31.5.10

Ataque al Mavi Mármara


Gracias, gobierno de Israel, por esta nueva siembra de odio.
Gracias por los cadáveres, por los heridos y por los secuestrados.
Gracias por las imágenes de armas de destrucción masiva (una resortera, una bolsa de canicas, el palo de una sombrilla de playa) halladas por tus heroicos efectivos militares a bordo del buque Mavi Mármara.
Gracias por las balas, por los pulmones perforados, por los miembros amputados, por los coágulos, y gracias también por las mentiras.
Gracias por arrinconar a Obama, por destruir tu relación con Turquía, por reivindicar a los piratas.
Gracias por obligarnos a un nuevo ejercicio de deslinde moral entre el repudio obligado a tus acciones criminales y el resbalón inadmisible hacia la judeofobia.
Gracias por ser lo que eres, un gobierno terrorista y genocida que se llena la boca condenando al terrorismo.
Gracias por recordarnos el atraso imperdonable en nuestra evolución. Gracias por insistir en el origen reptiliano que subyace en nuestro entendimiento.
Gracias por hacer inevitable la demanda de tu extinción. Gracias por sembrar la semilla de tu propio desvanecimiento. Gracias por prefigurar que un día serás lo que siempre debiste haber sido: un mal sueño. Una pésima idea.
Gracias por ser tan salvaje que sólo dejas el camino de la convivencia civilizada.
Gracias por desempeñarte con tanta perfección en tu papel de ejemplo de barbarie.
Gracias por haber llegado tan lejos.

27.5.10

Morelos: la Policía
Federal reprime al SME


"Unos 600 agentes ingresaron para terminar con el plantón que desde octubre mantenían electricistas.

Rubicela Morelos Cruz, corresponsal
Publicado: 27/05/2010 15:34

Cuernavaca, Mor. Unos 600 elementos de la policía federal desalojaron de las subestaciones de la compañía de Luz y Fuerza del Centro (LFC) a los integrantes del Sindicato Mexicano de Electricistas (SME) que se mantenían en plantón desde el pasado mes de octubre, fecha en que se emitió el decreto presidencial de extinción de LFC."

El gato, la rata y el martillo


Artículo de Lorenzo Meyer

La "nueva política" del presidente Obama con relación a las drogas no es tan nueva. Se parece a la que México intentó en los 1930 pero que entonces Washington combatió

Martillazo

Pudimos haber sido de avanzada en la política contra las adicciones, pero Estados Unidos nos paró en seco hace 70 años y hoy son ellos los que se presentan como innovadores. Una pequeña anécdota ilustra bien lo que le pasó a México con un intento imaginativo de administrar la drogadicción. Al tratar de auxiliar a un gato que había acorralado a una rata, alguien lanzó un martillazo pero de tan mala manera que en vez de pegarle a la rata le pegó al gato; el resultado fue que ese felino nunca más volvió a intentar cazar roedores.

Pues bien, en los 1930, México empezó a diseñar una política propia e innovadora con relación al consumo de drogas, con un enfoque no del todo distinto al que hoy propone el presidente Barack Obama, pero un martillazo lanzado desde Washington en 1939 hizo que el innovador no volviera a intentarlo.

El tema

En su discurso del 20 de mayo ante el Congreso de Estados Unidos, Felipe Calderón felicitó al presidente norteamericano por su reciente iniciativa para reducir el consumo de drogas en su país, el mayor demandante de esos productos ilegales. Si Calderón hubiera acudido a la historia, hubiera tenido que observar que el enfoque de Obama tenía antecedentes en México. Aunque claro, eso no hubiera cuadrado con su actual política sobre el tema, que sigue apegada a la que tradicionalmente Washington ha alentado en el exterior: prioridad al combate a la producción y distribución de drogas, lo que ha conducido al violento callejón sin salida donde nos encontramos hoy.

El proyecto frustrado

El cardenismo fue un entorno propicio para imaginar formas de mejorar la situación de las clases mayoritarias. Sin embargo, la disparidad de poder entre México y el vecino del norte y una relación bilateral ya afectada por la expropiación petrolera de 1938, y que había tensado al máximo las variables que le daban forma, llevaron a que las autoridades sanitarias de nuestro país abandonaran sus intentos por diseñar una política propia frente a los drogadictos, una que, sin dejar de combatir la producción y trasiego, ponía el acento en el control y tratamiento de la adicción.

El proyecto mexicano fue idea del doctor Leopoldo Salazar Viniegra, responsable de la Dirección de Toxicomanía y estudioso de los efectos de la marihuana en la conducta del adicto. De su investigación concluyó, en contra de lo afirmado por Harry J. Anslinger, comisionado de la Oficina Federal de Narcóticos (FBN) del gobierno de Estados Unidos, que esa substancia, por sí misma, no convertía a sus usuarios en dementes ni menos les inducía directamente a seguir conductas de violencia criminal. Salazar Viniegra no sólo atacó las ideas prevalecientes sobre una planta que se consideraba maléfica pero que él suponía que también podría ser útil en la industria textil, sino que fue más lejos. Para impedir que los adictos a las drogas -los "viciosos"- se convirtieran realmente en criminales en su afán por obtener los recursos para comprar los narcóticos en un mercado controlado por narcotraficantes -mercado aún pequeño- él mismo, como médico, firmó recetas para que varios adictos adquirieran sus drogas en farmacias, es decir, en el mercado legal. Su idea era que el Estado se organizara para proporcionar pequeñas dosis de droga a los toxicómanos -vía el Hospital de Toxicómanos, por ejemplo- mientras se les hacía participar en un proceso de rehabilitación (Luis Astorga, El siglo de las drogas, 1996, pp. 43-46, 50-55). Despenalizar bajo supervisión el consumo individual de sustancias como la marihuana, la heroína y la cocaína quizá hubiera abierto la puerta a un tipo de relación positiva entre autoridades y toxicómanos y la hubiera cerrado a la relación entre estos últimos y los narcotraficantes. Esto no hubiera resuelto el problema mismo, como no se ha resuelto el del alcoholismo o el tabaquismo, pero sí hubiera permitido administrarlo de manera menos violenta y más constructiva de lo que finalmente fue.

México, al concluir su cambio revo- lucionario, se convirtió en uno de los países que más problemas presentó a la política antidrogas diseñada por Estados Unidos, cuyos cimientos fueron los acuerdos de Shanghai y de La Haya, de 1909 y 1912, respectivamente, y cuya meta era acabar con la drogadicción prohibiendo y combatiendo la producción y comercialización de las drogas. Por tanto, a partir de 1930 la FBN se encargó de presionar por la vía diplomática y pública a México, hasta que logró, entre otras cosas, que en agosto de 1939 Salazar Viniegra fuera despedido como responsable de la política hacia los drogadictos y reemplazado por alguien que siguió las líneas demandas por Washington (Encyclopedia of the New American Nation, Narcotics Policy).

En México ha revivido la idea de despenalizar el uso de montos mínimos de droga, pero ésa ya no es la política central ni tiene la audacia de la propuesta original de Salazar Viniegra que hacía del Estado el regulador del consumo de un usuario al que, además, buscaba rehabilitar.

La propuesta de Obama

En el documento de 127 páginas que el presidente norteamericano presentó el pasado día 11, titulado "Estrategia nacional para el control de drogas, 2010" (National Drug Control Strategy, 2010), se señala que cada día 8 mil norteamericanos consumen por primera vez alguna droga prohibida y que corren el peligro de incorporarse a los 20 millones de sus conciudadanos que ya usan ese tipo de sustancias y de los cuales 7.6 millones son drogadictos duros. Evitar esa "primera vez" o cortar esa conducta en sus etapas iniciales es el centro de una nueva política que considera el uso de drogas una enfermedad con bases biológicas, como el alcohol.

En la introducción del documento de Obama se señala que si bien el gobierno mantiene su decisión de combatir la producción y tráfico de drogas, especialmente en la frontera sur, se ha ordenado a la agencia responsable de la política antidrogas, la ONDCP, que rediseñe su enfoque en las áreas de prevención y tratamiento de las adicciones de aquellos que lo soliciten. A esto, el presidente norteamericano le llamó un enfoque balanceado. Según los apéndices, del gasto total de Washington en su lucha contra las drogas, y que ascenderá a 15 mil 552 millones de dólares en 2011, el 36% se dedicará a las áreas de prevención y tratamiento, lo que en realidad es apenas un modestísimo aumento de 0.6% respecto de 2009. Sin embargo, en este enfoque destacan las campañas de convencimiento y de rehabilitación, pues la meta ya no es sólo acabar a sangre y fuego la estructura de proveedores sino también atacar el corazón del mercado de drogas prohibidas por el lado de la demanda, disminuyendo la clientela del mercado ilícito.

La propuesta también es modesta en términos cuantitativos, pues busca reducir el universo de consumidores en sólo 15% en los siguientes cinco años, especialmente entre los jóvenes y los usuarios sistemáticos. La idea central es prevenir la adicción mediante la continuación de las políticas tradicionales de combatir la producción y comercialización de las drogas dentro y fuera de Estados Unidos pero, a la vez, creando o reforzando la información y detección temprana de uso de sustancias que conducen a la adicción, aumentando la calidad y cantidad de los programas para tratar a los ya adictos -tratamiento individual, familiar y colectivo- así como el desarrollo de sustancias que los programas médicos puedan ofrecer para sustituir a la droga misma.

Conclusiones

Obviamente, una conclusión tiene que ver con los costos de una soberanía limitada. En este caso, la presión norteamericana impidió a México intentar una política que permitiera a los enfermos de adicción a las drogas sobrevivir sin tener que caer en una relación de dependencia frente al crimen organizado. En segundo lugar, el que México tendría que aprovechar el enfoque de Obama para repensar su propio esquema de la política antidrogas y volver a considerar las posibilidades de dar la prioridad a la descriminalización y al tratamiento por sobre el enfoque tradicional que impuso Estados Unidos al mundo en el pasado.

