30.4.09

Lecturas en el juicio final


  • Piedra de Sol de Paz
  • La bomba increíble de Pedro Salinas

Está bien: el contagio es inevitable y ha llegado el fin del mundo. Encerrado a piedra y lodo, y platicando con mi naranjo a través de un tapabocas, asumo que allá afuera se han muerto todos los habitantes del barrio a consecuencia del ataque despiadado de esa cosa que ni a bicho llega, el tal H5N1, y del ofensivo padecimiento que provoca. Los operadores de sistemas han caído como moscas en todo el planeta y, ante la falta de mantenimiento, los sitios de la red mundial se van apagando tras ellos, uno a uno, como las luces de una ciudad que se dispone a dormir, y ya no queda casi ningún servidor en pie.

Sería graciosa la fábula, si no hubiera habido muertes verdaderas, quién sabe si causadas por el virus porcino, por la ineficiencia humana, o por ambos. Porque el bicho encontró unos aliados buenísimos en la estupidez mezquina de los gobernantes, en la arrogancia de los funcionarios internacionales y en la devaluación sistemática de las poblaciones que ahora —demasiado tarde— se lamentan, en una agonía colectiva, el haber aceptado el trueque de sus sistemas de salud y educación por el espejismo del consumo fácil, de sus hospitales públicos por aparatitos MP3, de instituciones abastecedoras de medicamentos por la feria de contratos que, según las promesas falsas, abrirían oportunidades para que todo mundo se hiciera rico.

El Apocalipsis venía de fábrica con un quinto y un sexto y un séptimo caballos hasta ahora insospechados: el de la desinformación y el rumor (a la postre, ya nadie supo cuál de todas las cifras de muertos manejadas por la autoridad era la correcta), el de la especulación desmedida —tapabocas a 50 pesos y dólar a más de 14— y el del ridículo: tras convertir sus fantasías bélicas en guerras verdaderas, y perderlas, los gobernantes se erigían en generales epidemiólogos y, por supuesto, volvieron a perder la contienda, y fue así que nos morimos todos, y ya. Está bien.

El Juicio Final es un suceso tan, pero tan importante, que ni siquiera tiene caso lamentarlo. Más nos valdría, a los pocos seres humanos que aún no sucumbimos, aprovechar los días o las horas que nos queden en cosas placenteras, como redescubrir libros olvidados, exhumar viejas cartas de amor o seguirle el hilo a ciertas manías de esta humanidad que, a lo que puede colegirse de los noticieros, ya valió madre.

Una de ellas es el arranque amoroso que salva al mundo en momentos extremos. Décadas antes de vender su brillante fatiga moral en las oficinas de Televisa, Octavio Paz compuso uno de los textos más esplendorosos del siglo XX en lengua española (y hubo muchos), Piedra de Sol, en donde se lee:

Madrid, 1937,
en la Plaza del Ángel las mujeres
cosían y cantaban con sus hijos,
después sonó la alarma y hubo gritos,
casas arrodilladas en el polvo,
torres hendidas, frentes esculpidas
y el huracán de los motores, fijo:
los dos se desnudaron y se amaron
por defender nuestra porción eterna,
nuestra ración de tiempo y paraíso,
tocar nuestra raíz y recobrarnos,
recobrar nuestra herencia arrebatada
por ladrones de vida hace mil siglos,
los dos se desnudaron y besaron
porque las desnudeces enlazadas
saltan el tiempo y son invulnerables,
nada las toca, vuelven al principio,
no hay tú ni yo, mañana, ayer ni nombres,
verdad de dos en sólo un cuerpo y alma,
oh ser total...


El pasaje tiene como referencia el asalto fascista contra la República Española y, muy concretamente, los criminales bombardeos aéreos que sufría la villa del Oso y del Madroño. Un año antes, el alzamiento de Mola & Sanjurjo & Hitler & Mussolini & Fran Co. había sorprendido a Pedro Salinas, académico, poeta y narrador, en Santander, en donde se desempeñaba como secretario de la Universidad Internacional de Verano. El hombre no fue asesinado por los sediciosos, como García Lorca, ni se alistó en las filas republicanas, como Miguel Hernández, ni se involucró en las sórdidas grillas estalinistas, como el genial Alberti, ni devino activista, como Emilio Prados, ni se tapó las narices para vivir en la peste perenne del franquismo, como Aleixandre, sino que hizo sus maletas con discreción y partió al exilio. El resto de su vida transcurrió entre Baltimore, San Juan de Puerto Rico y Boston.

El autor de La bomba increíble


Pedro Salinas acusó en dos momentos de su obra (uno temprano y otro, tardío) el impacto vigesimónico del desarrollo tecnológico. En algunas de sus obras iniciales (Fábula y signo, Presagio, Seguro azar...) asoman sujetos como el automóvil y la electricidad. Ya en la madurez, y bajo el impacto espiritual del desarrollo y uso de la bomba atómica, el narrador escribió una narración portentosa que pasó más bien inadvertida, pese a que constituye, a mi modo de ver, una de las máximas aportaciones de la literatura española a la ciencia ficción: La bomba increíble (1950). Si lograsen conseguir un ejemplar (no serán tan escasos como los tapabocas), tendrían una lectura deleitable para amenizar el fin de los tiempos.

No arruinaré el suspenso de la historia si coloco aquí un resumen de su comienzo: “Henos situados quince años después de la última guerra mundial, en un país occidental que ha hecho del beligerante antibelicismo, conforme al dicho latino de Si vis pacem para bellum, uno de sus signos esenciales de identidad. Un país regido por un Monarca de transición, el Regente, que ha establecido el Estado Técnico Científico (ETC), que garantiza todas las necesidades de sus habitantes y vive en una democracia civilizada y pacífica. Muestra de la cual es la Acrópolis de la Paz, un formidable museo que guarda la memoria de todas las armas empleadas por el hombre y por el ETC en su “dinámica de paz”, para “defender la paz”, que se encuentra ubicado en la denominada Rotonda de la Paz. Un día, en ese museo aparece un extraño artefacto, una misteriosa bomba, cuya elucidación comienza a causar estragos, hasta que un día el científico máximo del país, enloquecido, la acuchilla, y entonces la bomba se expande, poblando al país entero de lamentos y gritos tan atroces que la gente enloquece...”


