo demás son pleitos menores por ramificaciones estatales, capaces de causar irritaciones pasajeras.

Los priístas superarán pronto sus diferencias internas –nada que no se arregle con un buen reparto de cuotas– y los panistas, que ni siquiera han logrado tenerlas, acabarán renovando con ellos el pacto transexenal de impunidad y de aprovechamiento oligárquico del país. No les queda mucho tiempo, porque la alternativa de poder planteada por el Movimiento de Regeneración Nacional y del naciente Movimiento Progresista crece día con día e incorpora a sus filas a quienes no quieren padecer otros seis años de destrucción del país a cargo de la voracidad oligárquica.

Aunque se empeñen en ocultarlo, lo veremos. Dentro de poco, panistas y priístas –más las franquicias agregadas que brincan como ardillas, abejas y tucanes entre unos y otros– olvidarán los mutuos agravios, dejarán de lado sus diferencias, se unirán en contra de la candidatura unitaria de las izquierdas y empezarán a trabajar, codo a codo, en la planificación del próximo fraude, el trasvase y trapicheo pactado de sufragios, operativos de propaganda negra y otras de las artes que dominan, como miembros que son de la verdadera familia. A ver si en esta ocasión lo logran.

21.11.11

Va por las Patronas

Washington, Los Zetas y Calderón han hecho de México un infierno para los migrantes. Las Patronas, en cambio, les dan agua y comida. Ellas representan a la gente buena de este país.






18.11.11

Drogas: despenalización
y crisis económica


El volumen de dinero que las actividades ilícitas inyectan en las economías formales es uno de esos temas de obligada imprecisión y en el que los enterados no logran ponerse de acuerdo. No lo lograrán nunca, por la simple razón de que no hay forma de medir en forma exacta un fenómeno que escapa, por su propia naturaleza, a los mecanismos estadísticos gubernamentales, los cuales no pueden medir negocios no declarados. Por ello, el tamaño de esos recursos y el de las consiguientes operaciones de lavado que requieren para ser aprovechados en gran escala por sus poseedores, forman parte de las “cifras negras”, al igual que la cantidad de delitos que no se denuncian.

Pero el lavado de dinero no es tan inescrutable como el número de ángeles que caben en la punta de un alfiler; hay maneras de calcular, si no sus cifras precisas, sí sus magnitudes. Por ejemplo, a mediados del año pasado, el entonces secretario de Economía, Ernesto Cordero, afirmó que anualmente los bancos que operan en el país reciben 10 mil millones de dólares de procedencia “oscura o desconocida”, cantidad que, dijo, “va más allá de la que se pudiera explicar por las actividades y la dinámica de la economía en México”. El director de la Comisión Nacional Bancaria y de Valores contrapunteó: la suma era consistente con la estimación estadunidense de que cada año entran a México entre 19 mil y 29 mil millones de dólares (mmd) en efectivo procedentes del norte, aunque “no sabemos exactamente cómo se hicieron” los cálculos. Tres años antes, Yuri Serbolov había estimado en 42 mmd anuales la suma “blanqueada” anualmente en la economía mexicana. Stratfor calculó que cada año las empresas dedicadas al trasiego de dólares invierten 42 mmd en sobornar a funcionarios. A mediados de la década pasada, el Observatorio Europeo de las Drogas y la Toxicomanía (OEDT) estimaba en 60 mmd el lavado de utilidades procedentes del narcotráfico en México. De modo que, sin dar por bueno uno de esos montos, podemos asumir que el comercio de drogas ilegales aporta a la economía nacional decenas de miles de millones de dólares; entre 10 y 60, algo equiparable a las remesas (unos 20 mmd) y a las exportaciones de petróleo (entre 14 y 24 mmd).

Sería un gran negocio, si se considera que de no ser porque la inseguridad y la violencia –que tienen su componente principal y articulador en la “guerra contra la delincuencia organizada”, centrada, a su vez, en el narco– le cuestan al país 130 mil millones de dólares, según estimación del Banco Interamericano de Desarrollo (BID). Una consideración ineludible es que, mientras que las utilidades del narcotráfico, del lavado y de la guerra (por ejemplo, las inversiones corporativas y gubernamentales en inteligencia, armamento, sistemas de vigilancia y comunicaciones, por ejemplo) son altamente centralizadas, y su mayor parte se queda en manos de capos, funcionarios corruptos y empresas proveedoras de bienes y servicios, los costos de la violencia se reparten con amplitud entre extensos sectores de la población. La Secretaría de la Defensa Nacional (Sedena) calculaba en agosto de 2008 que 500 mil personas estaban vinculadas, en el país, al narcotráfico, y desagregaba esa cifra de esta manera: 300 mil sembradores, 160 mil narcomenudistas, transportistas, distribuidores e informantes, y 40 mil líderes de diversas jerarquías.

Dicho sea de paso, por los mismos días que se anunciaba el “descubrimiento” de Cordero, éste y los organismos cúpula de los banqueros fabricaron una graciosa historia acerca de un “lavado hormiga”: se trataba de “un rudimentario pero eficaz operativo de lavado de más de 20 mmd sin que ni los bancos ni las autoridades del gobierno federal se percataran” que, según esto, funcionaba por medio de “una serie de operaciones hormiga en los bancos de Jalisco, Sinaloa, Michoacán y en la zona fronteriza. La gente vendía dólares en pequeñas cantidades en varias sucursales bancarias, así no tenían que identificarse, no generaban reportes y podían cambiar muchos dólares en un día”. Dice la calculadora que la explicación es poco verosímil porque la suma anual de 20 mmd dividida entre 365 da 54 millones de dólares diarios, y si eso se subdivide en cantidades de, digamos, 500 dólares, hay que realizar casi 11 mil operaciones diarias.

De cualquier forma, las cifras mexicanas, en éste como en otros tópicos, son de juguete comparadas con las correspondientes a Estados Unidos: allí las decenas de mmd que el narco inyecta en México se convierten en centenas de mmd. A octubre de 2011, la Oficina de la ONU contra la Droga y el Delito (UNOCD, por sus siglas en inglés) estima en 1,6 billones de dólares (es decir, mil mmd) el monto total de “dinero negro” –procedente de actividades ilícitas– que se blanquea anualmente en el mundo. De esa suma, es posible que un tercio corresponda a lo que deja el narcotráfico en el sistema financiero estadunidense. 500 mmd, dijo el OEDT. Según un reporte al Congreso de Estados Unidos (Wyler, LS: Internacional Drug Control Policy), las utilidades globales del narco son de un billón de dólares anuales.

La magnitud de centenares de mmd nos coloca en el terreno del presupuesto de defensa del país vecino (700 mmd) y en proporciones del 2, 4 o 6 por ciento del PNB de la superpotencia. Con estos datos, y aunque no nos sea dable contar el número de ángeles que caben en la cabeza de un alfiler, pero sí podemos estar razonablemente seguros de que el narcotráfico es una parte imprescindible de las finanzas mundiales.