Finalmente, el doctor Salazar Viniegra hubiera apoyado el enfoque del presidente Obama, lo hubiera considerado un triunfo personal sobre el dogmático y poco imaginativo Anslinger, que tras su larga estadía al frente de la FBN, dejó como herencia hacer del combate a la oferta de drogas el eje de la estrategia nacional e internacional de Washington en detrimento de la alternativa no violenta: erosionar la demanda por la vía del Estado como educador y responsable del tratamiento.

(Reforma, 27 de mayo de 2010)

Un trabajador, una historia


Cada trabajador(a) es una historia. Juntos, hacen la Historia.

Por favor, visiten este blog, que es mucho más que eso.

El último suspiro del
Conquistador / XXXVIII


En el departamento de Evaristo Terré, y bajo el auxilio espiritual de su anfitrión, Andrés casi terminó con una botella de ron Viejo de Caldas, y cuando estuvo vacía, pidió más. Terré era alcohólico veterano y conocía los peligros de una ingestión tan rápida de licor por una persona casi abstemia, como lo era su invitado, así que lo paró en seco:

—Ni un trago más, compadre, porque me arriesgo a tener en mi casa un cadáver de nacionalidad mexicana. Ave María, Andrés, que a usted lo que le hace falta es sudar los amores que viene fermentando.

—... Es que yo la quiero mucho —balbuceó el aludido, desde el fondo de su borrachera—.Y quiero seguirla queriendo.

—Pero ya te mandó al carajo, pues —dijo Terré con voz suave y tierna—. Ahora tenés que cruzar el desierto del despecho, tenés que cruzarlo. Y hay que andarlo a pie, porque en avioneta no se puede.

El colombiano rió de su propia ocurrencia y Andrés se le quedó viendo, sin entender lo que acababa de decirle, sin entender qué estaba haciendo allí, y sin entender por qué no entendía nada. Recordó que estaba en París, tuvo la noción de que se encontraba de visita en la guarida sucia y apestosa de su amigo Evaristo Terré, el bohemio desertor de la ciencia, y pensó que ya era muy tarde. Entonces su cerebro hizo una sinapsis torcida:

—Ya me voy a mi casa —dijo, mientras intentaba recuperar la compostura y trataba de incorporarse.

—Pero si no tenés casa —se carcajeó Terré—. Usted desmontó su apartamento hace más de un mes, porque se iba de regreso para México, ¿recuerdas?

En la cabeza de Andrés, la palabra “México” desencadenó recuerdos furiosamente carnales: los pezones cónicos de Jacinta, que se proyectaban hacia delante con todo y areola, el olor agridulce de su sexo hirsuto, el sudor de sus manos que olía a tinta Pelikan... Y las evocaciones, juntas, le provocaron una urgencia de buscarla. Se puso de pie y mantuvo el equilibrio en forma milagrosa.

—Pues me voy a México —susurró, oscilante y viendo hacia la puerta.

—Ya la estás extrañando, ¿verdad? —repuso el colombiano con sagacidad—. No, m’ijo, nada de irse a México, y menos en esas condiciones. Lo que te toca hacer ahora es irte de putas.

Viendo que su huésped estaba a punto de perder la vertical, Terré lo empujó, con suavidad pero con firmeza, a la silla más cercana. Andrés se dejó hacer y se sentó. A continuación, el antiguo científico miró su reloj, fue a la cocina, hurgó en varios botes de un estante y localizó uno en particular. Le quitó la tapa, sacó de él un pequeño rollo de billetes y se puso a contarlos: no era mucho, aunque bastaría para financiarle a su amigo algún desfogue con una china de la zona de Belleville o una subsahariana del rumbo de La Chapelle. Pero Andrés, sin comprender la acción de su benefactor, se concentró en el singular escondrijo del dinero y el cerebro se le i-nundó de ideas confusas pero urgentes:

—Puta madre, el frasco... —gimoteó.

—Vámonos —contestó Terré sin inmutarse, y metiéndose el dinero en el bolsillo del pantalón, fue a auxiliar a su amigo, quien de nuevo intentaba ponerse de pie.

* * *

Si algo le faltaba al médico forense Sánchez Lora para decidirse a abandonar su profesión, el sonado asesinato y decapitación de todos los integrantes del gabinete presidencial terminaron de convencerlo. La ejecución múltiple apenas había cimbrado a una opinión pública cada vez más acostumbrada a presenciar —así fuera a través de los medios— atrocidades de toda suerte y oleadas de homicidios colectivos sin ninguna secuela judicial. Era claro que las instituciones encargadas de procurar justicia no tenían capacidad para investigar ni la décima parte de las muertes violentas que ocurrían en el país día a día, y posiblemente carecían de voluntad para dar seguimiento a una sola. Tras las promesas presidenciales de identificar, capturar y sancionar a los asesinos del equipo de gobierno, después de la ceremonia fúnebre en el Campo Marte (19 ataúdes de roble que contenían los cuerpos de otros tantos secretarios de Estado, a los que un costurero forense restituyó a toda prisa las cabezas con hilo de sutura, y a los que un sastre fúnebre les adhirió con pegamento corbatas gruesas para que no se apreciara el chapuz), una vez que se dio a conocer los nombres de los sucesores de los fallecidos y transcurridos los tres días de luto oficial, el asunto se esfumó de las primeras páginas de los diarios y del discurso oficial. Sobre la normalidad alterada quedó flotando, como única huella del naufragio del poder, la espuma de los chistes multiplicados: que si, por error, el de Educación se había ido a su última morada con la cabeza del de Agricultura, que si los cerebros se los había llevado la NASA para estudiar el vacío, que si...

Tras unos días de severa depresión, en los cuales no salió de su casa ni se bañó ni se quitó la pijama, Sánchez Lora pensó en hacerse detective privado y en trabajar por su cuenta. Pero antes de establecerse en una nueva profesión quería atar los cabos sueltos de dos extrañas muertes: la del comerciante de cosas usadas de La Merced, un travesti llamado Rufino Vázquez Morgado, quien según todos los indicios había sido asesinado por su pareja sentimental, un sujeto llamado Iván que había muerto poco después, aplastado por una figura de hierro que se desprendió de su base sobre la cúpula del Hospital de Jesús a consecuencia de una ventisca insólita. El perito tenía una pista invaluable: una tarjeta de transporte del metro parisino, a nombre de Jacinta Dionez, con la foto de una muchacha que, según una testigo, había merodeado en el local de Vázquez Morgado el día del crimen. Y tenía, además, contactos con mandos policiales, y podía conseguir, por medio de ellos, las listas de pasajeros de los vuelos procedentes de Francia de las dos semanas anteriores al día de los homicidios.

“Es increíble”, se dijo a sí mismo Sánchez Lora un día que cruzaba el Zócalo capitalino rumbo a una de sus diligencias. “Cualquier pendejo como yo puede encontrar la madeja de un asesinato, y todas las procuradurías del país no pueden ni con uno de los treinta diarios que estamos padeciendo.”

Iba tan absorto en sus pensamientos que estuvo a punto de tropezar con una tienda de campaña precaria que se encontraba, con otras, instalada en la plancha de la plaza principal del país. Observó movimientos apresurados en la boca de aquel refugio, por la que salió una mujer, llevada casi en vilo por dos hombres jóvenes. Éstos extendieron una camilla frente a la tienda de campaña, acostaron a la mujer y luego la levantaron y empezaron a caminar. Sánchez Lora había perdido los reflejos de galeno después de muchos años de especializarse en la recolección de cadáveres, pero en ese momento un impulso antiguo brotó de él y se dirigió a la enferma, al tiempo que preguntaba a los que la trasladaban:

—¿Qué le pasó? ¿Me permiten examinarla? Soy médico.

—Gracias, doctor —le contestó uno de los que cargaban la camilla—. Lo que tiene es hambre, y tenemos que trasladarla a un hospital.

—¿Hambre? —se extrañó Sánchez Lora.

—Sí, lleva treinta y tres días sin comer.

—¿Y por qué? —insistió el especialista, mientras caminaba de prisa a la par del pequeño grupo.

—¡Pues porque está en huelga de hambre! —se exasperó uno de los que transportaba a la enferma hacia afuera de la plancha central del Zócalo—. ¿Qué no lee los periódicos?

Otra mujer que caminaba un tanto rezagada explicó a Sánchez Lora:

—Somos electricistas, doctor. Los compañeros están haciendo una huelga de hambre aquí, en demanda de que nos regresen los trabajos que nos quitaron.

(Continuará)


26.5.10

El problema


Es inevitable: casi todos los días procuro comprar tomates frescos, pero en estos tiempos de calor lo que consigo es que no falten en casa los tomates podridos. He probado tenerlos en el refrigerador, metidos en recipientes herméticos, en bolsas de plástico, envueltos en papel periódico, o bien, como Dios los trajo al mundo; he intentado también dejarlos fuera, sobre una superficie perforada, y darles vuelta de manera regular. Pero en cosa de horas se aposcaguan, se apachurran, se manchan, y empiezan a secretar líquidos que debieran permanecer en su interior. Se aceptan consejos. Creo que acabaré por esterilizarlos con algún isótopo radioactivo, a riesgo de que sea yo el que se eche a perder cuando los consuma. Está visto: la naturaleza es una verdadera inmundicia.

25.5.10

El guionista Peña Nieto



De El Economista, vía La Lonchería.com:

Alberto Bazbaz Sacal, procurador del Estado de México, se reunió en más de cinco ocasiones en Palacio de Gobierno la semana pasada, antes de salir el viernes a dar a conocer la versión del accidente y muerte por asfixia de la menor Paulette Gebara Farah. Durante esas reuniones Bazbaz llevó consigo tres “versiones”, preparadas para discutir con cuál de ellas darían a conocer los resultados, luego de que el gobernador Enrique Peña Nieto fijara el viernes como fecha para ofrecer conclusiones.