La narración explora, dice Alberto García-Teresa, la muerte producida por “lo que crean los propios hombres a su alrededor: la angustia por no asumir que no se puede comprender algo, el egoísmo y el engaño, las trampas del lenguaje dirigido, la corrupción de los poderosos, el abuso de poder, la pura paranoia...”, “la degradación ética y humana y el desastre de la sociedad.”


Ahora se desarrollan discusiones de calado teológico sobre la utilidad o la inutilidad del tapabocas; las autoridades amenazan con infectarnos, con sus respuestas babeantes, de algo mucho peor que el virus de la influenza humana, y empieza a asentarse la certeza de nuestra propia ignorancia (y la de todo mundo) acerca de la epidemia. A todo esto, nadie se ha puesto a pensar que la aglomeración más insalubre e infecciosa de todas está a punto de tener lugar a las puertas del Cielo, en donde, ante la impotencia y la desazón de San Pedro, miles de millones de almas con y sin cubierta bucal se contagiarán unas a otras, enfermarán gravemente y, tras morir en el Más Allá, caerán de vuelta en la Tierra; el golpe avisa y salva de todo mal. Gracias por sus mensajes a Sergio Martínez Carrillo, Inés Giménez, Sergio Guzmán, Karina Ortiz, Ludmila Ortega y Alfredo Nateras. Adiós para siempre, pues, y hasta el jueves próximo.

Cifras para pendejos


Total de defunciones confirmadas (domingo 26): 21
Total de defunciones confirmadas (miércoles 29): 8
Resurrecciones del periodo: 13


27.4.09

Sobrevivir

El primer hecho que se olvida en estos momentos es que, como especie, como país, como conglomerado urbano, habremos de sobrevivir. La enorme mayoría de nosotros emergerá de este episodio sana —o ni más ni menos enferma que hasta antes de la influenza—, confundida y triste; devastada por la foto que habrá de agregarse al altar de muertos, mareada por la alteración de la vida cotidiana, reseca por la proscripción del contacto físico, empobrecida (más) por la paralización económica obligada, y humillada por tener que plegarse —no hay de otra— a la dictadura epidemiológica de los ineptos, corruptos, opacos y mandoncitos que integran el calderonato. Qué deprimente.

La contundencia de las catástrofes suele imprimir una percepción de permanencia que cuesta remontar. La vida nos cambió de pronto y flota en el ambiente, junto con la molécula perniciosa, la impresión de que esto es para siempre. Andamos o estamos con la sensación a cuestas de que nuestro mundo ha sido trastocado de manera irreparable. Lo más probable, en la mayor parte de los casos, es que no: casi todos los microbuses atestados recuperarán a casi todos sus pasajeros; casi todos los talleres mecánicos y las misceláneas sobrevivirán a la decena trágica de la influenza porcina, casi todas las panaderías volverán a abrir las puertas cuando los capitalinos sonámbulos vuelvan a sus calles, casi todos los puestos de tacos insalubres y de jugos con y sin salmonela retomarán su sitio.

Claro que ninguna de las expresiones del próximo resurgimiento podrá consolar a quienes, en las jornadas de la peste, pierdan a una persona inmediata o próxima ni a quienes se vean forzados a torcer su destino porque vivían al día y no lograron subsistir con los oficios que ejercieron hasta la semana pasada, ni a quienes perdieron, por fuerza de la contingencia, la oportunidad de su vida.

Todo termina por saberse, y ya habrá tiempo para establecer si las muertes ocurridas, más las que se sumen, eran inevitables o consecuencia del abandono y el saqueo que ha sufrido el sector salud en los sexenios recientes y no tanto. Ya nos dirán la razón de que este virus ataque, además de en nuestro país, en Estados Unidos y Europa, pero que hasta el momento sólo mate mexicanos. Ya se podrá averiguar qué Bribiesca, cuál Hildebrando o qué Mouriño sobreviviente (son meros ejemplos del contratismo enriquecedor) se está haciendo rico en estos momentos con la adjudicación de la compra de tapabocas y antivirales.

Pero ahora lo más importante no es eso, sino esmerarse en no enfermar del sistema respiratorio ni de la esperanza y tener presente que esto no es, salvo para los que han sido unos cuantos en la estadística y demasiados en el sentir humano, el fin del mundo. Al fin de este paréntesis viral, la vida nos hallará y no debemos llegar a la cita con las manos vacías. Se puede al menos aprovechar la interrupción del bullicio urbano para reflexionar, en las calles vacías o dentro de las casas, y pensar en la manera de impedir que, en lo sucesivo, las autoridades de todos los niveles nos oculten total o parcialmente la verdad, se dirijan a nosotros con una arrogancia tecnocrática huérfana de fundamentos y de autoridad real y nos traten como si fuéramos un hato ganadero.

26.4.09

Aterrado

¿Coincidencia?

dramophilos envía lo siguiente, y se pregunta: "¿Qué fue primero? ¿La pandemia o el negocio multimillonario para producir la vacuna?" ¿Cómo la ven?

Sanofi Aventis Invests 100 Million Euros In New Facility In Mexico To Produce Seasonaland Pandemic Influenza Vaccine
Main Category: Pharma Industry / Biotech Industry
Also Included In: Immune System / Vaccines
Article Date: 19 Mar 2009

Sanofi-aventis (EURONEXT: SAN and NYSE: SNY), announced the signing of an agreement with the Mexican authorities to build a 100 million euro facility to manufacture influenza vaccine in Mexico.