En la medida en que el negocio del narco no consiste en vender drogas, sino en agregarles valor eludiendo la prohibición de ellas, una iniciativa nacional orientada a su despenalización desembocaría en la ruina de algo que es, más que un negocio lucrativo, un sector completo de la economía planetaria. En la medida en que los estupefacientes perdieran el 99 por ciento o más de su valor agregado actual, los volúmenes de lavado de dinero se reducirían en esa misma proporción y se crearía, con ello, un boquete monumental en el sistema financiero. Incluso si la pérdida afectara sólo un tramo sustancial del negocio (el que representa el territorio mexicano, por ejemplo), la contracción de las ganancias sería monumental. Es de dudar, pues, que, moralinas y autoritarismos aparte, los gobiernos de México y de Estados Unidos estuvieran dispuestos a dar un mazazo de ese calibre sobre la mesa de las cuentas, especialmente en tiempos de recesión intermitente.

¿Vale la pena jugarse una nueva crisis económica para terminar de raíz con el problema del narcotráfico? La respuesta a esa pregunta variará en función de quien la responda: si se trata de uno de los beneficiarios del negocio en cualquiera de sus aspectos, probablemente dirá que no. Pero la mayor parte de la sociedad, que sólo sufre los perjuicios de la inseguridad, la militarización, el empoderamiento de los cárteles y la multiplicación de las adicciones, posiblemente responda que sí.

Sea como fuere, la despenalización de las drogas obligaría a la elaboración multilateral de una estrategia para salir del nuevo abismo económico. Esa estrategia tendría que ser tema del enlace telefónico entre Los Pinos y La Casa Blanca. Seguimos la semana entrante.

15.11.11

Por una república amorosa


Discurso de Marcelo Ebrard Casaubon

Muy buenas tardes, amigas y amigos; Andrés Manuel, Octavio, René; compañeras y compañeros que están aquí presentes; licenciado Manuel Camacho, coordinador del DIA.

En mayo de este año propuse una encuesta, para determinar la candidatura a la presidencia de las fuerzas progresistas, entre Andrés Manuel López Obrador y un servidor. Eran entonces varios los objetivos estratégicos:

El primero, garantizar una candidatura unitaria; el segundo, asegurar que la selección del candidato fuese entre nosotros, a partir de los electores y su opinión, y el tercero, sentar las bases para una nueva etapa en la vida política de las fuerzas progresistas.

Desde entonces recurrí al apoyo de la Fundación de Equidad y Progreso, Demócratas de Izquierda, personalidades destacadas de la vida nacional y numerosas organizaciones civiles y sociales. Representamos una propuesta para cambiar el rumbo del país hacia la igualdad, la construcción de la paz, la prosperidad y el cambio de régimen político.

La propuesta ha crecido y ganado presencia y apoyo. Se fundamenta en una concesión incluyente, basada en una visión de largo plazo, y alejada de la cortedad de miras y mezquindad, que tanto daño le hacen a nuestra convivencia.

La encuesta –como se ha informado el día de hoy– se realizó conforme a lo previsto y se presenta a la opinión pública tal y cual resultó. De las cinco preguntas, yo gano dos y Andrés Manuel gana tres; el saldo de opinión me es favorable y el potencial de crecimiento de mi candidatura sería alto. La intención del voto favorece hoy a Andrés Manuel.

Sería posible argumentar que estamos en posiciones de equilibrar, o podría yo argumentar que no he estado en campaña mediática, o que las diferencias no son las suficientes; podría yo empecinarme, el día de hoy, en llamar a ir a las internas, a partir de diciembre. Sí, se podría, pero entonces, cabría preguntarse: ¿en dónde quedó la congruencia? ¿Dónde quedaron los objetivos estratégicos planteados en la encuesta?

La izquierda dividida sólo iría al precipicio, y no seré yo, nunca, quien conduzca las posibilidades de cambiar el rumbo de México al fracaso.

Acepto y acato los resultados de las encuestas, cumplo lo que he dicho, así sea la diferencia que sea, pequeña o no; hago honor a mi palabra con dignidad y optimismo.

Soy optimista porque creo firmemente en el futuro progresista de México; soy optimista, porque el acto que hoy nos congrega es el principio del mañana para la izquierda, en lugar de hacer otro conflicto y el principio del fin de los sueños de nuestra generación.

Soy optimista, porque sé que quienes simpatizan conmigo y la propuesta que encabezo, respetan ante todo la congruencia y la altura de miras. Le he propuesto a Andrés Manuel que demos paso a un frente amplio que, en su momento, pueda transitar a un partido frente, capaz de incluir a los partidos de la izquierda, superar la recurrente lucha de facciones que tanto daño han hecho y capaz sobre todo, de representar a la amplia gama de colectivos, causas y aspiraciones que se han alejado de los partidos progresistas.

Le he propuesto que vayamos a un frente amplio en el que se respete a todos, pero sobre todo, que vayamos a una dinámica política colegiada y de consenso, que pueda atraer a intelectuales, a empresarios, a clases medias, causas ambientales, la defensa de los derechos humanos y las libertades, de la equidad de género, y las nuevas y muy diversas reivindicaciones de las generaciones más jóvenes.

Le he propuesto también que cese el conflicto con el PRD y sus dirigentes, que la campaña del 2012 incluya a todos, que se intensifique el diálogo con el sector privado, las clases medias y el exterior; no veo otro camino para el triunfo.

Hay acuerdos sobre esas bases; no he buscado en estos días otra cosa, que actuar con el patriotismo y la altura de miras que, quienes me han seguido y apoyado, siempre han esperado de mí; hoy deseo (ser) y soy leal.

El futuro de la causa que nos anima está antes y por encima de los deseos personales y la vanidad.

Andrés Manuel, le deseo el mejor de los éxitos; sabe que contará con mi sincero apoyo y solidaridad. Seamos optimistas, construyamos el futuro.

Muchas gracias.


Discurso de Andrés Manuel López Obrador

Agradezco a ustedes, integrantes de los medios de comunicación; agradezco a la doctora Ana Cristina Covarrubias y a Luis Woldenberg, de las empresas encuestadoras Covarrubias y Asociados y Nodos, Investigación y Estrategia; agradezco a los dirigentes, militantes y simpatizantes del PRD, del PT y del Movimiento Ciudadano; agradezco el apoyo de los integrantes del Movimiento Regeneración Nacional, Morena; agradezco con todo mi corazón a los ciudadanos que me han dado su confianza y apoyo, les aseguro que nunca los traicionaré.

Amigas y amigos todos:

Hoy cumplimos el compromiso de que sería el candidato de izquierda para las elecciones del 2012 el que estuviera mejor posicionado. Siempre sostuve, por honestidad y congruencia, que no sería candidato sin el respaldo de los ciudadanos independientes y de los sectores progresistas del país.