Los borradores hablaban de: uno, la versión de un accidente; dos, ventilar que los padres sabían de la muerte pero sin consignarlos y tres, consignar a los padres por homicidio culposo. El consenso en las reuniones del abogado de los mexiquenses fue optar por la opción que habló de la “muerte accidental” por asfixia. Las otras dos quedaron como “reserva” en caso de que haya acciones en contra de la Procuraduría y su aún titular.


Esta versión vendría a confirmar lo publicado por SDP y por Vanguardia, de Saltillo, hace casi un mes, el 29 de abril:

El gobernador priista del Estado de México, Enrique Peña Nieto, ordenó cerrar el caso de la muerte de Paulette Gebara antes del 30 de abril y culpar a la madre de Paulette, Lisette Farah, de homicidio doloso por la muerte de la niña a sabiendas de que no existen pruebas en su contra.

Uno de los abogados de Lisette Farah señala que ha recibido información de que la Procuraduría de Justicia del Estado de México, cuyo titular es Alberto Bazbaz, busca la consignación por homicidio a pesar de que su propio reporte pericial afirma que la muerte fue accidental, de acuerdo con información publicada por Reporte Índigo, en una entrevista hecha a Lisette Farah.Ahí mismo la mamá de Paulette afirma que antes de ser arraigada, y frente al subprocurador Castillo, ella fue golpeada e incluso su esposo le reventó el oído de un golpe en la sien.

Para lograr la acusación, dice el abogado, la PGJEM busca alegar que la madre de Paulette la acostaba en la cama donde tiempo después fue encontrada, y que como en esa cama la niña se “accidentó”, entonces se le acusaría a la madre de Paulette de homicidio doloso en modalidad de “eventual” ya que supuestamente no hizo nada para impedirlo a pesar de que sabía del hueco entre el colchón y la rejilla de la cama.

Cabe mencionar, no obstante, que esta teoría no se puede sostener ya que inclusive el carpintero que hizo la cama de la Paulette negó que la niña cupiera en ese hueco.

No sólo eso; peritos de la investigación contactados por SDPnoticias.com revelaron que el colchón fue volteado para darle a oler la sábana de Paulette a los perros de rastreo, los cuales revisaron la recámara 7 veces, y el cuerpo de la niña jamás estuvo ahí.

Además, cabe señalar, el padre de Paulette también sabía donde dormía su hija y tampoco hizo nada para evitar el “accidente”.

Por otro lado, los peritos revelaron a SDPnoticias.com que se encontraron fibras de tapetes de auto en los pulmones de la niña que no coinciden con ninguna de las alfombras de su casa, sugiriendo que estuvo en otro lugar.

La orden de Peña Nieto para inculpar sin pruebas a la madre de Paulette se derivaría de la presión de la opininón pública, que encontraría inverosímil la versión del simple accidente.

El turno del ofendido


Vaya ese título en evocación de Roque Dalton, el inolvidable Pájaroloco, quien este mes cumplió 75 años de estar vivo y 35 de estar muerto. Vaya, también, como recordatorio de que uno de sus asesinos, Joaquín Villalobos, cobra como asesor en la Procuraduría General de la República, según señalamiento reciente de los familiares del poeta asesinado. Chulo de bonito que se ve el procurador Chávez Chávez con un homicida, confeso e impune, incrustado en su nómina.

Y es que un poemario de Roque, publicado originalmente en México, en 1964, se llama El turno del ofendido y el título viene al caso por quienes encuentran su momento de desahogo verbal tras el secuestro de Fernández de Cevallos.

Es impresionante: a lo largo de quince largos días, en las redes sociales, pero también en las pláticas de calle y de fonda, muchísimas personas le han deseado al litigante lo peor de lo peor; han clamado porque sus captores lo conserven para siempre; han evocado con rencor sus movidas pecuniarias y políticas, su insolencia y su cinismo; han hecho, una y otra vez, el recuento de sus infamias (las reales, las incomprobables y las inventadas). En los días que corren no parece haber un personaje más vilipendiado en la escena nacional, salvo, por supuesto, el procurador Bazbaz, quien tuvo la audacia de contarnos que sus investigadores permanecieron nueve días sentados sobre el cadáver de Paulette y que no se dieron cuenta.

A primera vista, el fenómeno sorprende, porque circunstancias de infortunio, como las que se abatieron sobre el ex senador panista —si es que el secuestro no es una farsa, que las cosas no están como para creer nada— suelen suscitar solidaridad, simpatía o, cuando menos, piedad. Secuestrados acaudalados los ha habido muchos y hasta ahora ninguno de ellos había sufrido, como daño colateral al plagio, un linchamiento virtual. Y sí: es políticamente incorrecto, es bajo, mezquino e incivilizado, y constituye una muestra de las simas a las que hemos llegado en materia de desarrollo cívico.

Pero luego no sorprende tanto si se considera que Fernández de Cevallos es corresponsable prominente de la degradación generalizada de la que ahora es víctima. Cómo no recordar su función de bisagra entre el PRI salinista y el PAN empresarial, su respaldo a la incineración de las pruebas del fraude de 1988, su desempeño como promotor de aquel magno asalto bancario a la nación que fue el Fobaproa, su enriquecimiento lícito pero inescrupuloso al amparo de sus influencias, sus exhortos a la represión contra los indígenas zapatistas, su militancia a favor de la “Ley Televisa”, su sórdida mediación entre Ahumada y Salinas para urdir los videoescándalos de 2004, su papel en el desafuero del año siguiente y otras cosas más siniestras, como sus poderes notariales de la clínica en la que fue operado —con resultado fatal—, Amado Carrillo, y de la funeraria que se hizo cargo después. Cómo no recordar que es uno de los principales responsables por el desprestigio de la política y de los políticos.

A ver si esto les da una pista de la abominación colectiva: Fernández de Cevallos hizo carrera como representante popular, es decir, como empleado de los ciudadanos; cuando salió del Senado se compró una camioneta de 750 mil pesos. Olvídense del resto de sus propiedades, Punta Diamante incluida. Alguien que gane al mes el equivalente a un salario mínimo —cerca de la mitad de la población tiene un ingreso de esa magnitud— tendría que invertir la totalidad de sus percepciones, durante 40 años, para adquirir un vehículo como el del ex senador, el que fue su empleado. Envidiosa que es la gente, dirán, pero si no logran entender la monstruosidad ética de esta desigualdad y la ofensa que conlleva, entonces no entienden nada de nada.

Casi tan triste como la situación incierta y angustiosa del panista es la incapacidad de la comentocracia oficial para percibir, en este enojo, y más allá de la falta de modales y de buen gusto, una señal de la irritación social que cunde. Con todo, el México bronco que se asoma en Twitter es de peluche comparado con el que ya controla, manu militari, diversas regiones del país. Por supuesto, cuando no se dedica a fruncir la nariz por la vulgaridad de quienes se regocijan con el problemón en que se encuentra Fernández de Cevallos, esa comentocracia sigue muy entretenida con la morralla de los procesos electorales y discurre como si el país se encontrara en plena normalidad democrática.

21.5.10

Rostros de la estupidez

Aparicio, corneado

AFP, Madrid, 21 de mayo.- El matador Julio Aparicio se encuentra muy grave tras sufrir este viernes en la plaza de Las Ventas una cornada en el cuello que le atravesó la boca y la lengua, por lo que, tras ser operado en la enfermería del coso madrileño, fue trasladado a un hospital. El diestro sufrió una herida en la región submandibular con una trayectoria ascendente que penetra en la cavidad bucal, atraviesa la lengua y alcanza el paladar, con fractura del maxilar superior, según el parte médico difundido tras la intervención.

Aparicio estaba toreando al primero de la tarde en una de las corridas de la Feria de San Isidro, cuando el astado lo hizo tropezar y, con el diestro en el suelo, lo empitonó por el cuello, de forma que el asta le entró por el cuello y salió por la boca al matador. Tras ser intervenido en la enfermería de Las Ventas, el torero fue trasladado con pronóstico muy grave al hospital 12 de Octubre de Madrid, aunque, en principio, no se teme por su vida.

— o —

Bazbaz, en conferencia de prensa

Estado de México, 21 de mayo.- El Procurador de Edomex, Alberto Bazbaz, afirmó que los dictámenes de la investigación sobre la muerte de Paulette indican que el fallecimiento de la menor fue accidental, pues los resultados indican que la oclusión de los orificios nasales de Paulette no fueron producidos por otras personas. "Ante las constancias que obran en el expediente, dictámenes periciales sostienen que la muerte de la menor fue un accidente, y toda vez que se ha agotado la investigación sin existir prueba pendiente que desahogar, se ha determinado concluir la investigación sin ejercer acción penal en contra de alguna", dijo el Procurador en conferencia de prensa.

"Reconozco que el proceso inicial tuvo deficiencias, al no haber revisado de forma plena la cama y la habitación de la menor", dijo el Procurador. "Aceptamos la responsabilidad institucional por las citadas deficiencias, pero no afectan el resultado último de la investigación", explicó en conferencia de prensa.

Bazbaz informó que en la investigación colaboraron diversas dependencias, como las procuradurías General de la República, las de Justicia del Distrito Federal y Nuevo León, el Buró Federal de Investigación (FBI) y el Departamento de Justicia de Estados Unidos, así como instituciones académicas, como la Universidad Autónoma del Estado de México y la Facultad de Medicina de Granada. Agregó que durante las semanas de investigación se integraron a la averigución previa 83 declaraciones, 85 dictámenes institucionales, 3 dictámenes externos, 3 informes, 20 inspecciones y 14 reconstrucciones de hechos.