The announcement was made during a ceremony attended by Felipe Calderon, President of Mexico, and Nicolas Sarkozy, President of France, who was in Mexico City for a State visit.

This facility will be built and operated by sanofi pasteur, the vaccines division of sanofi-aventis Group, which was represented at the ceremony by Chris Viehbacher, Chief Executive Officer of sanofiaventis. "By building this new facility, sanofi-aventis is proud to contribute to the strengthening of Mexico's health infrastructure and is eager to support Mexico's exemplary commitment to public health through influenza immunization and pandemic readiness", said Chris Viehbacher. "This investment illustrates sanofi-aventis' local approach to global health. This facility will benefit public health in Mexico and the Latin American region, in the context of influenza pandemic preparedness".

The agreement was signed by Birmex' (Laboratorio de Biológicos y Reactivos de México) and sanofi-aventis' representatives in the presence of Dr. José Ángel Córdova Villalobos, Minister of Health of Mexico.

Under the terms of the agreement, sanofi pasteur will manufacture influenza vaccine in collaboration with Birmex, a Mexican federal vaccine manufacturer. Birmex will perform certain stages of manufacturing and will be responsible for distributing influenza vaccines to the public in Mexico. Sanofi pasteur is planning to start construction of the new vaccine manufacturing facility within a few weeks. Upon completion within four years, the facility will have a yearly capacity of up to 25 million doses of seasonal influenza vaccine.

Gracias

Ágata se dio cuenta y Juve se dio cuenta y ambas, por separado, me hicieron notar un dato que ayer se me escapó: Navegaciones cumplió 5 años. Pastel virtual por ahora (las velas son náuticas y tal vez no sea buena idea encenderlas), pero para el 6° aniversario prometo pachanga en la vida real, si es que para entonces no nos hemos muerto todos de este moquillo de última generación.

25.4.09

“El gobierno no se movió rápido...”

MARK STEVENSON, Associated Press Writer Mark Stevenson, Associated Press Writer – 23 mins ago
MEXICO CITY – As Mexico struggled against the odds Saturday to contain a strange new flu that has killed as many as 68 and perhaps sickened more than 1,000, it was becoming clearer that the government hasn't moved quickly enough to head off what the World Health Organization said has the potential to become a global epidemic.
The World Health Organization said the outbreak has become a "public health emergency of international concern" and asked countries around the world to step up reporting and surveillance of the disease and implement a coordinated response to contain it.

But Mexicans were dying for weeks at least before U.S. scientists identified the strain — a combination of swine, bird and human influenza that people may have no natural immunity to. Now, even controlling passengers at airports and bus stations may not keep it from spreading, epidemiologists say.

The disease has already reached Texas, California and Kansas, and 24 new suspected cases were reported Saturday in Mexico City alone, where authorities suspended schools and all public events until further notice. More than 500 concerts, sporting events and other gatherings were canceled in the metropolis of 20 million.

The Mexican government issued a decree authorizing President Felipe Calderon to invoke special powers letting the Health Department isolate patients and inspect homes, incoming travelers and baggage.

Officials said the decree gives clear legal authority to Health Department workers who might otherwise face reprisals.

Health workers and soldiers joined a broad effort at airports and bus stations to keep people with disease from traveling though or out of the city. But with confirmed swine flu cases in at least 6 states — and possibly as many as 14 — the efforts seemed unlikely to stop the spread of the disease.

At Mexico City's international airport, health workers passed out written questionnaires seeking to identify passengers with flu symptoms. Surgical masks and brochures were handed out at bus and subway stations. The U.S. embassy in Mexico posted a message advising U.S. citizens to avoid large crowds, shaking hands, greeting people with a kiss or using the subway.

Particularly difficult in a metropolis as crowded as Mexico City was the embassy's advice to maintain "a distance of at least six feet from other persons may decrease the risk of exposure."

Early detection and treatment are key to stopping any outbreak. WHO guidance calls for isolating the sick and blanketing everyone around them with antiviral drugs such as Tamiflu.

Now, with patients showing up all across Mexico and its teeming capital, simple math suggests that kind of response is impossible.

Mexico appears to have lost valuable days or weeks in detecting the new virus.

Health authorities started noticing a threefold spike in flu cases in late March and early April, but they thought it was a late rebound in the December-February flu season.

24.4.09

Recetas, consejos, preceptivas

El atormentado (aunque no parezca) Horacio Quiroga

Quién sabe cómo se le hace para escribir. Para escribir en general y para escribir, en particular, cuento, novela, poesía, reportaje, discurso, carta, acta circunstanciada o mensaje de amor. Se me vienen ahora a la cabeza algunos recetarios célebres, como el que formuló el uruguayo Horacio Quiroga (1878-1937), dirigido a quienes deseaban incursionar en un género que él manejaba con maestría: el cuento. Lo tituló “Decálogo del perfecto cuentista” y está en todas partes en Internet. Por lo breve, lo reproduzco:

I. Cree en un maestro –Poe, Maupassant, Kipling, Chejov– como en Dios mismo. II. Cree que su arte es una cima inaccesible. No sueñes en domarla. Cuando puedas hacerlo, lo conseguirás sin saberlo tú mismo. III. Resiste cuanto puedas a la imitación, pero imita si el influjo es demasiado fuerte. Más que ninguna otra cosa, el desarrollo de la personalidad es una larga paciencia. IV. Ten fe ciega no en tu capacidad para el triunfo, sino en el ardor con que lo deseas. Ama a tu arte como a tu novia, dándole todo tu corazón. V. No empieces a escribir sin saber desde la primera palabra adónde vas. En un cuento bien logrado, las tres primeras líneas tienen casi la importancia de las tres últimas. VI. Si quieres expresar con exactitud esta circunstancia: "Desde el río soplaba el viento frío", no hay en lengua humana más palabras que las apuntadas para expresarla. Una vez dueño de tus palabras, no te preocupes de observar si son entre sí consonantes o asonantes. VII. No adjetives sin necesidad. Inútiles serán cuantas colas de color adhieras a un sustantivo débil. Si hallas el que es preciso, él solo tendrá un color incomparable. Pero hay que hallarlo. VIII. Toma a tus personajes de la mano y llévalos firmemente hasta el final, sin ver otra cosa que el camino que les trazaste. No te distraigas viendo tú lo que ellos pueden o no les importa ver. No abuses del lector. Un cuento es una novela depurada de ripios. Ten esto por una verdad absoluta, aunque no lo sea. IX. No escribas bajo el imperio de la emoción. Déjala morir, y evócala luego. Si eres capaz entonces de revivirla tal cual fue, has llegado en arte a la mitad del camino. X. No pienses en tus amigos al escribir, ni en la impresión que hará tu historia. Cuenta como si tu relato no tuviera interés más que para el pequeño ambiente de tus personajes, de los que pudiste haber sido uno. No de otro modo se obtiene la vida del cuento.


El Cronopio


Cortázar (1914-1984, aunque muchos pensamos que sigue vivo por ahí), en una reflexión mucho más extensa titulada “Del cuento breve y sus alrededores”, juzgó: “Si nueve de los preceptos son considerablemente prescindibles, el último me parece de una lucidez impecable. La noción de pequeño ambiente da su sentido más hondo al consejo, al definir la forma cerrada del cuento, lo que ya en otra ocasión he llamado su esfericidad; pero a esa noción se suma otra igualmente significativa, la de que el narrador pudo haber sido uno de los personajes, es decir que la situación narrativa en sí debe nacer y darse dentro de la esfera, trabajando del interior hacia el exterior, sin que los límites del relato se vean trazados como quien modela una esfera de arcilla. Dicho de otro modo, el sentimiento de la esfera debe preexistir de alguna manera al acto de escribir el cuento, como si el narrador, sometido por la forma que asume, se moviera implícitamente en ella y la llevara a su extrema tensión, lo que hace precisamente la perfección de la forma esférica.”

Más que ofrecer consejos, el gran cronopio exploraba, con base en su propia experiencia, las singularidades del género, abría al lector una ventana generosa a los tripamentos e intimidades del oficio de narrar y dejaba instalada una plataforma para, a partir de su texto, lograr un gozo mayor en la lectura esclarecida de cuentos breves. Posiblemente el argentino tuviera plena conciencia de la inutilidad de cualquier recomendación literaria genérica y en materia de creación le apostara más a los resultados de una suerte de trance (aunque lúcido) que al cumplimiento de un manojo de reglas.


El divertido (aunque no parezca) Ricardo Palma


Esa inutilidad la conocía perfectamente el peruano decimonónico Ricardo Palma (1833-1919), otro geniesote del relato, quien, sin embargo, dirigió su consejo más conocido a los aspirantes a poetas, y lo hizo con todo el veneno del mundo:


–¿Es arte del demonio o brujería
esto de escribir versos? –le decía,
no sé si a Campoamor o a Víctor Hugo,
un mozo de chirumen muy sin jugo–.
Enséñame, maestro, a hacer siquiera
una oda chapucera.
–Es preciso no estar en sus cabales
para que un hombre aspire a ser poeta;
pero, en fin, es sencilla la receta.
Forme usted líneas de medida iguales,
luego en fila las junta
poniendo consonantes en la punta.
–¿Y en el medio? –¿En el medio? ¡Ese es el cuento!
Hay que poner talento.


Más allá de autores destacados y (re)conocidos, hace unos días hallé un conjunto de preceptos prácticamente anónimo, un poco pedante, irregular y redactado con evidente ligereza, pero acaso no del todo inútil. Tal vez alguien encuentre que no está de más:

“1. La página en blanco es sólo un espejo, no un agujero negro (a menos que, en tu definición, uno y otro sean lo mismo). Si asumes esto, perderás el temor —o lo harás más grande. 2. No intentes pensar antes de escribir porque no se escribe lo que se piensa sino lo que se escribe: escribir es una forma del pensar. 3. A veces, el temor a escribir es temor a la desnudez. Y sí: escribir es desnudarse. —Pero no como se hace en el uro/gine/cólogo, sino como se hace sobre un escenario; en el primer caso, la desnudez es indefensión; en el segundo, poder. 4. En cualquier circunstancia, en todo momento, la creatividad literaria es susceptible de ser definida como una adecuada explotación de la libre asociación de ideas. 5. Ahora mismo: mata de una cuchillada certera a tu lector interno. Puedes estar segura de que es un tipo envidioso y mediocre, y un enemigo declarado de toda circunstancia (auto) gratificante. 6. Un camino no es sólo lo que te lleva a un sitio determinado sino también algo que se interpone entre tú y tu destino. El deseo es únicamente la prefiguración (a veces dolorosa) del placer. Si sientes que comienzas a enredarte (o a extraviarte), bríncate el deseo y aterriza directamente en el gozo: 7. escucha en tus adentros la belleza de la palabra “ciruela”, que se muere de contenta, la elegancia de la catalana “pruna”, la fuerza del adjetivo “montuno”, la liquidez de “valladar”, la rectitud de “estirpe”, el misterio de “zahorí”. Adelgaza esos vocablos combinándolos con otros más suaves, hazlos pelear con verbos inesperados, tantea sus cadencias para formar cuerpos de frases que caigan como el agua por los cuerpos de una cascada. 8. La utilidad es enemiga de la creatividad. No hay texto más útil que el que no pretende comunicar nada en particular: 9. si logras escribir acerca de nada, entonces ya estarás en condiciones de escribir sobre todo y sobre cualquier cosa.”

