3.10.04

Afganistán, revisitado/ II

  • Violencia que no cesa 
  • El retorno del talibán 
  • Comparaciones inevitables

CORTE NOTICIOSO SEMANAL: el jueves pasado un ataque con cohetes de 107 milímetros dejó cinco heridos en una base de las fuerzas alemanas en Kunduz, noreste de Afganistán. Afghan Islamic Press (AIP) reportó que, en emboscadas efectuadas en el sur del país, las fuerzas del talibán dieron muerte a 12 soldados afganos. Miércoles 29: la policía informó que tres soldados del régimen de Hamid Karzai y cuatro atacantes talibanes murieron en un tiroteo cuyo sitio no se especificó; cerca de la frontera con Pakistán un motociclista murió, en un aparente intento de ataque suicida contra tropas estadunidenses. Martes 28: una patrulla militar sufrió cuatro bajas mortales en emboscada realizada en Kandahar por efectivos talibanes, dos de los cuales murieron; la policía desmintió informes de testigos que reportaron la caída de un helicóptero militar en el oeste de la capital y afirmó que todo se debió a un “malentendido”; dos soldados paquistaníes murieron y otros cuatro resultaron heridos al internarse en un campo minado en la frontera con Afganistán; el chofer de un antiguo funcionario fue decapitado en la provincia sureña de Zabul. Lunes 27: Washington anuncia la captura de cinco líderes talibanes; tres soldados estadunidenses resultan heridos en un ataque de los rebeldes; un ex prisionero de Guantánamo que regresó a Afganistán para reinsertarse en las filas talibanes fue muerto junto con otros dos combatientes por fuerzas de seguridad del gobierno de Karzai. Domingo 26: tropas estadunidenses con apoyo de helicópteros mataron a cinco “sospechosos de ser talibanes”; un oficial estadunidense dice que las fuerzas de ocupación enfrentan una creciente ola de violencia por parte de unos 2 mil insurgentes, incluidos militantes de Al Qaeda, que transitan entre Pakistán y Afganistán; AFP reporta la muerte de nueve soldados del régimen de Karzai a manos de combatientes talibanes; un reportaje de esa agencia cita a un campesino de Baharak, provincia de Badakshan: “Desde que empezamos a cultivar amapola todo ha cambiado; tengo una casa, otros tienen automóvil y puedo mandar a mis hijos a la escuela”.

http://icasualties.org/oef/

Votantes afganas: Gauhar, 29 años, Kabul; estudiante

ES CIERTO QUE hasta ahora la agresión contra Afganistán le ha salido extremadamente barata, en términos políticos, a la Casa Blanca: 136 bajas propias desde la invasión de finales de 2001, poco más de la décima parte de los mil 54 estadunidenses que Bush ha enviado a morir en Irak entre marzo de 2003 y septiembre de 2004. Pero, al igual que en Irak, la guerra dista mucho de haber sido ganada por Estados Unidos, y muchos sostienen que más bien Washington la está perdiendo.

Hadia Hamdard, 27 años, Kabul; periodista

EN EL AFGANISTÁN ocupado, y a seis días de las elecciones del próximo sábado, la violencia, la inseguridad y el descontrol no sólo afectan a los bandos armados sino, sobre todo, y como ocurre en todas las guerras, a los habitantes comunes y corrientes. Abd Al-Wahid, un residente de la provincia suroriental de Zabul, dijo a Al Jazeera que actualmente “no hay ninguna seguridad, la delincuencia se ha disparado y la tensión política está también en su nivel máximo”. El declarante se quejó porque “en la mañana llega la gente del gobierno y nos amenaza con que si no nos empadronamos nos excluirán de los servicios médicos y de los repartos de comida. Por la tarde viene el talibán a decirnos que los estadunidenses están en contra nuestra y quieren saquear nuestro país; que estamos siendo usados y que Karzai trabaja para ellos; no sabemos en quién confiar”. Por lo que hace a la inseguridad, Abd Al-Wahid no tiene dudas: “bajo los talibanes este país era el más seguro de la Tierra, hoy es el más inseguro. Los políticos disfrutan de una vida buena y segura, mientras los civiles sufren”.