20.5.10

Volvieron los apagones


Los Lozanos Alarcones,
junto a los Alfredo Elías,
nos regalan apagones
casi que todos los días.
Han sido sus tropelías
y su procaz ambición
las causas del apagón
que ya casi es permanente
y más bien el accidente
es tener un alumbrón.

Sumándose al maridaje,
Georgina Kessel sugiere
que el servicio se interfiere
en razón de un sabotaje;
dice que si no hay voltaje
es por culpa del SME,
y aquí muy claro se ve
la calumnia y el ultraje.

Porque los electricistas
se encuentran en huelga de hambre
y le están dando un calambre
a los mafiosos panistas,
gobernantes entreguistas
que al empresario privado
pretenden vender de fiado
la red de electricidad
aunque sufra la ciudad
un apagón prolongado.

Sabotaje es el que ustedes,
panistas de mala entraña,
realizan con tanta maña
en las eléctricas redes.
Calderón: ya que no puedes
arreglar el tiradero
que hay en el país entero,
permite que hombres honestos
reparen los líos éstos
y aviéntate al basurero.

El último suspiro
del Conquistador / XXXVII


I
nsuflar el ánima de su Señor en el cuerpo de otra persona: ¿Cómo podría hacerse aquello? El almero Tomás pasó muchas noches de insomnio tratando de resolver dos problemas: el primero era hasta qué punto podía considerarse lícito matar a un zombi, un esclavo, uno que ya estaba muerto en vida, según las enseñanzas de El Negre, y que sin embargo ostentaba una personalidad, unos recuerdos, además de funciones fisiológicas completas, y que, para colmo, hasta presentaba cierta capacidad de distinción entre el bien y el mal. Garcí, su zombi personal, comía, bebía, desechaba, poseía reflejos, hablaba y, sobre todo, reía, reía muchísimo. Podía entablarse con él una conversación simple, aunque carecía de perspicacia para seguirla en cuanto la plática derivaba por terrenos situados fuera del ámbito de los recuerdos personales, las percepciones del presente y una que otra consideración básica. En algunas ocasiones, Tomás se preguntó si lo que le faltaba al peninsular resurrecto no era el alma, sino la inteligencia.

El otro problema no era de índole ética, sino mecánica: suponiendo que Garcí se dejara torcer el pescuezo, pensaba Tomás, ¿cómo haría para asentar en su organismo saludable el alma del Conquistador? Ésta se encontraba en un frasco de vidrio, y Tomás conocía el secreto para guardarla allí: había que moldear un ducto entre la boca del recipiente y una de las fosas nasales del cliente con gasas dúctiles previamente mojadas en cera de Campeche, barro o cualquier materia flexible que se tuviera a mano. Luego se había de esperar al momento postrero, identificarlo mediante las señales sutiles con las que un organismo vivo anuncia que está a punto de cambiar de condición, y en ese instante preciso, colocar el frasco con el rudimentario acoplador a uno de los agujeros de la nariz, obturando el otro con el dedo o con un tapón de esparto y empujando la quijada inferior hacia arriba para mantener la boca bien clausurada. En siglos posteriores, algunos profanos que tuvieron noticia de las artes de la almería se hicieron cruces por la cuestión de cuál de las dos fosas era la indicada para recibir el ánima. Los profesionales lo tuvieron claro desde siempre, y era sencillo: si el individuo era diestro, su espíritu saldría del cuerpo por la fosa izquierda, y si era zurdo, por la derecha. El último suspiro producía un ligero impulso seco en el recipiente. Luego venía el paso final de la operación, consistente en cerrar el frasco o vasija a toda prisa. Pero ¿cómo realizar la operación inversa, es decir, pasar el ánima de su recipiente a un cuerpo? Tomás lo pensó durante muchas noches, y cuando dio con una solución, ya corría el año de 1549 y él, junto con su esclavo Garcí, había fijado su residencia en una remota localidad del Soconusco.

* * *


—¿Con quién viaja tu patrón? —preguntó el comandante de la policía municipal a uno de los operarios de Juan Riestra.

—Con un chalán que se llama Rufino.

—¿Se van de putas?

—Pues... antes como que sí, pero desde que anda llevando a ese tal Rufino, no le hemos sabido nada... A mí se me hace que una de dos: o ese chavito es su hijo natural, o mi patrón ya se volvió puñal.

El comandante ordenó que localizaran el alojamiento de Riestra y de Rufino en el pueblo y los colocó bajo espionaje. Un agente, provisto de un estetoscopio, un bolígrafo y una libreta de taquigrafía, debía apostarse en la puerta de la habitación para escuchar lo que ocurría en ella. Otro, acompañado por un un fotógrafo, esperaba, agazapado, al final de un pasillo.

—Si platican, apuntas lo que digan en la libretita —instruyó el jefe policial al oreja de la puerta—. Si oyes que cogen, les haces una seña a los otros dos, tiran la puerta, les sacan fotos así como estén, y me los traen.

* * *

Triunfar había sido su castigo. Los problemas en la corte, las maquinaciones mezquinas de los funcionarios que jamás empuñaron una espada ni cruzaron un río caudaloso, los procesos por el homicidio de su primera esposa, las imputaciones traicioneras y soterradas, le echaron a perder la vida. Muchas veces, en la angustia de las travesías marítimas interminables y en la atrocidad sanguinolenta de los combates, había soñado con la vida muelle y apacible que le esperaría una vez que hubiese transitado por aquellas dificultades.

Años más tarde, envuelto en las conspiraciones sordas del poder, que no podían zanjarse con un tajo de hierro filoso, sintió nostalgia por los tiempos de la aventura, por la conmoción del descubrimiento, por las muchas jornadas que lo llevaron de asombro en asombro y de intensidad en intensidad. Todo cuanto lo había maravillado ya no estaba: él mismo se había encargado de destruir aquel mundo, piedra por piedra, cabeza por cabeza, tronco por tronco cercenado. En vez de conservar lo diferente, para disfrutarlo, había edificado, sobre las ruinas del hallazgo, una extensión del mundo que conocía y que le disgustaba. Había consumido su existencia en la consecución de un botín cuantioso pero indefendible, no ante los indios sino ante los propios españoles. Había agotado la fuerza de su carne y un día su cuerpo ya no tuvo condición para librar batallas ni para emprender expediciones. Por descontado, nunca habría de fundar una dinastía sobre las tierras conquistadas. Un marquesado, algunas mujeres, tres o cuatro palacios, rentas y arcones de oro para mantener sus mesas siempre servidas y sus carnes macilentas lujosamente envueltas. Eso era todo. Había desperdiciado su vida.

* * *

—Y creo que eso es todo —remató Jacinta—. Por eso es que quiero un especto... espectro...

—Espectrómetro —atajó el viejo Manuel.

—Espectro esa cosa. Quiero saber qué diablos hay en mi frasco.

—No deja de ser gracioso —dijo su interlocutor, mirando al techo— que tú creas tener un alma enfrascada y que quieras estudiarla con un analizador de espectros. Un espectro es un alma en pena, ¿no?

Jacinta sintió un impulso natural por seguir aquella exploración etimológica, pero le ganó la urgencia pragmática:

—¿Usted me puede facilitar el uso de uno de esos aparatos?

Manuel la miró fijamente por un rato demasiado largo. Cuando las muestras de nerviosismo de ella resultaron evidentes, se apiadó:

—Sí, claro. Puede ser en un laboratorio del Poli. O en un centro de investigación de Cuernavaca, en donde trabajan varios discípulos míos. En Cuernavaca, imagínate, ¡a unos cientos de metros del Palacio de Cortés! —rubricó, con una carcajada.

—¿Me está hablando en serio? ¿De veras? —urgió Jacinta, con un dejo de angustia.

—Sí, claro —repuso Manuel—. Si tienes un teléfono celular, ahora mismo llamo y acordamos una cita. Con suerte, y la semana entrante te dan tiempo en uno de los laboratorios.

Manuel se quedó un instante en silencio ante la expectativa de Jacinta, y agregó:

—Con lo que no voy a poder ayudarte es con la crisis que te va a dar si resulta que el contenido de tu frasco es nomás aire y dióxido de carbono.

(Continuará)

18.5.10

Con qué cara

Los graves atropellos cometidos por militares contra civiles en el marco de la "guerra contra la delincuencia" son inaceptables por principio, y son indeseables, además, porque exponen a las Fuerzas Armadas a la injerencia de otros gobiernos, y el riesgo es que se vulnere la soberanía nacional sin que ello redunde a favor de la justicia.

El subsecretario de Estado para Narcóticos, David Johnson (quien coordina la ayuda antinarco de Estados Unidos en el marco de la Iniciativa Mérida) dijo que las Fuerzas Armadas mexicanas deben avanzar hacia un sistema de justicia más abierto, y agregó que los uniformados estadunidenses dan asesoría a los mexicanos "con ejemplos de cómo nuestro código de justicia militar funciona".

Lo que nos faltaba: ¿Los militares gringos les enseñarán a sus pares mexicanos a torturar, como en Abu Ghraib, a masacrar civiles, como en Afganistán, a mantener secuestrados a centenares de inocentes, como en Guantánamo?

Con qué cara.

“Cuando sea grande
quiero ser narco”



Aquí están los resultados de la puta guerra de Calderón.

Pero qué necios...


A
hí tienen su tesorito de aguas profundas: un embarrón de chapopote creciente y ya kilométrico, causado por dos de esos buitres transnacionales a los que ustedes querían entregarles, de manera legal, el subsuelo marino del país: British Petroleum y Transocean. Las poseedoras de esa tecnología de punta que, según Felipe Calderón, Georgina Kessel y Jesús Reyes Heroles, nos permitiría llegar “hasta nuestro tesoro”, han provocado una catástrofe de Récord Guiness en el norte del Golfo de México. Si el sector más lúcido de la sociedad no se hubiera plantado en las calles para impedir que el Senado de la República aprobara en sesión de trámite el engendro de reforma legal presentado por Los Pinos en abril de 2008, hoy podríamos tener un derrame semejante frente a las costas de Veracruz y Tamaulipas, y ustedes, según su costumbre, estarían minimizando el problema: nos dirían —ese es su estilo— que todo está bajo control y que los delfines capeados en petróleo son indicio de que vamos ganando la lucha contra la fuga.