22.4.09

Podredumbre

Los comicios de julio próximo ocurrirán en un momento de podredumbre y descrédito sin precedentes en la historia de las instituciones electorales.

En los tres años transcurridos desde el fraude perpetrado en 2006 por la oligarquía gobernante, el Instituto Federal Electoral y el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, lejos de experimentar una renovación, han seguido hundiéndose en el desprestigio de manera sistemática, y hasta pareciera que deliberada; el primero se ha convertido en una suerte de exonerador de las subversiones de los concesionarios privados de los medios electrónicos y el segundo va de escándalo en escándalo con manifiesta sumisión a los grupos de interés, y los cuerpos colegiados que controlan ambas instituciones no dan muestras de más propósito en la vida que el de mantener o ensanchar, si se puede, las remuneraciones obscenas y las condiciones principescas de sus integrantes.

Los partidos han logrado concitar contra sí mismos el escepticismo –incluso se podría decir: el asco-- de la ciudadanía. No tiene ni caso hablar del PRI, del Verde o del Panal, pero es una tragedia que las dos formaciones que hace una década eran depositarias de la esperanza colectiva de democratización, el PAN y el PRD, hayan llegado a simas de descomposición como las que hoy debemos presenciar: el primero, convertido en mero instrumento de Los Pinos, el segundo, secuestrado por su propia burocracia, y ambos, enfrascados en la realización de elecciones internas fraudulentas y orientadas, en un caso, a imponer favores y venganzas presidenciales, y en el otro, a reservar cotos de poder para tendencias que pasaron a ser tribus y que hoy podrían llamarse más bien mafias.

Todo indica que, a las distorsiones de los procesos electorales inducidas por la radio y la televisión comerciales, con su danza de millones por transmisión de propaganda partidista, se ha sumado, como un poder fáctico más, el narcotráfico. Si, por tradición, los abarroteros menudistas de cualquier pueblo son capaces de poner o quitar presidentes municipales, es difícil creer que un negocio que genera decenas de miles de millones de dólares de utilidades anuales se mantenga al margen de los palomeos de candidatos y de los apoyos que éstos requieren para darse a conocer y, llegado el caso, para comprar voluntades mayoritarias.

En medio de este desastre, el ejercicio de la responsabilidad ciudadana de ejercer el voto resulta más arduo que nunca. Se tiene que buscar con pinzas, y tapándose la nariz, a los candidatos merecedores del sufragio; para ir a las urnas hay que vencer variadas incertidumbres: si se intentará esta vez –como ocurrió en la pasada-- la adulteración masiva, federal, de resultados; si únicamente se recurrirá a mapacherías locales; si ya se ha amarrado el voto con entrega de despensas o condicionamiento de obras o la promesa de inclusión en programas asistenciales; si ya ha hecho su efecto la propaganda sucia; si las corporaciones sindicales volverán a ser puestas al servicio del mejor postor.

Y pese a todo, habrá que votar, cuidar las casillas, contar y recontar las boletas, consultar y aprenderse pasajes enteros del código electoral, defender los resultados reales con los recursos lícitos que se tenga a mano. Porque si la aplicación de mecanismos fraudulentos se traduce en la confiscación del sufragio por una elección determinada, el desánimo que lleva a la renuncia a votar constituye la destrucción definitiva de la voluntad ciudadana y el triunfo perdurable de la oligarquía político-económica que hoy detenta el control de las instituciones fundamentales de la República.

11.4.09

El virreicito de
la CONAGUA


Mucho se cree, este güey,
José Luis Luege Tamargo,
pues aunque es menor su cargo,
se siente todo un virrey.
Atropellando la ley
y la mínima decencia,
mandó que su dependencia,
con la venia del Fecal,
cortara a la capital
del agua toda la afluencia.

Fue muy cercano asistente
del loco de Guanajuato;
por un año se hizo pato
a cargo del medio ambiente:
toleraba al delincuente
y jodía al jornalero
este panista yunquero
que hoy, al frente de CONAGUA
nos está quitando el agua
con afán electorero.

Quería perjudicar
a la autoridad defeña
(pues siempre anda de la greña
con el gobierno de Ebrard)
y así, nos mandó cortar,
en la semana mayor,
cuando es más fuerte el calor
y el sol es más despiadado,
todo el líquido preciado
y nos tapó el surtidor.

Con una débil excusa
y una coartada mala,
del agua del Cutzamala
ordenó cerrar la esclusa
y colocó una confusa
proclama en una pared:
“Capitalinos, sabed
que, sin más explicaciones,
y por mis propios cojones,
os voy a matar de sed”.

“Porque mucho me encabrona
—decía el texto de Luege—
que sigáis leales al Peje,
habitantes de esta zona.
Ya ceñiré la corona
del Distrito Federal
y os seguiré haciendo el mal
hasta que votéis por mí
y hasta que adoréis aquí
a mi patrón, el Fecal.”

El pueblo estará sediento
mas no por ello es pendejo
y dice “Yo no me dejo,
que ese tal mantenimiento
del Cutzamala es un cuento
para ponerme en un brete;
creen que soy su juguete
pero ya pronto verán:
no tendrá mi voto el PAN,
y menos con este ojete”.