El resultado de las consultas, como aquí se ha dicho, me beneficia. En consecuencia, haciendo uso de mi libertad de expresión, manifiesto que voy a participar en la contienda electoral del 2012. Lo haré con apego a las decisiones que adopten de acuerdo a sus estatutos los partidos progresistas, PT,. PRD y Movimiento Ciudadano, y en conformidad con los tiempos y procedimientos que establece la ley electoral vigente. En cuanto a Marcelo Ebrard, con quien acordé resolver de manera responsable este importante asunto, deseo expresar que, además de ser un buen amigo y compañero, es un dirigente político extraordinario, excepcional; ha demostrado con hechos poner, por encima de sus legítimas aspiraciones personales, el interés general, los anhelos de millones de mexicanos de que, con la unidad de la izquierda, se facilite, sea posible, la trasformación de la vida pública de México. Marcelo, como Ulises, el de la Odisea, no se dejó cautivar por el canto de las sirenas; se puso cera en los oídos para continuar la travesía con la mira puesta en los ideales de libertad, justicia y democracia.

Marcelo nos está dando una lección como ser humano y como un político; además, como gobernante, es reconocido por todos. Por eso he aceptado su recomendación de crear, en lo inmediato, un frente amplio progresista, invitando a participar al PRD, al PT, al Movimiento Ciudadano, así como a Morena y a quienes están convencidos de que México y su pueblo merecen un mejor destino; Se trata de construir, ahora sí, un Estado social y democrático de derecho (…), un lugar para todas y todos los mexicanos.

El Frente Amplio deberá tomar decisiones colegiadas y fortalecerse con la participación de los líderes de opinión más reconocidos que simpatizan tanto conmigo como con Marcelo, incluyendo también a integrantes de movimientos cívicos que defienden los derechos humanos y sociales; en lo especifico, he acordado con Marcelo que respetuosamente propongamos a los partidos progresistas. que se unirán para las elecciones de 2012, que dicha coalición lleve el nombre de Movimiento Progresista.

También expreso que respaldaré a Marcelo Ebrard en la orientación política que él defina, en el marco de la legalidad y de la democracia, para seguir gobernando la ciudad de México, esta gran ciudad, los mejores ciudadanos, mujeres y hombres, honestos y comprometidos con el bienestar del pueblo, con el bienestar de todos los ciudadanos.

Asimismo, abro el compromiso con Marcelo de convocar a todos los ciudadanos de todos los sectores productivos, de todas las clases sociales, de todas las corrientes del pensamiento, a la construcción de un nuevo pacto social para la equidad y el progreso, estoy consciente de que Marcelo representa a amplios sectores de las clases medias y empresariales, promueve nuevas causas ciudadanas como la ambiental, libertades y nuevos derechos, una mayor cooperación internacional en materia de seguridad y desarrollo económico; por lo mismo, al ir juntos, nos vamos a complementar, y eso se los aseguro, nos permitirá potenciar nuestras fuerzas con el objetivo superior de transformar a México.

En suma, amigas y amigos, aspiramos todos, mujeres, hombres libres, conscientes, a vivir en una sociedad más justa, más humana y más igualitaria. Vamos todos juntos, sin odios ni rencores, a construir una República amorosa, con dimensión social y con grandeza espiritual.

Muchas gracias.

Desgobernación


Algunos de los recambios en Bucareli han generado dolor de pérdida en entornos familiares y habría que acomodarse a las zafias maneras del calderonato para hacer escarnio de fallecimientos trágicos. Pero el respeto ante la muerte no obliga al silencio en lo que toca a las implicaciones, para el país, del constante desfile de secretarios en Bucareli.

Más allá de teorías conspiratorias y de hipótesis disparatadas, algo o alguien, o una combinación de factores variopintos, ha estado eliminando secretarios de Gobernación en estos cinco años. Sea el narco, sean las disputas por el poder, sean las desavenencias personales, sea la alta peligrosidad estadística de las aeronaves oficiales o de sus tripulaciones, sean las turbulencias y las nubosidades, sea la mala estrella de este régimen, el hecho es que en los próximos días su jefe formal saldrá a anunciar la designación de un quinto coordinador de gabinete. En promedio, uno por año. El primero pasó unos meses aprendiendo el desempeño del cargo, el segundo se dedicó a los negocios, el tercero anduvo atestiguando pactos inconfesables y el cuarto, que se sepa, no hizo nada.

Para un país en guerra y en crisis económica focalizada (sólo afecta al 70 por ciento de la población), con profundas fracturas sociales y políticas y en pavorosa regresión a los tiempos priístas de votos inducidos a punta de pistola (como ocurrió el domingo en Michoacán), el palmarés del Palacio de Cobián, y el del calderonato en su conjunto, no son lo que se dice adecuados.

Mientras desde Los Pinos y desde la Secretaría de Comunicaciones y Transportes pretenden abrir paso a la teoría de la nubosidad asesina (o mientras les llega de arriba alguna instrucción realmente útil e ingeniosa, como echarle la culpa a Irán, a Venezuela o a Al Qaeda), la Procuraduría General de la República se dedica a detener, sin orden de aprehensión y con violencia innecesaria, al tuitero autor de un chistorete que, de no ser por la sórdida intervención de los muchachos de Marisela Morales, casi nadie habría leído: “No salía tan temprano del trabajo desde que se cayó la avioneta de Mouriño. Anden con cuidado, funcionarios voladores”. Agravio adicional: estas procuradurías, tan ineptas cuando se trata de combatir con éxito a la delincuencia, investigar masacres o reducir los índices de impunidad, son, en cambio, buenísimas para repartir sustos inolvidables entre ciudadanos pacíficos como Efraín Bartolomé o @mareoflores. De paso, y en la forma más estúpida posible, el atropello cometido por la AFI dio nuevos aires a la hipótesis de que el helicóptero de Blake Mora cayó por efecto de un atentado. De hecho, puede darse por oficial el que el gobierno está dando palos de ciego en un sitio insospechado: los timelines de Twitter. Semejante despiste compite por el primer lugar, en términos de capacidad desoladora, con la mala fama –merecida o no– de los servicios de transporte de la Segob y del EMP.

Estos niveles de desgobernación conforman un escenario ideal para operar cosas como la elección del domingo en Michoacán, en donde los recursos públicos (denunciaron todos) y el poder intimidatorio de grupos delictivos (señalaron perredistas y panistas) y de la Policía Federal (a decir de los priístas) fueron empleados como instrumentos de persuasión, en un sentido o en otro, en la disputa por el voto ciudadano. Nada de eso fue sorpresivo o inesperado ni podría atribuirse a la circunstancia trágica, aunque pasajera, de un gabinete federal chimuelo. La tragedia nacional es que la gobernación del país no ha merecido el interés ni el empeño del grupo en el poder, dedicado más bien a cumplir designios extranjeros, a garantizar negocios propios y ajenos y a llevar al país por un rumbo de catástrofe con el fin de aceitar tasas de utilidad que resultan impensables en un entorno de paz, de desarrollo económico y de mínimo bienestar social.