Luz y Fuerza del Centro
(LFC) no era una maravilla, pero funcionaba razonablemente bien y mantenía alumbrado al centro del país. Ustedes sabían que la Comisión Federal de Electricidad carece de la capacidad requerida para manejar la red de distribución eléctrica en la zona. Ah, pero querían acabar con el Sindicato Mexicano de Electricistas y de paso les venía bien destruir a LFC para entregar a los compinches de ustedes, en graciosa concesión, la red de fibra óptica, los negocios de mantenimiento, el filón de los medidores con sistema de prepago; por añadidura, la oportunidad la pintaban calva para crear un problema mayúsculo en la capital —sin electricidad no hay abasto de agua potable ni semáforos ni drenaje ni puestos de trabajo ni carnicerías ni fotocopias ni dentistas ni declaraciones de impuestos— y atribuírselo a la administración de Ebrard. No paran ahí: cuando las instalaciones huérfanas empiezan a colapsar, ustedes lanzan una insinuación penal contra los electricistas en resistencia. Y todavía creen que no socavan la gobernabilidad.



¿Cuánto costó este spot mentiroso?

Se les advirtió, con muchos meses de anticipación, que la crisis mundial venía, y se les exhortó a actuar con rapidez y sentido nacional para proteger a la población. Ustedes se dijeron “entusiasmados” frente al “catarrito”, no movieron un dedo durante meses, y cuando por fin se dignaron a darse cuenta de la magnitud del quebranto, endosaron el costo a la mayoría y mantuvieron una política fiscal que premia a los grandes evasores y favorece a las empresas de mil millones para arriba. Pero ustedes son muy fregones y piensan que no pasa nada.

Y antes, mucho antes, desde que en pleno salinato ustedes, priístas y panistas, empezaron a destruir el país mediante un modelo económico con tren de aterrizaje bipartidista, se les advirtió que acabarían causando desintegración, pérdida de valores, violencia en todos los ámbitos. Pero querían transferir a sus chequeras y a las de sus socios filones enteros del país y no hicieron caso: saquearon a gusto, actuaron sin ningún recato como dueños del poder público y como litigantes privados contra ese mismo poder, como funcionarios electos y como consejeros delegados; usaron las instituciones no para beneficio de la nación sino para enriquecerse, encubrirse y agredir a los disidentes del sistema. Se les dijo que si querían restaurar la autoridad de la ley, debían abstenerse de hacer o mantener alianzas —estratégicas o coyunturales— con delincuentes, pero la ilegitimidad es canija, y mucho, el dinero que está en juego. Y en esas siguieron. Es que ustedes no se equivocan nunca.

Luego se les dijo que la delincuencia es el síntoma y no la enfermedad y que no era conveniente ni útil lanzar la artillería del Estado contra las casas de seguridad de los grupos criminales. Ahora, alguna de las violencias (la delictiva, la individual, la pasional, la política) que se nutren de la descomposición ha afectado a uno al que Manlio Fabio Beltrones llama “hombre clave para la gobernabilidad democrática”. Esa “gobernabilidad democrática” es y ha sido, en realidad, un aparato de intereses y complicidades antinacionales que articula a la mayor parte de la clase política, al gran empresariado voraz y a estamentos mafiosos que empiezan en lo financiero y acaban (es inevitable) en una delincuencia organizada mucho más brutal y primitiva que la que operó las privatizaciones, aprobó el Fobaproa y limpió la escena del crimen de dos fraudes electorales. Y sí: Diego Fernández de Cevallos ha sido un hombre clave en la construcción de ese engendro. Ojalá que aparezca pronto, vivo e indemne.

17.5.10

AMLO, sobre los electricistas

La serpiente,
fuera del huevo



E
n Baltasar Garzón conviven un investigador espléndido, un jurista desaseado, un funcionario audaz, un político conspirador y un hombre arrogante. Esas cinco características inseparables han confluido en procesos de trascendencia civilizatoria e histórica —en octubre de 1998, para no citar sino uno, Augusto Pinochet fue detenido en Londres a instancias de Garzón, y ese día cambió el mundo— y en canalladas como la persecución inquisitorial contra las publicaciones en euskera Egin y Ardi Beltza. Y esas cinco características lo llevaron a tocar lo intocable: los crímenes de guerra perpetrados por el franquismo. Con eso, Garzón se brincó las trancas de una transición que habría debido sellar las heridas de la Guerra Civil. La reacción franquista en su contra, su vergonzosa defenestración por el alguacil Luciano Varela, han demostrado que esas heridas están vivas en la España contemporánea. En la sesión que la comisión permanente del Consejo General del Poder Judicial efectuó el 14 de mayo de 2010, y en la cual se decidió la suspensión del juez más famoso de España, se libró una nueva batalla de la Guerra Civil. En ella, el bando dictatorial se impuso, otra vez, a las instituciones democráticas.

Más allá de la suerte personal de Garzón, lo grave es que el engendro institucional parido por la transición —esa transición que nos han vendido como modelo de civilidad y progreso— ha resultado incapaz de gestionar los delitos de lesa humanidad sobre los que se construyó la España contemporánea con su parlamentarismo impecable, sus modernos rascacielos, sus autopistas, sus códigos, sus Cortes Ingleses, su tolerancia y su frivolidad europeísta. El edificio de la democracia amenaza con derrumbarse en el momento en que se extraiga de sus cimientos uno solo de los esqueletos de los republicanos represaliados por el fascismo. La España que se ha sentido con arrestos para juzgar a Pinochet y a Videla, a George Bush, a Osama bin Laden y a Berlusconi; la que predica modernidad parlamentaria y exhibe ante el mundo a su rey de chocolate como prueba de que lo monárquico no quita lo contemporáneo, es incapaz de ajustar cuentas con su propio pasado. La sesión del 14 de mayo del Consejo General del Poder Judicial hace ver que Franco está vivo, y peor: que también está vivo Torquemada.

Las vías institucionales están cerradas (“y bien cerradas”, parafraseando al Criminalísimo) a todo intento de impartir justicia a las víctimas del franquismo. De alguna manera se sabía, porque la impunidad fue una de las concesiones negociadas con los herederos políticos de la dictadura. Y ahora se confirma.

A la porción democrática, progresista y legalista de la piel del toro no le queda más remedio que volver sobre los pasos que ha dado en las últimas décadas en materia de modales y salir a las calles a exigir que ese Tribunal Supremo de porquería reinstale en su puesto a Garzón, al temible Garzón, con todos sus aciertos y todos sus excesos. Si quiere mantener sus libertades y sus derechos (con todo y lo cosmético de unas y de otros), debe olvidarse por un rato de las buenas maneras y detener el tránsito en un par de ciudades importantes. Lo que puede y cabe esperar de ella es una dosis de incorrección política y que mande al diablo a esas instituciones empapadas de fascismo.

Porque los códigos y los procedimientos podrán decir lo que quieran, pero lo que hay en este proceso es un capítulo decisivo de la vieja lucha entre el totalitarismo y la democracia, y Luciano Varela, el documentado e impúdico prevaricador franquista, juega, a la vista de todo mundo, en el bando del primero.

En ese Tribunal Supremo español la metáfora del huevo de la serpiente es un anacronismo. En ese nido la serpiente ha nacido ya, y para los españoles demócratas la alternativa es clara: o la erradican con movilizaciones, aunque eso signifique poner al país patas arriba por un tiempo, o se resignan a componerle un villancico.


Luciano Varela

14.5.10

Bonasso argumenta por el
matrimonio homosexual



Aura Perroni

Los diputados argentinos aprobaron el matrimonio entre personas del mismo sexo por 125 votos a favor y 109 en contra (6 abstenciones). Falta que lo ratifique el Senado para que sea ley. Si esto sucede, Argentina será el primer país latinoamericano en reconocer el matrimonio entre personas del mismo sexo a nivel nacional.

Les dejo los datos sobre esta ley en el mundo, cortesía de wikipedia:

"Actualmente los países en los cuales el matrimonio homosexual es legal en todo su territorio son:

* Países Bajos
* Bélgica
* España
* Canadá
* Sudáfrica
* Noruega
* Suecia
* Portugal

Además es legal en seis jurisdicciones de Estados Unidos:

* Massachusetts
* Connecticut
* Iowa
* Vermont
* New Hampshire
* Washington, D.C

Y en una jurisdicción de México:,

* México, D. F. (desde 2010)"

13.5.10

El último suspiro
del Conquistador / XXXVI


A principios de marzo de 1548, en el puerto de Santo Domingo, el almero Tomás y su sirviente Garcí, disfrazados del señor Garcí y de su sirviente Tomás, embarcaron en una nao con rumbo a la Villa Rica. Durante la travesía, el maya tuvo una idea que lo asustó: se preguntó si sería posible introducir en el cuerpo de aquel esclavo el ánima de su señor, don Hernando Cortés, la cual viajaba contenida en un frasco, el cual iba, a su vez, convenientemente estibado entre vestidos de mujer, en el corazón de su baúl. Se guardó de comentar la ocurrencia con Garcí, pero cuando ambos divisaron la costa veracruzana, Tomás estaba decidido a ponerla en práctica.

—¿Tú tienes alma? —preguntó a Garcí.

—No lo sé —respondió el peninsular— y no me cuido por ello.

—¿Eres dichoso en este mundo? —exploró el brujo maya.

—Por seguro.

—¿Tienes miedo a la muerte?

—A fe mía que no, pues que entre vida y muerte no hay fatiga ni distancia —dijo Garcí, sin inmutarse.