9.4.09

Jesús no murió por mí

Fragmento de una foto del performance Turramurra Passion, Australia

Hace poco menos de dos mil años, un hombre desconoció a las autoridades religiosas de Jerusalén y se proclamó hijo de Dios y rey espiritual de los judíos, quienes entonces se encontraban bajo el poder de la Roma imperial. El revoltoso provocó la animadversión del Sanedrín y del cónsul romano, fue condenado a morir en la cruz y desde entonces se discute con pasión en cuál de las partes recae la responsabilidad por su muerte: si en el cónclave religioso judío o si en la autoridad secular colonial o si en ambas. Muchas centurias después, la cristiandad, ya para entonces asentada en Roma, echó la culpa a los judíos y con ello se hizo de una coartada malévola para perseguir a los inciertos descendientes (genéticos o espirituales) de aquellos hebreos antiguos y hacerles salvajadas semejantes a una crucifixión, como quemarlos vivos. Las prédicas del mártir, recogidas con fidelidad inverificable por discípulos y seguidores suyos, afirmaban que la aceptación del castigo letal por parte de Jesús formaba parte de un designio divino para salvar a la humanidad de su propia maldad y que quienes lo clavaron a un madero para que muriera no sólo habían matado a un hombre sino que habían cometido deicidio.


La crucifixión, según un ilustrador irlandés anónimo del siglo X u XI

Cada cual tiene derecho a creer o a no creer esto último. Por lo que respecta al asesinato del hombre, pudo ser más o menos así: antes de la ejecución, se descubría la espalda de la víctima, se la sujetaba a un pilar poco elevado, con la espalda encorvada, y se le flagelaba con un fuste provisto de correas de cuero a las que se ataban pequeñas bolas de hierro o trozos de hueso. Se desgarraba así la piel e incluso el tejido subcutáneo, de modo que, cuando los soldados azotaban con fuerza, arrancaban tiras de carne desgarrada y provocaban una pérdida importante de líquidos en el organismo del torturado. En el caso de Jesús, tras ser azotado se le escarneció colocándole una corona de espinas alrededor del cráneo, un viejo manto púrpura sobre los hombros y una caña, a modo de cetro, en la mano derecha. Se le obligó a ascender, cargando la pesada cruz, o cuando menos el travesaño horizontal o patíbulo (que pudo haber pesado 40 kilos, o más) por una pendiente de 600 metros. “La crucifixión de los dos ladrones fue dura, eficaz, cargada de luchas y de insultos. Cuando llegan a Jesús, los soldados ven con sorpresa que no se defiende. Intentan sujetarle, pero no ofrece resistencia. Se tiende en el madero y extiende sus brazos [...] Cuando el primer clavo atraviesa la mano derecha en el lugar preparado en el madero todo el cuerpo se retuerce, y Jesús contiene con dificultad un lamento que sale de su cuerpo atormentado. Después estiran la mano izquierda para que coincida en el agujero del otro lado, y se repite el fuerte martilleo que taladra el cuerpo y el alma de Jesús. Cruzan los pies apoyándose en las rodillas y los atraviesan de un golpe certero. Todo el cuerpo se arquea [...] Golpean más, y fijan bien los pies a la cruz. Por fin, lo levantan con gran esfuerzo y el cuerpo queda sujeto por aquellos tres clavos; toda la respiración se hace difícil y asfixiante. La sangre mana de las tres heridas hasta el suelo. Cada respiración, cada palabra, intensifica el dolor. Los músculos se contraen. La mente se nubla por la falta de aire. El calor del mediodía se ceba en los crucificados y las moscas acuden a la sangre sin que nadie pueda apartarlas.”



“El efecto principal de la crucifixión, aparte del tremendo dolor, que presentaba en sus brazos y piernas, era la marcada interferencia con la respiración normal, particularmente en la exhalación. El peso del cuerpo jalado hacia abajo, con los brazos y hombros extendidos, tendían a fijar los músculos intercostales a un estado de inhalación y por consiguiente afectando la exhalación pasiva. De esta manera la exhalación era primeramente diafragmática y la respiración muy leve. Esta forma de respiración no era suficiente y pronto produciría, retención de CO2 (hipercapnia). Para poder respirar y ganar aire, Jesús tenia que apoyarse en sus pies, tratar de flexionar sus brazos y después dejarse desplomar para que la exhalación se produjera. Pero al dejarse desplomar le producía igualmente una serie de dolores en todo su cuerpo. El desarrollo de calambres musculares o contracturas tetánicas debido a la fatiga y la hipercapnia afectaron aún más la respiración. Una exhalación adecuada requería que se incorporara el cuerpo empujándolo hacia arriba con los pies y flexionando los codos. Esta maniobra colocaría el peso total del cuerpo en los tarsales y causaría gran sufrimiento. Más aun, la flexión de los codos causaría rotación en las muñecas en torno a los clavos de hierro y provocaría enorme dolor a través de los nervios laceradas. El levantar el cuerpo rasparía dolorosamente la espalda. Como resultado de eso cada esfuerzo de respiración se volvería agonizante y fatigoso, llevaría a la asfixia y finalmente al fallecimiento.” Para cuando un centurión le metió una lanza en el costado, se supone que Jesús ya estaba muerto.

El espantoso sacrificio del Nazareno, que según una página católica es “al acto más sagrado de la historia de los hombres” resultó, en todo caso, en el acontecimiento fundacional de una secta que, en sus primeros tiempos, exaltaba el martirio personal como tributo a la memoria y a la prédica amorosa de su fundador y que, con el paso de los siglos, tras cuajar en varias religiones de Estado, no sólo preconizó la generosidad y el amor, sino también la persecución, el odio y el asesinato de todos los que pensaran diferente. Roma quemó herejes y degolló protestantes, las iglesias ortodoxas orientales promovieron el linchamiento de judíos, los puritanos ingleses de ambos lados del Atlántico y los reformadores alemanes y franceses (honor a Anton Praetorius, que se opuso) torturaron y quemaron a supuestas brujas en hogueras alimentadas por los alegatos de Lutero y de Calvino.