Lo pavoroso, pues, no sólo es la saga de funcionarios que ha desfilado por Bucareli como efecto de defunciones o defenestraciones, sino también la poca, por no decir nula, diferencia entre que el cargo esté ocupado o vacante. Y es que esto no es un gobierno, sino una administración, con cargo al país, de negocios privados; entre ellos, los correspondientes al ramo de la guerra.

10.11.11

Historia de sobornos

DPA, Oberndorf, 10 de noviembre.- Las autoridades alemanas realizaron hoy una redada en las instalaciones del fabricante de armas Heckler & Koch, bajo sospecha de haber pagado sobornos durante años para conseguir contratos de envío a México. Los expertos buscaban cualquier tipo de indicio que pueda demostrar que los responsables de la empresa pagaron sobornos durante varios años a funcionarios de México para conseguir contratos de envío de armas.

Los investigadores siguen de cerca desde hace tiempo a la empresa alemana por su presunta venta ilegal de armamento al país azteca. De acuerdo con las sospechas, Heckler & Koch habría enviado en 2005 y pese a una prohibición expresa, armas de guerra a cuatro estados mexicanos con violentos conflictos internos.

En enero, las autoridades alemanas paralizaron sus exportaciones al país latinoamericano. El Ministerio de Economía anunció que dejó de tramitar las solicitudes presentadas por la compañía para exportar armas a ese país.

Recientemente, la empresa volvió a saltar a los titulares cuando se detectaron algunas de las armas que fabrica en las tropas del ex dictador Muammar Kadafi.”

@piPorroTuitero comentó: “esas eran las armas largas que llevaban los policías el 1 Nov en Juárez : HK G-36C y uno de los 4 estados vetados era Chih.”

Todo indica que está en lo cierto. Heckler & Koch fabrica los fusiles de asalto G36, que eran los que portaban los efectivos de la policía municipal de Ciudad Juárez que, el pasado 1 de noviembre, reprimieron a un grupo de chavo@s que protestaban contra la violencia imperante en esa localidad fronteriza.

Narco: un final negociado


Ernesto Zedillo y Vicente Fox, dos ex presidentes que en sus respectivas administraciones se plegaron a los designios de Washington “contra el narcotráfico” –al igual que ocurrió durante el salinato–, larvaron, en esa medida, la tragedia que hoy se abate sobre México: la receta prohibicionista y de represión activa fortalece, como se ha argumentado en entregas anteriores, a las organizaciones a las que pretende combatir, tanto en términos económicos como militares. En cuanto al empoderamiento político y social logrado por los cárteles, ha sido directamente impulsado por el modelo económico de minimización de la presencia estatal, desregulación y abandono de las obligaciones básicas del Estado en los ámbitos de la preservación de la soberanía, la alimentación, el empleo, la educación, la salud, los servicios. Ese modelo, sostenido contra viento y marea por los gobiernos zedillista y foxista, se ha traducido en la pérdida del control territorial de extensas regiones del país, que hoy aparecen dominadas por corporaciones criminales diversas, y en el debilitamiento de las instituciones públicas de inteligencia y seguridad nacional, muchas de cuyas funciones han sido grosera y cínicamente transferidas a varias dependencias del gobierno estadunidense.

En meses recientes, sin embargo, ambos ex mandatarios se han manifestado, cada cual a su modo, y sin el menor asomo de autocrítica, por alguna forma de despenalización de las drogas. Tanto Zedillo como Fox son responsables por la aplicación de una política “antidrogas” que dejó miles de muertos –aunque las cifras de sus gobiernos parezcan mínimas comparadas con la horrenda masacre desencadenada por el de Felipe Calderón–, sufrimientos humanos indecibles, vidas rotas e incontables destinos arruinados. La frescura con la que ahora han salido a proponer lo contrario de lo que hicieron refleja de manera fiel la carencia de empatía y los grados de disociación a los que puede conducir el ejercicio del poder político.

Como quiera, esas inopinadas tomas de posición forman parte del desarrollo, en el seno de las derechas liberales mundiales, de una nueva actitud hacia el tema de las drogas en la que participan personajes como el magnate George Soros y Mario Vargas Llosa. Los nuevos adalides mexicanos de la despenalización, tienen en común sus vínculos pasados o presentes con grandes transnacionales: si antes de dedicarse a la política el guanajuatense ocupó la gerencia latinoamericana de Coca-Cola, el sucesor de Salinas, tras abandonar Los Pinos, ha sido empleado de esa misma empresa, así como de Procter & Gamble, Daimler-Chrysler, Alcoa, Grupo PRISA y Union Pacific, entre otras. Puede ser que los pronunciamientos de Zedillo y de Fox sean resultado de meras ocurrencias personales, pero puede ser, también, que sean expresión de intereses corporativos –los farmacéuticos y los refresqueros, por ejemplo– dispuestos a disputar a la delincuencia informal un enorme y vasto mercado, y a instaurar, con base en la conversión de sicotrópicos hoy proscritos en productos de consumo regular, ramos industriales tan intachables como lo son actualmente la tabacalera, la licorera y la de bebidas “energetizantes” que contienen taurina. Lo anterior es especulación. Pero, sean cuales sean los motivos reales de Fox y de Zedillo, lo cierto es que ambos representan a corrientes políticas dispuestas a dar el paso de la despenalización de las drogas. El dato es relevante si se considera el cúmulo de intereses, inercias y moralinas al que tarde o temprano habrá que hacer frente para aplicar la única solución de fondo real y posible al problema del narcotráfico en México.

Si se sigue la lógica de la prohibición hasta sus últimas consecuencias, resultará evidente que los primeros interesados en mantenerla son los corporativos que le deben su existencia, es decir, los cárteles propiamente dichos y las estructuras de complicidad enquistadas en el sector público –aduanas, oficinas fiscales, cuerpos de la fuerza pública, gobiernos estatales y municipales– y en la oliigarquía empresarial –bancos, casas de bolsa y de cambio, y un sinfín de empresas que obtienen sus utilidades reales, o cuando menos las principales, del lavado de dinero–, que en conjunto representan un formidable poder desestabilizador.

En presencia de ese poder sería sumamente ingenuo suponer que bastara con una negociación política en el seno del Legislativo para operar, mediante las reformas legales correspondientes, el fin de la prohibición: el mismo narco y sus ramificaciones se encargarían de mantenerla, de facto, por medio del terror y la violencia, y se generaría una nueva espiral de guerra en la que el Estado llevaría, como ahora, las de perder.