—¿Y si yo tuviera que tomar tu vida? —exploró Tomás.

—Ya la tiene su merced —respondió el español, y luego soltó una carcajada que impresionó al circunspecto americano.

—Quiero decir... ¿Si yo te matara...?

—Dice mi antiguo señor que muerto ya estoy. Y si es deseo de mi nuevo amo volverme a esa condición, o confirmarme en ella, no es cosa que me desvele.

Tomás se quedó pensativo. Le atraía la idea de introducir el aire vital de don Hernando en el cuerpo de Garcí, pero era evidente que éste albergaba, si no un alma, cuando menos una persona, y sabrían los Señores lo que podría ocurrir con dos individuos en uso de un solo organismo. Si pudiera poner a su esclavo en el estado inerte de la tumba, para entonces insuflarle el ánima del Conquistador...

* * *

Durante más de 24 horas, Andrés estuvo pegado al teléfono de Evaristo Terré, marcando el número de Jacinta en México. Desde que tuvo lugar su encuentro con ella en la estación ferroviaria de Montparnasse, había ido perdiendo, una a una, sus anclas en la vida: la estancia académica en el CERN, en la frontera franco-suiza, el rigor científico, la apasionada y loca historia de amor con la propia Jacinta y ahora, para colmo, descubría que el disco duro que contenía su trabajo de tres años se había quedado en aquella pinche casa de la Colonia del Valle en donde nadie se dignaba a contestar el teléfono. Todas esas pérdidas, juntas, le causaban un dolor casi físico y experimentaba algo que no había sentido nunca hasta entonces: un ataque de ansiedad.
Había perdido incluso los buenos modales que lo caracterizaban. Cuando su anfitrión le acercó la enésima taza de café humeante, Andrés la rechazó con un gesto exasperado:

—Ya no me hagas tragar más café, Evaristo. Mejor dame un trago, que ahora sí lo necesito.

Sin abandonar su sonrisa calmada, Terré se retiró con todo y la taza y se dirigió a su cocina inmunda.

—Tenés razón —le dijo, mientras sacaba una botella de la alacena. Tú necesitas un trago. Tengo un roncico viejo de Caldas que le va a ayudar en sus pesares.

* * *

Rufino era Rufino de lunes a jueves y el resto de los días, cuando recorría los tianguis del Golfo en compañía de Juan Riestra, se llamaba a sí misma Rufina, aunque en público sólo se dejase ver con ropas de hombre. Había conseguido introducir en su vida un equilibrio entre su cuerpo de varón y su sentirse mujer; no tenía claro si estaba enamorada de su compañero, pero le bastaba con sentirse atraída por él y pasar, a su lado, momentos de inmensa plenitud. No aspiraba a otra cosa que prolongar en forma indefinida aquella circunstancia. Pero la vida se encargó de romperle la placidez. Ocurrió así:

Los camiones de Riestra no necesariamente viajaban a toda su capacidad. En tales ocasiones, algunos operarios de los vehículos solían pasarse de listos y ofrecían a agricultores y comerciantes de la zona el transporte clandestino de pequeños cargamentos, por los que cobraban la mitad de la tarifa. A Riestra no le inquietaban tanto las pequeñas ganancias que sus trabajadores le escamotearan, sino la posibilidad de que se involucraran en transportar algo ilegal, pues el problema sería para el dueño de la empresa. La razón principal de sus viajes de fin de semana por mercados ambulantes era, precisamente, detectar tales trampas, además de tratar directamente con sus clientes.

En una ocasión, ya cuando viajaba acompañado por Rufina, Riestra descubrió en uno de sus camiones, oculta bajo un cargamento de calabacitas, una caja de madera, de 90 centímetros de largo por 50 de ancho y 30 de fondo, que no formaba parte del contrato. Los tres que hacían la tripulación del vehículo se pusieron nerviosos. Riestra les ordenó abrir el contenedor y casi se fue de espaldas al ver en su interior granadas de mano bien acomodadas en las oquedades de un cartón como esos que se usan para empacar huevos.

—Qué chingados es esto —dijo en voz baja, sin mirar a sus empleados.

—No es... no... No es lo que cree, jefe. Es un encargo de la policía municipal —respondió uno de ellos, con voz temblorosa.

Riestra clavó en él una mirada perforante:

—¿Y de cuándo acá tú trabajas para la policía, cabrón? Se supone que trabajas para mí.

—Es que... es que... así nos evitamos problemas, jefe. No es algo por lo que cobremos, ni nada de eso —terció el machetero del camión—. Es... un favor que nos piden los polis...

Riestra sopesó esas palabras y se encontró metido en un lío: si lo que decía el hombre era cierto, sería ridículo y hasta peligroso presentar una denuncia contra los operadores del camión. Y si no...

—Bajen eso de mi camión y lárguense —les dijo Riestra a los tres operarios.

—Pero... ¿aquí? Cómo cree, patrón; ¿a medio tianguis?

—¡Saquen esas chingaderas! —gritó el empresario—. Si no lo hacen ustedes, las saco yo, una por una, y ahí las dejo tiradas.

Los trabajadores no tuvieron más remedio que obedecer. Cuando la caja estuvo en la acera, Riestra exigió que le entregaran la llave del vehículo, se trepó a la cabina, arrancó y se fue con rumbo al hotel en el que se alojaba. Sabía que estaba metido en un problema, pero se sentía incapaz de calar su magnitud. Y tenía otro conflicto: ahora tenía dos transportes y Rufina no sabía manejar.

—Hoy mismo le enseño —pensó, mientras conducía por las calles empedradas del centro del pueblo.

Pero no paró ahí la cosa. Los tres despedidos tuvieron que cargar la pesadísima caja hasta el cuartel policial. Cuando se presentaron ante el comandante, éste se enojó al verlos llegar así, de forma tan indiscreta, doblados bajo los kilos de la munición. Escuchó de los operarios la historia de su despido y más se molestó.

—Quién es ese güey para dejarme tirado un cargamento —dijo—. Ahora ya sabe para qué usamos sus camiones y tendrá que cooperar. Hay que darle una leccioncita.

(Continuará)

11.5.10

En memoria de Pacho Rada



A Francisco Pacho Rada Batista (Las Mulas, Magdalena, 11 de mayo de 1907 - Santa Marta, 16 de julio de 2003) le decían “El Tigre de la Montaña” pero también “El otro Francisco el Hombre”.

Se le considera el principal creador del son como subgénero de la música vallenata y el principal intérprete de la música bajera. Fue autor de cientos de canciones muy difundidas (“La lira plateña”, “Cipote luto”, “El botón de oro”, “Abraham con la botella”, etc.) pero la música no le dio para comer. Se ganaba la vida como agricultor, chalán, domador de bestias, ponedor de bálsamos y corralero.

Compuso su primera canción a los siete años, aprendió a escribir su nombre a los 80 y a los 95, unos meses antes de morir, tocaba el acordeón como si hubiera tenido 20.

Estado de excepción


Son idénticos a sí mismos: cuando llevan décadas de estar destruyendo, a contrapelo de la ley, la industria petrolera nacional, mandan una iniciativa de reformas legales para descuartizarla conforme a derecho; proponen una reforma laboral una vez que los jefes de la Secretaría del Trabajo reconocen de manera pública e impúdica que esa dependencia incumple una de sus tareas primordiales: hacer valer la legislación laboral vigente; ahora nos enteramos que los del gabinete de seguridad nacional, basados en un estudio de la Sedena sobre los cárteles, sus brazos armados y la “penetración social” que han logrado, piensan en decretar el estado de excepción en 23 de los municipios más violentos del país. (La Jornada, 10/05/2010).

Una vez más, se trata de formalizar una situación de hecho, porque en las localidades propuestas —entre ellas, Ciudad Juárez, Chihuahua, Tampico y Acapulco— y en buena parte del territorio nacional hace tiempo que se vive la suspensión de las garantías individuales. Por ejemplo: en el desgobierno actual no hay certeza de salir con vida del tránsito por una calle cualquiera, de gozar de la inviolabilidad del domicilio, de transitar libremente, de dedicarse a la actividad lícita que se desee, de escribir y publicar lo que se quiera, de asociarse y reunirse pacíficamente, de no ser privado de la libertad y de las posesiones en forma extrajudicial, de ser presentado ante un juez tras la detención por una autoridad facultada, de tener comunicaciones privadas inviolables, de que se respete el plazo constitucional de 72 horas de detención ante autoridad judicial.

La suspensión de facto de los derechos económicos, políticos, laborales, judiciales y educativos, entre otros, es, primordialmente, fruto de un largo y sostenido esfuerzo realizado por los sucesivos gobiernos a lo largo de tres décadas: sería injusto negarles el mérito.

¿Están prohibidas las penas de muerte, de mutilación, de infamia, la marca, los azotes, los palos, el tormento de cualquier especie? Enteren de ello a Ulises Ruiz. ¿La Constitución condena toda incomunicación, intimidación o tortura? A ver si García Luna llega a saberlo. ¿Que toda persona tiene derecho a decidir de manera libre, responsable e informada sobre el número y el espaciamiento de sus hijos? Explíquenselo a los ayatolas legislativos que criminalizaron el aborto en las constituciones de varios estados. ¿Que los salarios mínimos generales deberán ser suficientes para satisfacer las necesidades normales de un jefe de familia? Mándenle un email con ese y otros pasajes constitucionales a Lozano Alarcón y a la Comisión Nacional de Salarios Mínimos. ¿Que los ministros de culto no podrán oponerse a las leyes del país? Cuéntenselo a Gómez Mont. ¿Que está prohibida la discriminación por origen étnico o por género? Expónganselo a los jueces Eduardo López y Rodolfo Pedraza, autor y ratificador de una sentencia de 21 años de cárcel contra tres mujeres indígenas, por el “secuestro” de seis policías federales.