Pedro Fernandez de Alcaudete, judaizante quemado en Córdoba en 1484


Jesús fue asesinado porque no quiso abjurar de cosas en las que creía. Sus seguidores pasados y presentes dicen que el propósito de su martirio fue salvar a la humanidad de sus pecados y que todos debemos cargar con la culpa de esa crucifixión. En lo personal, encuentro indignante y lamentable que lo hayan ajusticiado en forma tan cruel e injusta como a Cuauhtémoc , Giordano Bruno, Manuel Tot, Bartolina Sisa, Miguel Hidalgo, Bartolomeo Vanzetti, y a muchos otros millones de víctimas de la intolerancia, la mala fe y la estupidez humanas. Fuera de eso, ustedes disculpen, yo no soy producto de ningún pecado original, Jesús no me ha salvado de nada y no tengo la menor responsabilidad por su muerte ni culpa alguna que expiar en estos días.


Los judíos David y Levina, quemados en Gante en 1554. Ilustración de Jan Luiken para el libro anabaptista Het Bloeding Tooneel, of Martelaers Spiegel der Doops-Gesinde of Weereoofe Christenen, popularmente conocido como “Espejo de los Mártires


* * *

La semana entrante me tomo un descanso. Por cierto: al persignado José Luis Luege Tamargo, quien se siente dueño de la Comisión Nacional del Agua, se le ha metido entre ceja y ceja perjudicar política y electoralmente al gobierno del Distrito Federal, y para ello ha recurrido a un procedimiento eficaz o no, pero nada cristiano: dejar sin agua a los capitalinos justo en los días más calurosos del año. Tal vez, en algún momento de esta semana santa, en un confesionario defeño se escuche algo así: “Confiésome, padre, de ser un perfecto canalla”.

Los capitalinos afectados por esa forma tan sucia y despiadada de hacer política le deseamos a Luege de todo corazón que, la próxima vez que se caiga su helicóptero, de veras se rompa el culo.

2.4.09

Piedad, compasión,
misericordia...


  • El caso de Benjamina

Lástima, conmiseración, merced, clemencia, socorro, beneficencia... La proliferación de sinónimos totales y parciales hace pensar en la mala conciencia de una cultura regida más bien por antonimias que denotan la condición de inmisericorde, de inclemente, de implacable y, por extensión, la impiedad, la indiferencia, la insensibilidad, la avaricia, el rencor y la dureza. La flor de los significados se expande sin límites conforme un vocablo de carga semejante lleva a otro, y a otro, y a otro. Hace muchos años que mucha gente se dedica a aclarar las diferencias entre amor y caridad, pongamos por caso, y en ese afán suelen adentrarse por unos laberintos memorables que se remontan a los orígenes griegos y hebreos de vocablos polvorientos para explicar que el amor a Dios no debía traducirse como “Eros” (¡Dios nos libre!) y que más valía emplear “ágape”, o “philía”, o qué sé yo.

El cristianismo, que pregonaba la compasión y la clemencia (pero también, y según las palabras atribuidas a su fundador, la intolerancia, la exclusión, la venganza y toda otra sarta de malas ondas, como lo expone Bertrand Russell en su opúsculo Por qué no soy cristiano), se apañó esas palabras y otras semejantes y pretendió tomarle el pelo a la humanidad pregonando que era poseedor del copyright, hasta el punto de que amarró el término “piedad” a dos cosas muy diferentes: “virtud que inspira, por el amor a Dios, tierna devoción a las cosas santas, y, por el amor al prójimo, actos de amor y de compasión”, apunta la RAE, y da como primera acepción de caridad “una de las tres virtudes teologales, que consiste en amar a a Dios sobre todas las cosas, y al prójimo como a nosotros mismos” y, como cuarta, “actitud solidaria con el sufrimiento ajeno”. El chanchullo semántico es inocultable: los que no aman a Dios tampoco son caritativos con sus semejantes.

De hecho, no se necesita profesar religión alguna, y ni siquiera creer en cualquiera de los dioses propuestos en el menú, para experimentar el deseo de ayudar a los demás en la forma que sea, por más que las fórmulas verbales varíen en forma notable de unas a otras causas. Hace muchos años, en uno de los peldaños de mi noviciado en una organización marxista (no recuerdo si se trataba de ascender de simpatizante a ayudista o de ayudista a militante raso), mi responsable me inquirió, en una ceremonia informal pero severísima, la razón por la que yo deseaba pasar a lo siguiente.

—Porque no quiero que haya pobres —aventuré.

—Esa no es una motivación válida —atajó—. Con esa, igual entras a cualquier partido burgués, o al Ejército de Salvación.

—¿Entonces...?

—Pues, por ejemplo, tu compromiso con el advenimiento histórico del proletariado...

—Porque me siento comprometido con el advenimiento histórico del proletariado —repetí como loro. Pero, habida cuenta de mi torpeza para la declamación precisa y exacta de consignas, no avancé más en la organización, y ya fue que me quedé réfor, pequeñoburgués y menchevique.

La capacidad humana (y animal, según algunos estudiosos de otros bichos) de apiadarse del prójimo es muy anterior al cristianismo e incluso previo a las religiones organizadas que se disputan el mundo contemporáneo. El sitio tradicionalista Panorama católico internacional reconoce en Abraham, Moisés y David, a los pioneros de La Piedad. Un texto del budismo moderno archicolgado en Internet habla de los sucesivos Dalai Lama como “una bella historia de compasión”, cuyo punto culminante estaría en la historia de un señor Avalokiteshvara quien, cuando estaba a punto de alcanzar el nirvana, “vio a millones de seres que sufrían de diferentes maneras, pero sobre todo a causa de su ignorancia y su falta de instrucción espiritual” y pensó: ‘¿Cómo puedo abandonar a esos seres? ¿Cómo puedo fundirme en este océano de luz y salvarme sólo yo cuando en el mundo hay tantos que necesitan ayuda?’ reconoce en Abraham, Moisés y David a los pioneros de la piedad. De esa forma Avalokiteshvara regresó al mundo.”