Por eso es inevitable pensar en un proceso previo de pacificación y desmovilización de los grupos armados consagrados al negocio de burlar la prohibición. Ello implica, por incorrecto y hasta grotesco que parezca, el otorgarles el estatuto de fuerzas beligerantes, el acudir a expertos internacionales en proceso de paz y el observar y aplicar las medidas de desmovilización que acompañan el fin negociado de los conflictos armados.

De entrada, el poder público tendría que ofrecer cosas concretas a quienes viven del narcotráfico. La más evidente y fácil –aunque a todas luces insuficiente– sería la amnistía en las acusaciones y sentencias por delitos contra la salud. Ciertamente, no puede haber amnistía o indulto por delitos de sangre. Por añadidura, sería necesario ofrecer a los cabecillas de los cárteles destinos para la conversión de su dinero en capital, justamente a la manera en que lo hizo el gobierno de Estados Unidos con la mafia: Atlantic City, Las Vegas, Hollywood. La oferta gubernamental llevaría implícitos dos beneficios evidentes: por un lado, la inmediata extensión, en una magnitud de décadas, de lo que podría denominarse la esperanza media de vida de un narco; por el otro, la respetabilidad social, que no es lo de menos.

Desde luego, el narcotráfico y sus fenómenos asociados no son sólo un asunto de jefes. Debajo de ellos hay pirámides delictivas que integran a cientos de miles o a millones de personas, y que van desde los más humildes cultivadores, narcomenudistas, halcones y camellos hasta profesionistas necesarios para el funcionamiento de un negocio de decenas o centenares de miles de millones de dólares. Para sacar a esos miles y miles de ciudadanos de las filas del narcotráfico sin que caigan en otras modalidades delictivas es necesaria una política económica y social capaz de generar empleos dignos, de reactivar el campo y de dignificar las zonas marginadas de las urbes, como se ha dicho en entregas anteriores.

En la mesa de negociación tendrá que ponerse el tema espinosísimo de la desmovilización, reinserción social y, en su caso, castigo, de sicarios y de asesinos profesionales. Será lógico que muchos de ellos padeecn de distorsiones severas y presentan un alto grado de peligrosidad; habrá algunos irrecuperables, para los cuales será necesario disponer de condiciones de reclusión seguras. A muchos de ellos habrá que capturarlos con la colaboración de sus antiguos compañeros y jefes.

Todo lo anterior presenta dificultades enormes que podrían parecer insuperables, si no existieran precedentes en distintos países y momentos históricos. Pero lo ahasta aquí esbozado es un cuento de hadas comparado con otros dos obstáculos formidables de ladespenalización: la súbita ausencia de dinero sucio en las economías y la reacción de Estados Unidos. ¿Los dejamos para la semana entrante?

8.11.11

Crisis y podre


Si, como lo quiere el lugar común, las crisis son oportunidades, ésta será una inapreciable para que las sociedades de la Europa comunitaria echen un ojo al desempeño de sus respectivas administraciones públicas y de sus correspondientes élites empresariales y escudriñen algunas de las cosas turbias que hay debajo, atrás, alrededor y por encima del mayúsculo descalabro financiero.

Ya se sabe que durante muchos años el gobierno de Grecia timó a su propio pueblo y a sus socios de la Unión Europea y que vivió de prestado para ofrecer a algunos sectores de la población niveles de vida no muy acordes con las posibilidades reales de la economía griega; lo que aún no está claro es el conjunto de mecanismos corruptos que hicieron posible la estafa y que le permitieron emitir más deuda de la que podía pagar. Es improbable que las instancias europeas, del Banco Mundial y del Fondo Monetario Internacional, así como las agencias calificadoras –Standard & Poor, Moody's, Fitch y demás– y los bancos de inversiones –UBS, Deutsche Bank, Credit Suisse, Nomura, Goldman Sachs, Merryl Linch, entre otros– ignoraran el grado de riesgo de los recursos que, a la postre, se evaporaron en Atenas. Como se dice por acá, esas entidades no dan paso sin huarache, así que, o bien fueron víctimas de una corrupta red de especialistas y tecnócratas incrustada en ellas, o bien sus directivos supieron lo que se venía y optaron por no hacer nada.

Pero detrás de Grecia vienen Italia, España y, en un exceso de mala suerte, una que otra economía de las hasta hace poco consideradas robustas: aunque no es bueno desear el peor de los escenarios posibles, las reacciones en cadena son harto conocidas y, en la inminencia, inevitables. También es del dominio público que los derrumbes financieros vienen precedidos, si no es que son directamente causados, por abusos sistemáticos, públicos y privados, en el manejo del dinero. En otros términos, los responsables de las bancarrotas tienen nombre y apellido, además de razón social.

En 2009 Barack Obama tuvo la lista precisa de los potentados, administradores y corporaciones que llevaron a Estados Unidos a algo cercano a la quiebra, y optó por no hacer nada. Tres lustros antes, en el México quebrado por las raterías astronómicas del salinato, el régimen de Ernesto Zedillo y sus aliados panistas supieron con exactitud a quiénes debíamos el desastre, pero en vez de exponer los nombres correspondientes a pesquisas judiciales, decidieron hacerse de la vista gorda y cargarle a la gente el costo de la bancarrota. Hoy en día, Felipe Calderón y su equipo conocen al dedillo la nómina de responsables de la postración en que se encuentra la economía mexicana, sea por evasión fiscal en escala de miles de millones o por desfalcos regulares y no menos cuantiosos; pero son los representantes de esos intereses los que urdieron la usurpación presidencial en curso y, lógicamente, no habrá castigo, y ni siquiera cumplimiento de las normas fiscales, para ellos.

Cabe sospechar que no es muy distinto el trasfondo de los negocios en España o Francia, por más que allá se pacten con mayor elegancia y discreción. Eso no dura toda la vida: un día las disparidades entre lo oficial y lo real se vuelven inocultables y se percibe un faltante de dinero. Esto podría deberse a que hubo un masivo incendio de papel moneda, a que un pánico financiero evaporó los recursos o a que los extraterrestres anduvieron recolectando billetes, pero también puede deberse a que un terrícola se los robó; de hecho, esta última suele ser la explicación más plausible.

Las crisis financieras son, ciertamente, oportunidades para esconder bajo el tapete de la catástrofe, y así sea parcialmente, desfalcos multimillonarios. Pero también pueden dar pie a la exigencia de rendición de cuentas y a exámenes detallados de la probidad (o no) de las clases políticas, de las élites empresariales y de los funcionariatos de instancias internacionales. El derrumbe financiero en curso en el espacio común europeo puede permitir a las sociedades asomarse a la podre de sus propias estructuras políticas y financieras. De lograrlo, tal vez concluyan que la corrupción no es sólo un lejano ritual folklórico de Nicaragua o de Burkina Faso.