Ciertamente, los tres poderes de la Unión y los distintos niveles de gobierno no han estado del todo solos en la tarea de destruir el orden legal. Hace años que los grupos paramilitares vinculados con el tráfico de drogas, el secuestro y otras especialidades, derogaron por su cuenta el estado de derecho en quién sabe cuántos cientos de miles de kilómetros cuadrados. Ahora viene el gobierno federal con la idea de dar cobertura, mediante un reconocimiento formal, a esa decisión administrativa de la delincuencia.

No está mal. Sólo que, por básica congruencia, en la aplicación del estado de excepción no habría que empezar por algunos municipios sino por un ámbito institucional más a la mano: el propio gabinete legal, que es en donde más fuerte se ha sentido esa “penetración social” del narco, a juzgar por el dato (Reforma, 10/05/2010) de que el Cártel de Sinaloa recibe o recibía información puntual de las investigaciones y movimientos de la Siedo, de la Secretaría de Marina y hasta de la DEA, y que tiene o tenía el catálogo de datos personales, teléfonos y claves de los principales mandos policiales del país.

La modesta propuesta resultante sería, entonces, que si los honorables integrantes del gabinete de seguridad nacional andan con tantas ganas de suprimir derechos ciudadanos, que comiencen por suprimir los suyos propios, y que dejen en paz a la gente de Ciudad Juárez, de Acapulco, de Matamoros y de otras localidades afectadas por la violencia: ya suficientes problemas tienen esos municipios con la presencia del narco como para que el gobierno se empeñe en amargarles más la vida.

9.5.10

Perfil de economista

"Tienes perfil de economista", me escribió en Facebook Rosa María Ramírez Espinoza, y no supe bien a bien si era piropo o mentada, ni si se refería a mi forma de pensar, a mi jetota, a ambas o a otra cosa, pero la observación me despertó la curiosidad por compararme con algunos especímenes destacados de la ciencia económica y me fui de cacería de perfiles de economistas. Éste es el resultado inicial:


Ahí tienen, de izquierda a derecha y de arriba hacia abajo, a Smith, a Ricardo, al ojete de Malthus, a Charlie, a Keynes, a Hayek, a Friedman y a Stiglitz. Cuando me disponía a cotejar mi insignificancia con las siluetas de esos ilustres, se me ocurrió una idea mejor: acostarlos, a fin de que sus perfiles pudieran ser tomados como gráficas. He aquí el resultado:


Luego viene la parte de la manipulación digital (suena bien para referirse a unos garabatos): hay que recortar del fondo a alguno de esos personajes, pegarlo en la imagen de una hoja de Excel, para que se vea mínimamente pro, y a continuación, destacar en rojo carmesí la silueta del fulano, a modo que nos quede una gráfica, digamos, del desempeño de la economía sometida a sus recomendaciones. Por no saber dónde empezar, empecé por el primero de la lista. Y la cosa quedó de las de acá:


Las consecuencias del pensamiento de Adam Smith en el crecimiento económico no están tan mal: una expansión sostenida, al principio, luego un boom espectacular, después una caída que alcanza su punto más nefasto en la boca del personaje (psicoanalistas, saquen sus conclusiones sobre la etapa oral del desarrollo económico), y ya. Decidí probar suerte con Keynes, y las cosas resultaron así:

Vaya, este chico garantiza estabilidad & crecimiento moderado. Veamos qué pex con Charlie:



Los resultados de la economía marxista son desconcertantes. La cosa no va mal, al principio (ni tampoco muy bien), pero de pronto la marcha de los indicadores se difumina en un montón de pelos y resulta imposible saber, a ciencia cierta, qué es lo que está pasando. Decidí probar suerte con Friedrich Hayek, ese profeta del libertinaje empresarial y padrino espiritual de Salinas:


La imagen no miente: la nación que siga los preceptos del Club de Saint Pellerin pasará por una monumental burbuja especulativa, experimentará después una caída pronunciada, luego un estancamiento y, por último, una catástrofe absoluta. ¿Se acuerdan de un país llamado México?

Pero lo más aterrador vino después. Resulta que el modelo más exitoso, según este poco ortodoxo paradigma para contrastar propuestas económicas, fue... ¡Malthus, el padre de una teoría cuasi antropófaga! Miren nomás:


Aterrado ante semejantes resultados, di por finalizada este línea de investigación teórico-gráfica. Rosa María: dime que tengo cara de cualquier otra cosa, pero no de economista.

¿Y ahora sí haremos
algo en la zona triqui?

Verónica Villalvazo
La Columna Rota
Noticias Voz e Imagen de Oaxaca

Desde hace mucho tiempo se ha venido denunciando la situación de violencia que se vive en la zona triqui; cientos de personas han sido sacrificadas en nombre de una lucha de poderes que lo único que ha mostrado es la incompetencia o conveniencia de los gobernantes y líderes de las organizaciones en disputa: el Movimiento Unificador de Lucha Triqui (MULT) y los otros dos bandos; uno, la organización autodenominada Unidad para el Bienestar de la Región Triqui (Ubisort) y el otro, el Movimiento Unificador de Lucha Triqui Independiente (MULTI).

Todos recordamos el caso de Teresa y Felícitas hace ya dos años; dos jóvenes que deseaban romper el silencio con sus voces en la radio comunitaria de San Juan Copala. Y esa necesidad de dignificar su cultura y promover los derechos humanos, las mató.

También está presente el caso de Daniela y Virginia Ortiz, desaparecidas en julio de 2007 y de las cuales su paradero es desconocido hasta el momento.

Las autoridades no dan respuestas a ninguna de las partes; y sí, como bien dijo Ulises Ruiz, este problema que ha arrojado cientos de muertos lleva muchos años desde 1948. Cientos de triquis sin nombres conocidos han sido emboscados y asesinados; las mujeres se han convertido desde hace unos años en los botines de guerra. La miseria que se respira en la zona sofoca confundiendo las sensaciones; por un lado, los niños descalzos, con sus ojitos llenos de nada; no son pequeños como el resto, en sus rostros se vislumbra la falta de esperanza, tal vez ni siquiera les preocupa estudiar --igual y se mueren antes en una emboscada en manos de cualquiera de los grupos--; lo triste en todo esto es que quienes mueren son en su mayoría víctimas de las víctimas de la incapacidad gubernamental.

A finales de los 70 y principios de los 80 el gobierno federal decidió luego de años de conflicto llevar a los militares a la zona, situación que acrecentó la larga lista de asesinados y violaciones graves a las mujeres triquis. De acuerdo con datos del artículo "Zona triqui, una historia de abuso contra las mujeres", de CIMAC Noticias (http://www.cimacnoticias.com/site/09070806-Zona-Tr...), en 1978 María Marcelina Ramírez denunció que el 31 de julio de 1978 llegó a su casa el presidente municipal de San Juan Copala, Antonio Ramírez Flores, y una partida militar, "rodearon mi casa, donde estaba mi esposo al que asesinaron y a mí y a mis hijos también nos balearon (su hija de cuatro años de edad murió días después como resultado de las heridas).

Lamentablemente la historia de sangre en la cual se ha visto rodeada esta zona de la Mixteca es demasiado larga para tan poco espacio y con el dolor de ser vivida ante la indiferencia de todos aquellos que la conocen: aún recuerdo cuando mataron a Teresa y Felícitas, cómo llegué alarmada a comentarlo con algunos amigos; la respuesta fue: "¿De qué te admiras? ahí se matan siempre, son triquis".

Enmarcada esta zona con cielos llenos de colores, azul, rojo, naranja, con una cama de verdes árboles contrastando con el café de la tierra que en algunas partes se vislumbra seca, no se puede concebir en la mente esa otra parte llena de terror.

La zona triqui es hoy parte de los comentarios, al ser asesinados dos activistas defensores de derechos humanos, Beatriz Cariño y el finlandés Jyri Jakkola, herida Mónica Citlalli Santiago Ortiz; heridos y desparecidos por casi tres días amigos periodistas Erika Ramírez y David Cilia, compañeros de la revista Contralínea y que fueron rescatados gracias a la insistencia del padre de David y del director de la revista, Miguel Badillo.

Causa indignación, sí, y sin restarle la importancia al hecho, la pregunta es ¿tenía que pasar esto para que como sociedad exigiéramos justicia en la zona, alto a la violencia?

Doloroso resulta que se tengan que sacrificar vidas de personas que sólo buscaban observar qué era lo que estaba pasando dentro de San Juan Copala; para que se volteen los ojos a la zona triqui.

Y como siempre, el gobierno se deslinda, se limpia las manos, buscando en tiempos electorales culpar a otros en lugar de asumir su responsabilidad, de asumir que sus manos se han visto manchadas durante años de indiferencia o conveniencia de mantener esa zona en conflicto, llena de un color rojo tan intenso como el de los huipiles de las mujeres triquis.

Son lamentables los hechos recientes que indignan a quien mantiene aún la empatía con el dolor; sin embargo, la duda una vez más: ¿qué se necesita realmente para que se entre a la zona? El gobierno estatal menciona que es peligroso para su gente ¿?, el federal ni siquiera se ha interesado por las graves violaciones que existen en la zona desde hace décadas.

La respuesta tal vez sería esta: "Están acostumbrados a la muerte, son violentos por naturaleza". Lo atroz es que tanto gobierno como sociedad utilizan ese argumento para salvar sus culpas, sabiendo que hay cientos de triquis que exigen justicia. O si no, pregúntele a la niña Sofía Bautista Martínez, que en octubre de 2007 recibió un balazo en la cabeza luego que vecinos de Guadalupe Tilapa dispararan contra la población de San Juan Cuyuchi, Copala.