Unos 300 años antes de Cristo, Hiparquia de Maronea, filósofa procedente de una familia aristocrática de Tracia, ejerció una singular “opción preferencial por los pobres”: se hizo amante de Crates el Cínico (y de varios más de la banda) y se fue a vivir, junto con su pareja, entre los más miserables de los miserables atenienses; les lamía las llagas en signo de amor y en las noches frías dormía abrazada a ellos. Y más atrás: en La Odisea se puede hallar cantidad de ejemplos de ayuda desinteresada y de hospitalidad gratuita y generosa, y eso hace inevitable suponer que entre los griegos de la Edad de Bronce —que es en la que se sitúa ese libro de aventuras—, unos milenios antes de que apareciera Jesús y exigiera amar al prójimo como a sí mismo, había gente buena onda que echaba la mano sin más recompensa que la de sentirse bien.

Pero estábamos en que cosas como la Cristiandad y el Islam han pretendido monopolizar esta clase de actitudes, tan abundantes (o escasas) entre los creyentes como entre los infieles, los apóstatas, los escépticos, los librepensadores, los agnósticos, los ateos y los herejes. La asistencia a los necesitados ha sido una ocupación preponderante a lo largo de los milenios, pero hubo que esperar a tiempos posteriores al Renacimiento para que a alguien se le ocurriera algo mejor que el deber moral individual de ayudar a los desfavorecidos y a los que sufren: el derecho de todos a disponer de los bienes y servicios que su entorno social considera básicos e indispensables. Aunque, pensándolo bien, es posible que esa noción del derecho a lo indispensable sea mucho más vieja de lo que nos atrevemos a suponer.

Hace 530 mil años, en lo que hoy se denomina la sierra de Atapuerca, Burgos, España, vivió una niña discapacitada a la que los arqueólogos han dado el nombre de Benjamina. Según lo han revelado los fragmentos de su calavera, la muchachita padeció craneosinóstosis, un cierre prematuro (antes del año de vida) de las suturas craneales que, como se sabe, vienen sueltas de nacimiento (compruébenlo, con toda la delicadeza del mundo, palpando la mollera de un bebé: sientan una especie de concavidad antes de la coronilla). Tal condición provoca malformaciones del cráneo y, derivadas de éstas, deficiencias psicomotoras en diversos grados. De hecho, “es el caso documentado más antiguo de craneosinóstosis con deformidades neurocraneales, cerebrales y, muy posiblemente, asimetrías en el esqueleto facial”, indica el reporte publicado en la revista estadunidense Proceedings por Ana Gracia Téllez y Juan Luis Arsuaga.

Benjamina murió a una edad temprana, cerca de los diez años, y lo más probable es que no haya sido capaz de valerse por sí misma. Para llegar a una década de vida hubo de ser asistida de alguna manera por los miembros de su tribu, un grupo desconocido de cazadores recolectores. “A pesar de sus desventajas, el individuo sobrevivió más de cinco años, lo que sugiere que su condición patológica no fue un impedimento para recibir la misma atención que cualquier otro niño del género Homo del Pleistoceno Medio”, concluyen los estudiosos. O sea que, más allá de caridades y de misericordias, los usos de la solidaridad llevan, cuando menos, medio millón de años entre nosotros.

* * *

De lo contrario: algunos de los convocantes de la iniciativa “Adopta a un niño muerto” han venido sufriendo, desde entonces, presiones, hostigamientos y agresiones familiares, empresariales, laborales, académicas e institucionales, por parte de otros integrantes de la comunidad judía. ¿Se hará necesario contar al detalle esas historias vergonzosas?


1.4.09

El berrinche del
hijo de la Malinche

Los gringos, muele que muele
desde hace un tiempo han estado
pues resulta que el Pelele
les resultó mal empleado:

ellos querían el crudo
a como diera lugar
mas Calderón no lo pudo
del todo privatizar.

Aunque la crisis mundial
está cada vez más fea,
es patente que Fecal
de eso no tiene ni idea.

Pueden, ante esos pecados
los gringos tener paciencia
pero están más que alarmados
con lo de la delincuencia:

Felipe se creyó chido,
salió con una bravata
y ocurre que le ha salido
el tiro por la culata:

con tanquetas y soldados
peinó todo el territorio,
y ahora los decapitados
son un asunto notorio.

Diez mil muertos ha costado
al país el chistecito
y a cambio, han aumentado
la violencia y el delito.

Prometió que acabaría
con el narco y su cartel,
mas, según se ve hoy en día,
quien está acabado es él.

“¡Ay, Felipe, no seas bruto!”,
le advertía mucha gente,
pero él se sentía astuto
y fue tras el delincuente.

Se invirtió, en toda evidencia
la vana persecución
y hoy está la delincuencia
correteando a Calderón.

Al gringo le importa un cuerno
ser cortés y comedido
y califica al gobierno
de impotente y de fallido.

Como se sintió insultado
este hijo de la Malinche,
hizo un enorme entripado
y un vergonzoso berrinche:

“Ya les ofrecí los pozos
y la industria petrolera
mas los gringos claridosos
salen con su fregadera.

“Les ofrecí cooperar
en contra del terrorismo,
pero, con tal de chingar,
ellos siguen con lo mismo”

Los gringos diciendo están
lo que todo mundo sabe:
es decir, no hay capitán
en el timón de la nave.

Pero hay que tener presente
que ellos echaron la mano
en poner de presidente
a este peloncito enano.

Dice un refrán muy mentado
de la popular sapiencia
que ya en el propio pecado
llevarán la penitencia.

En sus gestos patrioteros
que se acuerde Calderón
que los gringos lo pusieron
y no la haga de jamón.

Que alguien le dé explicaciones,
a ver si le cae el veinte
de que ellos son sus patrones
y él, nada más su sirviente.