7.11.11

Tomás Segovia

España, 1927 - México, 2011


Modesto desahogo

Estoy más triste que un zapato ahogado
estoy más triste que el polvo bajo los petates
estoy más triste que el sudor de los enfermos
estoy triste como un niño de visita
como una puta desmaquillada
como el primer autobús al alba
como los calzoncillos de los notarios
triste triste triste de sonreír como un bobo desde los rincones
de ver tallar las cartas en redondo saltándome siempre a mí
de todo lo que se dicen y se dan y se mordisquean en mis narices
estoy harto de quedarme con el saludo en la boca
de salir bien dibujado entre la muchedumbre
para que me borre siempre el estropajo de su roce
de no estar nunca en foco para ningunos ojos
de tener tan desdentada la mirada
de navegar tras la línea del horizonte
con mis banderitas cómicamente izadas
no puedo más de no ser nunca nadie
de que no me dejen jamás probarme otra careta que la de ninguno
de no irrumpir de no alterar el oleaje
de no curvar jamás un tren de ondas
de no desviar a mis corrales la palabra suelta
de que nunca me caiga a mí la lotería de un vuelco visceral
De no poblar ni el más vago sueño ocioso
De saber que ningún mal pensamiento tendrá ya más mi rostro.
Estoy hasta aquí de la avaricia de los privilegiados
de que quieran para ellos solos toda la juventud
todos los influjos en las cosas del mundo
todo el favoritismo de la puta alegría
toda la iniciativa de renuevo y capricho
de que se apropien sin escrúpulos la plusvalía de calor y encuentros
todo el capital de risa y de coloquio
que repartido con justicia
alcanzaría de sobra para alimentarnos a todos
a todos los hambrientos de carne de comunión
y sedientos de vino de comunión
a todos los que están tristes
como faldones arrugados que les cuelgan a los otros
en fin estoy jibosamente desolado
de haber envejecido sin seguro de vida
sin seguro de nombre
sin cavar mi guarida en el espeso ahorro
de no haber cobrado el billete cuando la vida se asomaba a mirarme
de haber tirado siempre deudas al cesto sin mirarlas
y lo que quiero decir es que estoy a fin de cuentas
terriblemente triste de que no me hayáis perdonado.

Presidente electo

General (r) Otto Pérez Molina, presidente electo de Guatemala

General
—no importa cuál,
da lo mismo,
es igual—:
Para ser General,
como usted, General,
se necesita
haber sido nombrado General.
Y para ser nombrado General,
como usted, General,
se necesita
lo que a usted no le falta, General.
Usted merece bien ser General,
llena los requisitos, General.
Ha bombardeado aldeas miserables,
ha torturado niños
ha cortado los pechos de las madres
rebosantes de leche,
ha arrancado testículos y lenguas,
uñas y labios y ojos y alaridos.
Ha vendido mi patria
y el sudor de mi pueblo
y la sangre de todos.
Ha robado, ha mentido, ha saqueado,
ha vivido
así, de esta manera, General.

General
—no importa cuál—:
para ser General,
como usted, General,
hay una condición fundamental:
ser un hijo de puta, General.



Manuel José Arce

Por un cambio real y la
reconciliación nacional

Quienes suscribimos este documento compartimos la visión de un México democrático, igualitario, soberano y justo. Por ello nos une el convencimiento de que es indispensable impulsar cuanto antes un cambio de fondo en la política, en la economía y en la cultura; es decir una transformación de la vida nacional.

El momento que vivimos requiere de definiciones claras, compromisos concretos y certidumbre de cuál es el proyecto por el que se vota.

Creemos en los acuerdos como una herramienta más de la política, sólo que para lograrlos se necesita legitimidad y autoridad moral, y estas sólo las otorga el voto del pueblo.

Los males de México en los últimos años no han sido resultado de la ausencia de acuerdos sino de la falta de legitimidad y de autoridad moral. Es urgente salvar a México de la desesperanza, restaurar la confianza y entablar la reconciliación nacional. Estamos convencidos de que ambas, la confianza y la reconciliación, sólo podrán lograrse mediante la restauración de la democracia.

Más allá de procesos electorales inobjetables, hablamos de democracia directa. Ese es el tema: compartir el poder sí, pero con la gente. Apertura de los partidos, apertura del gobierno, mecanismos compensatorios no entre poderes y partidos sino entre los políticos y la sociedad: referéndum, plebiscito, iniciativa ciudadana, candidaturas independientes y revocación del mandato. Elementos éstos que en cualquier democracia moderna forman parte del catálogo de conquistas populares que permiten relegitimar permanentemente el sistema de representación.

En todo caso, necesitamos gobiernos legales y legítimos, una democracia real y cambios de fondo. Por eso mismo, quienes buscamos un cambio no creemos que éste sea posible mediante programas de gobierno confusos y difusos o peor aún mediante alianzas o coaliciones con quienes no quieren cambiar, con los constructores y defensores del statu quo inaceptable que se nos ha impuesto, es decir con el PAN o con el PRI, que han demostrado de sobra su falta de vocación democrática y su nulo compromiso con México y con los mexicanos.

Necesitamos abrir un nuevo camino. No más de lo mismo. Un Proyecto de Nación que reivindique nuestra historia y que marque una trayectoria realmente diferente a la que han seguido los gobiernos del PAN y los del PRI.

Ese es el Proyecto que encabeza Andrés Manuel López Obrador.


México, D.F., a 4 de noviembre de 2011.