Y lo mas doloroso hasta el momento, en cada una de las muertes desapariciones no hay respuesta ni estatal, ni federal; mucho más aún, tal pareciera que la sociedad espera una masacre como la ocurrida en Acteal para ver si alguien se mueve a rescatarlos.

fridaguerrera@gmail.com

8.5.10

El nacimiento
de “La gota fría”



Hace cinco años escribí con reverencia acerca de ese encuentro legendario y nunca pensé que estuviera documentado en video. Más información, en Viaje al corazón del vallenato.

7.5.10

El alumno japonés

Vía Moisés Sánchez Ortega, este chiste disfrutable:

Un niño japonés llega a Estados Unidos y el papá lo inscribe en una escuela...
El primer día de clase, la maestra presenta a Suzuki, hijo de un empresario japonés, a los chicos de sexto grado. Luego la maestra les dice a los alumnos:
–Empecemos repasando un poco de historia de América del norte y del sur. ¿Quién dijo “Denme la libertad o denme la muerte”?
La clase se quedó callada, excepto Suzuki:
–Lo dijo Patrick Henry, en 1775.
–¡Muy Bien!
–¿Quién dijo “El gobierno del pueblo, para el pueblo no debe desaparecer de la faz de la tierra”?
De nuevo, ninguna respuesta de la clase, salvo la de Suzuki:
–Abraham Lincoln, en 1863.
La maestra asombrada, les dice:
–Chicos, debería darles vergüenza. Suzuki que es nuevo en nuestro país, sabe más de nuestra historia que ustedes...
Y la maestra alcanza a escuchar un susurro:
–¡A la mierda con los malditos japoneses!
–¿Quién dijo eso?, preguntó la maestra.
Nuevamente Suzuki levanta la mano y dice:
–General Mc Arthur, en 1942.
La clase queda muda y uno de los chicos alcanza a decir:
–¡Voy a vomitar!
La maestra trata de ver quién fue el alumno irrespetuoso:
–Ya está bien, ¿quién dijo eso?
Y Suzuki dice:
–George Bush padre, al primer ministro japonés, en 1991.
Uno de los alumnos, furioso, le grita al japonés desde el fondo:
–¡Chúpame ésta!
Suzuki, casi saltando en su silla, le dice a la maestra:
–Bill Clinton a Mónica Lewinsky, en 1997.
El alumno que era el número uno de la clase gritó:
–¡Yo era el primero hasta que llegó este japonés de mierda!
Y Suzuki contesta:
–Mario Vargas Llosa – Elecciones peruanas, en 1990.
La clase entra en un estado de histeria. La maestra se desmaya, cunde el caos... Mientras los chicos se arremolinan alrededor de la desvanecida maestra, uno de ellos exclama:
–¡Puta madre, la cagamos! ¿Y ahora cómo arreglamos este desmadre?
Y Suzuki responde:
Felipe Calderón, Ciudad Juárez, febrero de 2010.

6.5.10

El último suspiro
del Conquistador / XXXV


El almero Tomás le había explicado a El Negre, con todo el detalle de que era capaz, los secretos de la preservación de las almas de los difuntos dentro de recipientes herméticamente cerrados. Antes que alegrarse de recibir tal conocimiento, el africano se entristeció al pensar que, si lo hubiese tenido unos meses antes, habría podido guardar el ánima de su jefe, Sebastián Lemba, dirigente de negros cimarrones.

—Vaquero, perdido; Lemba, perdido. Pero en dos veces cien años habrá negro Francisco Domingo, habrá negro Juan Bautista en poniente de isla.

Tomás no comprendió tales palabras ; optó por permanecer en silencio, observando las lágrimas de su anfitrión. Tras un momento, ambos brujos se despidieron. El sobrino se encargó de conducir a Tomás y a Garcí hasta el punto distante en el que se encontraba su carreta de mulas, los subió a ella y los condujo de vuelta a Santo Domingo. En el puerto, el maya y el español hallaron una taberna, comieron y Tomás expuso a su sirviente lo que esperaba de él:

—En adelante te comportarás como mi señor, y yo, como tu criado. Te compraré vestimentas finas, te presentarás como un colono que ha adquirido posesiones en el Soconusco y allí estableceremos nuestra residencia.

—Como lo ordene su merced —replicó Garcí.

—No me trates con respeto, tonto —dijo en voz baja el americano—. Dime “Tomás”, dame órdenes altaneras, y yo te trataré como a mi señor.

—Está bien, Tomás —contestó el español, riendo de buena gana.

* * *

No eran recuerdos. No eran remordimientos. No era placer ni era dolor. O sí, dolor y rabia: la vaga noción de un despertar abrupto, tras su muerte, en un cuerpo que no era el suyo, con manos regordetas y cortas que no eran las suyas, con un ajeno sexo enclenque que lo humilló al primer golpe de vista, con unas carnes laxas y carentes de huellas de combate. Se había incorporado, había gritado y había enloquecido. Y después, con igual brusquedad, la vuelta a una nada que resultó apacible por contraste.

* * *

—Pueden ser secuelas de la intoxicación —explicó el médico de guardia a Jacinta en el área de espera de la sección de cuidados intensivos—. Pero no se preocupe, su mami tiene un buen pronóstico.

—No es mi mami —dijo Jacinta, mirando al piso para contener la ira por lo que le pareció una expresión humillante—. Es mi madre y se llama Eduviges Manzano.

El internista no supo qué decir, pronunció una disculpa confusa y se retiró, mientras Jacinta resoplaba a sus espaldas. En esas, escuchó su nombre pronunciado por una voz burlona, y se dio la vuelta. Vio a un hombre de edad avanzada, piocha de chivo y lentes de culo de botella, que ostentaba sin pudor su bata de hospital y caminaba a pasitos, remolcando con una mano el poste móvil del suero. La muchacha lo observó con una mirada dura e interrogante.

—Cro-ma-tó-gra-fo-de-ga-ses... es-pec-tró-me-tro... —cantó, con sorna, el viejo, y ella comprendió al instante.

—¡Ay! Es usted... —dijo Jacinta, perdiendo todo su blindaje— ¿Cómo... cómo me reconoció?
—Por tu foto en Facebook —explicó el hombre, con una expresión de aburrimiento—. Pero, la verdad, eres más guapa en persona.

—¿Cómo se llama usted? —paró ella, molesta por el piropo.

—Déjalo en Manuel —dijo el paciente.

—¿Y por qué está aquí? ¿Qué le pasó?

—Ay, hija, un subidón de presión que ni te cuento. Ya me lo controlaron, pero ayer estaba yo como si me hubiera tomado diez dosis de Viagra.

Jacinta no pudo evitar una carcajada que suscitó gestos de desaprobación y reproche entre las enfermeras. De súbito, el desconocido se puso serio y dio un giro sorpresivo al intercambio:
—Y tú, ¿qué estas buscando? ¿Un aparato de laboratorio o un hombre?

Ella lo miró con la boca abierta y por unos momentos se sintió escudriñada, revelada y expuesta. Pero una idea salvadora y veraz le llegó a la cabeza y la soltó de inmediato:

—Bueno —adelantó, tomando aire—. En realidad, necesito esos aparatos porque tal vez me ayuden a encontrar a dos hombres.

El viejo levantó las cejas y esperó el resto de la respuesta, de modo que la antropóloga tuvo que seguir hablando:

—Suena extraño, lo sé —concedió Jacinta—. Estoy buscando a uno que está vivo y estoy buscando, desde antes, a otro, que está muerto.

—Me han tenido en observación tres días, como si fuera un bicho, pero creo que me van a dejar salir de aquí en un par de horas —replicó el hombre, mientras miraba con desconfianza a las enfermeras—. En cuanto me den de alta, me gustaría escuchar tu historia.

Unas horas más tarde, Manuel estaba vestido, con un retraso de tres décadas en la moda pero aún con elegancia, y escuchaba de boca de Jacinta, en la cafetería del hospital, la historia del almero, del frasco, de Andrés, de don Rufina y del Conquistador.

* * *

“Uno de los momentos más dramáticos del régimen oligárquico fue el secuestro, asesinato y decapitación de los 19 integrantes del gabinete presidencial. El equipo de gobierno se había involucrado en una lucha frontal contra bandas de delincuentes poderosamente armados. Tal confrontación provocó un aumento exponencial de la violencia, la delincuencia y la descomposición de los órganos de gobierno, factores que, a su vez, alimentaron el poder de los grupos criminales. El país se fue acostumbrando a asesinatos cada vez más crueles, a combates urbanos cada vez más violentos y al autismo oficial ante esos hechos, hasta el punto en que, cuando ocurrió el referido homicidio múltiple, la sociedad recibió la noticia con cierta apatía.

“Por supuesto, el macabro hallazgo de las cabezas de los integrantes del gabinete, abandonadas en horas de la madrugada justo enfrente de la residencia presidencial fue, ese día y los siguientes, la noticia central y el tema único de pláticas, discusiones, análisis, comentarios y rumores. El gobierno de Washington manifestó su alarma por la evidente desestabilización en el país vecino, pero el titular del Ejecutivo pronunció un rutinario discurso en cadena nacional en el que prometía esclarecimiento y castigo para los responsables. Se dispensó en todos los casos el trámite de la autopsia, se despidió a los fallecidos en un funeral de Estado severamente vigilado por tierra y aire por miles de efectivos militares y dos días después, en un acto protocolario, el Presidente nombró a los sucesores de los asesinados. El panorama nacional siguió su marcha invariable hacia la descomposición.

“En la versión oficial, el crimen había puesto a prueba la fortaleza de las instituciones y éstas habían respondido con serenidad y firmeza ante una circunstancia tan adversa. La mayor parte de la sociedad formuló, sin embargo, una interpretación distinta: el gobierno había llegado a tal punto de insignificancia que daba igual que hubiera gabinete o que no lo hubiera y que sus integrantes, con cabeza o sin ella, no servían para nada.” (Tomado de: Crónicas de la Regeneración: orígenes de la IV República, pantalla C-517, versión dígito-molecular, Editorial Buzón Ciudadano, México, D.F., 2047)