http://www.aljazeera.com/

AL MENOS EN la primera parte de su último aserto, este habitante de Zabul está palmariamente equivocado. Hace dos semanas, Karzai escapó ileso del más reciente de los atentados que ha sufrido desde que fue nombrado presidente por Estados Unidos: un misil tierra-aire disparado por efectivos talibanes erró el blanco y el helicóptero presidencial aterrizó sano y salvo en Gardez. Quince días antes Kabul fue estremecida por un atentado con coche bomba contra la empresa estadunidense de seguridad Dyncorps, responsable del equipo de guardaespaldas de Karzai. El ataque dejó nueve muertos y decenas de heridos. En junio pasado, en el oriente del país, una camioneta que transportaba funcionarias electorales fue destruida por una bomba, con un saldo de dos muertas y 13 heridas. En abril de 2003 un aliado y amigo de Karzai, Haji Gilani, fue muerto a balazos junto con su sobrino en la localidad de Deh Rawood. El 28 de septiembre de 2002 dos bombazos --uno de ellos a menos de 500 metros de la embajada estadunidense-- sacudieron la capital afgana y causaron al menos dos heridos. El 5 de septiembre de ese año otro bombazo dejó un saldo de 26 muertos y 150 heridos en Kabul, en los alrededores de los ministerios del Interior y de Información. Horas antes se había registrado otro atentado fallido contra Karzai, cuando un pistolero solitario le disparó en la sureña ciudad de Kandahar, hiriendo al gobernador provincial, quien acompañaba al presidente; en la balacera subsecuente murieron tres personas. El 6 de julio había sido asesinado el vicepresidente Abdul Qadir, quien, al igual que Karzai, pertenecía a la etnia pashtún. El primer político del régimen impuesto por Washington que dejó de disfrutar de “una vida buena y segura”, para decirlo en las palabras de Abd Al-Wahid, fue el ministro de Aviación Civil, Abdul Rahmán, quien fue linchado en el aeropuerto de Kabul en febrero de 2002 por un grupo de peregrinos que durante dos días esperaron en vano un vuelo hacia La Meca. Este breve recuento hace pensar que el desafío más acuciante para Karzai no es ganar las próximas elecciones, sino mantenerse vivo.

EL DESAFÍO PARA los ocupantes y sus empleados locales consiste, en cambio, en impedir que Afganistán llegue a parecerse demasiado a Irak. Thalif Deen, analista de Al Jazeera, esboza la perspectiva de un “Irak en pequeña escala”, con crecientes ataques a las fuerzas de ocupación, los funcionarios del gobierno títere y los extranjeros --contratistas, diplomáticos o integrantes de organismos internacionales y no gubernamentales--. Mark Sedra, quien dirige un proyecto de monitoreo de la seguridad en Afganistán, afirma que, al menos en un tercio del territorio afgano, el talibán impide las actividades gubernamentales o internacionales. James Ingalls, del Instituto de Tecnología de California, señala que “en el mejor de los casos las elecciones carecerán de sentido porque la gente carece de opciones reales --toda vez que Karzai carece de competidores reales-- y en el peor, pueden iniciar una nueva guerra civil”.

http://www.arman1.20m.com/eng71.html

PERO EL BOTÍN de guerra de Afganistán es muy menor si se le compara con el petróleo de Irak, y esa diferencia tal vez permita explicar que Estados Unidos mantenga en el primer país apenas una décima parte de los efectivos que despliega en el segundo. Esa misma diferencia tal vez permita entender que los países desarrollados hayan concedido a Afganistán asistencia financiera efectiva por unos 200 millones de dólares desde la invasión de 2001, suma equivalente a menos del uno por ciento de los 30 mil millones que requiere el país en los próximos cinco años para reconstruirse. Kosovo, Bosnia y Timor Oriental han recibido asistencia que, calculada en una base per cápita, resulta 50 veces mayor, o más, que la que se destina a los afganos. Estas cifras fueron tomadas del espléndido y tristísimo documento Losing the Peace in Afghanistan (Perdiendo la paz en Afganistán) elaborado por el responsable de la División Asia de Human Rights Watch, Sam Zia-Zarifi, y que puede bajarse en:

http://www.hrw.org/wr2k4/download/5.pdf

Hamida, 65 años, Kabul; actriz y refugiada

¿Y LAS MUJERES? Un sitio comercial y más bien frívolo dice que “si bien hasta ahora se les ha permitido volver al trabajo, el gobierno ya no las obliga a llevar la burka y han sido colocadas en posiciones prominentes en el gobierno, aún quedan en pie muchos desafíos. La represión de las mujeres sigue prevaleciendo en las áreas rurales en las que muchas familias aún restringen la participación en la vida pública a sus madres, hijas, esposas y hermanas. Siguen sometidas a matrimonios forzosos y se les niega la educación básica. Numerosas escuelas para niñas han sido quemadas y algunas alumnas han muerto envenenadas por atreverse a ir a la escuela”. Una percepción semejante se ofrece en un reportaje de Marwaan Macan-Markar, de IPS, quien, citando a la ministra interina de Asuntos Femeninos del gobierno de Karzai, Habiba Sarabi, admitió que si bien en ciudades como Kabul “la noción de igualdad entre hombres y mujeres gana terreno, ‘en particular entre las personas con educación’, en provincias y zonas rurales a la mayoría de las mujeres se les obliga a seguir ideas, tradiciones y costumbres fanáticas”.

http://www.afghan-web.com/woman/ 

ESPERO QUE LA BBC me perdone el tomarle prestadas las fotos que ilustran esta columna. Se me queda en el tintero mucho material, y quien desee cartas adicionales de marear, las recibirá a vuelta de correo.

Nargis Ifat, 19 años, Kandahar; activista de derechos humanos

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