ALBERTO ANAYA GUTIÉRREZ ● LUIS ARIZMENDI ROSALES ● ASOCIACIÓN MEXICANA DE LA FAMILIA PRO-DESARROLLO NACIONAL, APL ● VIOLETA AVENDAÑO ● FRANCISCO BALTAZAR H. ● NORMA BANDALA FERNANDEZ ● RAFAEL BARAJAS "EL FISGÓN" ● JULIO BOLVITNIK ● ALEJANDRA CARMONA V. ● FRANCISCO J. CARRILLO S. ● JORGE CASILLAS SAUCEDO ● LAURA ITZEL CASTILLO ● DAVID CERVANTES ● EVELINE COLÍN DONIZ ● ARNALDO CORDOVA ● OCTAVIO CORTES ● CARLOS CRUZ CAMPOAMOR ● RAFAEL DECELIS ● HÉCTOR DÍAZ POLANCO ● MARIO DI COSTANZO ● MANU DORNBIERER ● RENE DRUCKER COLÍN ● HERON ESCOBAR ● ARMANDO ETCHEVERRI ● CARLOS FAZIO ● ALICIA FERNANDEZ H.● IFIGENIA MARTÍNEZ Y HERNÁNDEZ ● ELVIA FERNANDEZ ● VÍCTOR FLORES OLEA ● MARIO GALICIA YEPEZ ● J. FRANCISCO GALLARDO RODRÍGUEZ ● ANTONIO GERSHENSON ● MA. DEL CARMEN GÓMEZ R. ● JESÚS GONZÁLEZ SCHMAL ● BELÉN GUERRERO H. ● ANTONIO HELGUERA ● HERMANDAD INSTITUCIONAL MEXICANA ● SALOMÓN HERNÁNDEZ ● FILIBERTO HERNÁNDEZ A. ● ALMA ROSA HERNANDEZ T. ● EDUARDO IBARRA TORRES ● ALFREDO JALIFE RAHME ● J. LUIS LEÓN BECERRA ● DARÍO MANUEL LÓPEZ PINEDA ● JAIME LÓPEZ VELA ● ALBERTO MONTOYA MARTIN DEL CAMPO ● PEDRO MIGUEL ● PORFIRIO MUÑOZ LEDO ● ALICIA MUÑOZ FERNANDEZ ● ENRIQUETA NAVAGOMEZ ● JORGE EDUARDO NAVARRETE ● FELIPE OCAMPO TORREA ● CLAUDIA ITZEL PEÑA N. ● ELENA PONIATOWSKA ● ARTURO REYES VILLAVINCENCIO ● PATRICIA ROMANA B. ● J. AGUSTÍN SÁNCHEZ ESPINOZA ● JOHN SAXE FERNANDEZ ● ANDREA TEPEPA BALTAZAR ● ERNESTO TREJO ● ISABEL TREJO RODRÍGUEZ ● ÁGATA TORRES ORTIZ ● HÉCTOR VASCONCELOS ● ARMANDO VERTIZ ONGORIA ● FROYLAN YESCAS

6.11.11

Atahualpa y El Cachilo

Atahualpa Yupanqui


El chingolo o cachilo (Zonotrichia capensis) es un ave neotropical similar a los gorriones domésticos que habita en la mayor parte de Centro y Sudamérica.

Julián Cachilo Díaz fue un músico popular nacido en Salavina que integró, con su hermano el Soco Díaz, un dúo de bandoneón (Soco) y guitarra (Cachilo) de gran calidad, punto de referencia de la música popular santiagueña. Atahualpa Yupanqui los conoció desde joven y cada vez que pasaba por Santiago era recibido en casa de Cachilo. A la muerte de éste, el payador rindió tributo a la amistad con la chacarera trunca El cachilo dormido.

Hubo en la Argentina otro Cachilo célebre: Higinio Alberto Maltaneres (1927-1991), quién vagó por las calles de Rosario escribiendo en grafitis composiciones poéticas que, tras la muerte del autor, han sido consideradas de interés literario. Pero nada que ver.

3.11.11

Una llamada telefónica

No podría ser ninguno de los vendepatrias que han ejercido, con legitimidad o sin ella, la presidencia de México en décadas recientes. Tampoco podría hacerlo un representante de esta oligarquía que ha encontrado el máximo de sus negocios en la destrucción humana y material del país. Fuera de ese pequeño conjunto, no importa el apellido de quien, un día, tendrá que armarse de sentido nacional, agudeza y tamaños, como en su día lo hizo Lázaro Cárdenas, para pedir a uno de sus asistentes que establezca comunicación telefónica con la Casa Blanca.

Tampoco es relevante si quien toma la llamada, miles de kilómetros al norte, es hombre o mujer, blanco o negra, demócrata o republicano. Salvo que la dinámica de los acontecimientos haya trastocado el panorama actual, lo cierto es que, sea quien sea, puede darse por descontado que no va a gustarle lo que escuche:

–Señor presidente: debo comunicarle que he enviado al Legislativo de mi país una iniciativa de reformas al Código Penal para abolir la prohibición de todas las drogas.

Pero, para entonces, al jefe de Estado de la potencia vecina la noticia no lo tomará demasiado de sorpresa. Porque antes de efectuar esa llamada, habrá debido desarrollarse un debate nacional, una complicada negociación política entre las distintas fuerzas representadas en el Congreso y, lo más espinoso, un proceso de paz con los principales grupos armados que operan en el país.

Suena nauseabundo eso de sentarse a la mesa de negociaciones con representantes del cártel de Sinaloa, Los Zetas, los Caballeros templarios, el cártel del Golfo y no sé cuántas otras organizaciones delictivas. Igualmente repulsivo debe de haberles parecido a Yitzhak Shamir y Shimon Peres estrechar la mano de Yasser Arafat, quien, según ellos, era un carnicero terrorista. Una repulsión parecida ha de haber sentido el dirigente palestino al abrazar a quienes consideraba genocidas. También tuvo que ser muy duro para los comandantes guerrilleros salvadoreños saludar con una sonrisa a los generales criminales que masacraron pueblos enteros.

Hay muchos otros ejemplos. El problema es que, como dijo Shimon Peres en una conferencia en el hotel King David de Jerusalén, en el ya lejano 1994, el liderazgo palestino no lo ejercía Teresa de Calcuta, que era con quien a él le habría encantado firmar la paz. Cuando resulta imposible derrotar militarmente al enemigo que se tiene enfrente, tarde o temprano hay que conversar con él en un proceso de toma y daca para detener una carnicería que no va a terminar por sí misma.

Otro obstáculo: a diferencia de lo ocurrido en los conflictos de Oriente Medio, Centroamérica, el Ulster y otros, las organizaciones criminales mexicanas no encarnan ninguna reivindicación política o social. Pertenecen a delincuentes comunes a quienes mueve el interés por las utilidades, como a cualquier otro empresario, salvo que su negocio es ilegal.

Pero este dato tampoco representa un escrúpulo insalvable para iniciar un proceso de pacificación en el país. Muchos gobiernos han negociado, en diversos momentos, con estamentos delictivos. Lo hizo la Casa Blanca antes de derogar la ley seca, con las mafias de Chicago, Nueva York y otras ciudades, para asegurar una suerte de transición ordenada para insertar las fortunas de los grandes capos en la economía formal; uno de los protagonistas de ese proceso fue Joseph P. Kennedy Sr., fundador de la dinastía, quien traficó con información privilegiada, construyó un imperio de importación y distribución de licores al día siguiente de abolida la prohibición y gestionó el trasvase de capitales dudosos hacia la naciente industria cinematográfica en Hollywood.

Años más tarde, el gobierno encabezado por Franklin Delano Roosevelt buscó a la mafia de origen italiano que operaba en el este del país para que ayudara a garantizar el éxito del desembarco en Sicilia. Los gobiernos de John F. Kennedy –hijo de Joseph P.–, Lyndon B. Johnson y Richard Nixon –quien antes de ser presidente practicó la abogacía hasta límites realmente delictivos– se hicieron de la vista gorda con el vaso tráfico de heroína procedente de Vietnam, realizado al amparo de la intervención militar en ese país. Posteriormente, en tiempos de Ronald Reagan, la CIA operó una vasta red de narcotráfico de Colombia a Estados Unidos, pasando por México, para hacerse de ingresos extrapresupuestales con los cuales comprar armas para los contrarrevolucionarios nicaragüenses.

Por esos mismos tiempos, el Departamento de Estado y el Pentágono no le hacían ascos a los fundamentalistas afganos que financiaban su lucha contra las tropas soviéticas de ocupación mediante el comercio ilegal de heroína.

En el México actual, diversos políticos han reconocido o mencionado la existencia de añejos contactos extraoficiales entre la autoridad y los traficantes de drogas. Lo dijo Miguel de la Madrid en referencia a Carlos Salinas, lo dijo el ex gobernador de Nuevo León con respecto a los candidatos a puestos de elección popular, lo ha dicho Felipe Calderón con respecto a sus antecesores en el cargo que él ocupa de manera ilegítima; no hay por qué no creerles, sobre todo si un alud de datos e indicios confirma tales dichos.

Actualmente, el gobierno de Calderón ha sido insistentemente señalado por su presumible alianza tácita con el cártel de Sinaloa, hasta el punto de que, cabreados por el escándalo, los gobernantes estadunidenses parecen haber decidido poner un alto a las circunstancias que alimentan la versión. La semana pasada The Washington Post filtró una información que describía a un Calderón desesperado por echar el guante a Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, considerado el líder máximo de ese cártel, para cuya captura o eliminación se habrían formado grupos especiales en el Ejército, la Marina y la Policía Federal.

En forma extraoficial, las autoridades mexicanas negaron que existiera tal cosa, pero unos días más tarde el propio Calderón comparecía, un tanto descompuesto, ante el Consejo de Seguridad Pública para presionar a los gobernadores con el tema de los exámenes de confianza de los integrantes de las corporaciones policiales y advertía de un inminente empeoramiento de la inseguridad y de la violencia. Al mismo tiempo, al norte del Bravo, el gobierno de Obama echaba el guante a unos 70 narcos presuntamente vinculados al cártel de Sinaloa. Hay síntomas de que la Casa Blanca y Los Pinos se preparan para un cambio de alianzas.

Hasta ahora, los contactos, las negociaciones y los pactos entre gobernantes y delincuentes formales se han realizado en la más absoluta oscuridad, porque se trata de negocios inconfesables. Pero para acabar con el narcotráfico se requiere de una negociación efectuada de cara a la sociedad con el objetivo de despenalizar la producción, traslado y venta de los estupefacientes ilegales. No se puede desmontar de la noche a la mañana un negocio de medio billón de dólares mediante un decreto. Es preciso incluir a las partes involucradas en él, y eso no sólo incluye a los capos, sino también a los sectores empresariales que se han beneficiado, por décadas, con la inyección de dinero sucio en la economía formal.

Vicente Fox formuló una propuesta semejante y la opinión pública y la clase política se lo comieron vivo, y con razón. La propuesta es correcta, pero el señor que permitió la fuga del Chapo no tiene ninguna autoridad moral para ponerla sobre la mesa. Dejemos para la semana entrante las formas y los temas de una paz negociada entre los grupos armados que se disputan el territorio y la economía del país.


2.11.11

Juárez: Policía eficiente

Las corporaciones de la fuerza pública desplegadas en Ciudad Juárez no han sido capaces de brindar seguridad a la población y no sirven para un carajo si se trata de impedir homicidios o de capturar a quienes los perpetran.

En cambio, son de lo más eficaces cuando la tarea consiste en golpear a chavos que exigen el fin de la violencia.


1.11.11

Ofrendas



Cincuenta mil calaveras de azúcar amarga, centenares de juguetes infantiles huérfanos y miles de prendas femeninas desgarradas, para el altar de estos días en los aposentos privados de Felipe Calderón.

Miles de rostros muertos para una hipotética ofrenda en la casa del presunto narcotraficante Joaquín Guzmán Loera, El Chapo.

Miles de flores deshojadas de cempasúchil para el tributo a los difuntos en la residencia de lujo de Genaro García Luna, secretario de Seguridad Pública.

Platos y platos de calabaza sin tacha en la mesa de los muertos dispuesta en la morada de Heriberto Lazcano Lazcano, El Lazca, presunto cabecilla de los Zetas.

Unas mancuernillas con forma de ojos humanos para Emilio Azcárraga Jean, principal beneficiario de series televisivas que promueven la guerra.

Innumerables calabazas con la veladora apagada para el jardín de Halloween de Barack Obama, Premio Nobel de la Paz en ratos de ocio e impulsor de la guerra en horario laboral.

Un plato con sal por cada muerto en el altar de alta mar del almirante Mariano Francisco Saynez Mendoza, secretario de Marina.

Unas cañas en forma de esqueleto para la mesa del gobernador de Veracruz, Javier Duarte, difamador de muertos inocentes.

Doscientos pavos putrefactos para la mesa del día de Acción de Gracias en casa de Eric Holder, fiscal general de Estados Unidos y responsable de las acciones de las oficinas para el control de Alcohol, Tabaco y Armas de Fuego (ATF) y de combate a las drogas (DEA).

Velas de calibre reservado para el uso del Ejército en la ofrenda montada por el general Guillermo Galván Galván, secretario de la Defensa Nacional.

Huchepas crudas en el altar de muertos de Servando Gómez Martínez, La Tuta, supuesto líder de Los Caballeros Templarios.

Jeringas usadas para la fiesta de Enrique Peña Nieto, promotor de la pena de muerte para los adictos.

Panes de muerto duros para el altar de Jorge Eduardo Costilla Sánchez, alias El Coss, presunto cabecilla del Cártel del Golfo.

Huesos de cartón para las camas de los empleados públicos corruptos.

Milagritos de plomo en forma de extremidades humanas, superiores e inferiores, izquierdas y derechas, para adornar la sala de estar de Hillary Clinton, secretaria de Estado en Washington.

Un vaso de cerveza agria a cada comerciante de armas de Arizona, Texas, Nuevo México y California.

Cien kilos de tuétano en la nevera de los accionistas de la industria de armas de Estados Unidos.

Unas monedas sacadas de las fosas oculares de los muertos para los banqueros y financieros que lavan las ganancias de la extorsión, el secuestro y el tráfico de drogas.

Y para ustedes, difuntos de todas las edades y de todas las clases, géneros y regiones, inocentes y culpables y presuntos culpables, uniformados y civiles, perseguidos y perseguidores –ya inofensivos todos–, altos y bajos, flacos y gordos, morenos y claros, flores de la muerte apacible o espinas de la muerte violenta, criaturas de la enfermedad, la vejez, la desnutrición, la desesperanza, el odio o el descuido: mucho afecto, mucha paz y toda la memoria.